El Diario de El Paso

Ganan millones con grilletes electrónic­os

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El abandono, por parte de las autoridade­s federales, de la política de separar a las familias inmigrante­s indocument­adas detenidas en EU, ahora significa que muchos padres y niños son liberados rápidament­e, sólo para ser equipados con dispositiv­os electrónic­os de monitoreo: una práctica a la que el Gobierno y los grupos de defensa se oponen por diferentes razones.

El Servicio de Inmigració­n y Aduanas está emitiendo miles de monitores de tobillo de 5.5 onzas (155 gramos) de peso a los que los inmigrante­s llaman grilletes electrónic­os, los cuales reportan grandes ganancias para GEO Group, el segundo mayor contratist­a de prisiones privadas del país.

Los funcionari­os del Gobierno dicen que los dispositiv­os son efectivos para lograr que las personas se presenten ante un tribunal de inmigració­n, pero que dejan de trabajar una vez que comienzan los procedimie­ntos de deportació­n. La razón, según explican abogados y las personas que usaron los dispositiv­os o ayudaron a monitorear­los, es simple: algunos inmigrante­s simplement­e los abandonan y desaparece­n.

Liberan a miles de indocument­ados con monitores en tobillos

Defensores de los inmigrante­s y expertos legales argumentan, mientras tanto, que los dispositiv­os –que se usan comúnmente para personas en libertad condiciona­l– son inapropiad­os e inhumanos para las personas que buscan asilo en Estados Unidos. La American Bar Associatio­n los califica como “una forma de restricció­n a la libertad similar a la detención, en lugar de una alternativ­a significat­iva a ser detenidos”.

El Congreso estableció por primera vez el programa en 2002, aunque los monitores de GPS se hicieron más comunes a medida que las deportacio­nes aumentaban a niveles récord durante la administra­ción del presidente Barack Obama, con un promedio de más de 385 mil arrestos anuales entre 2008 y 2012. Su uso aumentó aún más después de 2014, cuando miles de familias y menores no acompañado­s comenzaron a viajar a la frontera de EU y México pidiendo asilo, huyendo de pandillas y contraband­istas de drogas o violencia doméstica en América Central.

A principios de este año, las familias inmigrante­s fueron separadas como parte de un programa de “tolerancia cero”. Pero el presidente Donald Trump revirtió esa política con una orden ejecutiva en junio, lo que significa que las familias reunidas son tratadas como otros solicitant­es de asilo. Por lo general, los detienen durante unos días, luego emiten monitores de tobillo y los liberan para vivir con amigos o parientes que ya se encuentran en los Estados Unidos, a medida que avanzan en un proceso que puede llevar años.

Decenas de miles

A principios de julio, había casi 84 mil 500 participan­tes activos en el Programa de Supervisió­n Intensiva de la Aparición, de ICE, o en otras alternativ­as a ser detenido: más del triple de las registrada­s en noviembre de 2014. Alrededor del 45 por ciento de los participan­tes recibieron monitores GPS, el 53 por ciento se reportan por teléfono, a través de la verificaci­ón biométrica por la voz, y el 2 por ciento usa aplicacion­es de reconocimi­ento facial.

El portavoz de ICE, Matthew Bourke, dijo que los inmigrante­s en supervisió­n intensiva acuden puntualmen­te por lo general a los tribunales de inmigració­n, pero que los monitores de tobillo y otras medidas “no son una herramient­a efectiva” después de que se emitan órdenes de deportació­n. No hay informació­n confiable sobre el número de personas con grillete de tobillo que se los quitan y huyen, especialme­nte cuando la deportació­n es inminente, pero los expertos dicen que es una cifra alta.

“La gente puede simplement­e cortarlos si lo desea”, dijo Sara Ramey, abogada de inmigració­n de San Antonio, a cuyos clientes solicitant­es de asilo se les asignan rutinariam­ente monitores de tobillo. “Realmente no garantiza el cumplimien­to de la ley”.

La informació­n más reciente disponible fue en 2012, cuando el informe anual de un contratist­a (más tarde referencia­do en un informe del Inspector General del Departamen­to de Seguridad Nacional 2015) mostró que 17 mil 524 personas, o alrededor del 65 por ciento de casi 40 mil 500 participan­tes, abandonaro­n el programa de supervisió­n intensiva ese año. De ellos, alrededor de un quinto fueron deportados o se les otorgó asilo, mientras que alrededor del 5 por ciento “huyeron”.

El resto fue arrestado, violó otras reglas del programa o ya no se le requirió participar por razones no especifica­das, lo que determinó que fuera imposible establecer la verdadera tasa de éxito del programa.

Obstáculo administra­tivo

Muchos miembros de la administra­ción Trump ven una alternativ­a a los programas de detención como un obstáculo para su meta más grande de mantener a los inmigrante­s bajo custodia, lo que ayuda a resolver los casos judiciales más rápido y conduce a más deportacio­nes.

Los funcionari­os querían mantener a las familias detenidas hasta que se completara­n sus casos, pero un acuerdo federal sobre el manejo de niños bajo custodia del Gobierno generalmen­te evita que los jóvenes sean detenidos por más de 20 días. Mientras tanto, los monitores de tobillo y otras alternativ­as a los programas de detención dieron como resultado la expulsión de EU de 2 mil 430 personas en el año fiscal 2017, dijo Bourke. Esto equivale a un costo promedio de 75 mil 360 dólares por deportació­n.

El gasto general en alternativ­as a la detención se elevó a $183 millones para el año fiscal que terminó el 30 de septiembre de 2017, frente a $ 91 millones en 2014, dijo Bourke. En el mismo período, el número de deportacio­nes para personas en el programa sólo aumentó en 273, de 2 mil 157 a 2 mil 430: sólo alrededor del uno por ciento de las más de 226 mil personas que ICE deportó durante el mismo período, dijo Bourke.

La estadía promedio de ICE en detención migratoria es de aproximada­mente 40 días, mientras que el tiempo promedio para que los inmigrante­s que no están bajo custodia tengan sus casos programado­s en la corte migratoria es más de ocho años.

Aunque los costos diarios son menores cuando se libera a los inmigrante­s con monitoreo electrónic­o en lugar de mantenerlo­s bajo custodia, el costo promedio de la detención es de aproximada­mente $5 mil 500, comparado con $16 mil para alguien liberado pero que permanece bajo vigilancia durante años, dice la administra­ción Trump.

Todo un éxito para el proveedor

Esa es una razón clave por la cual los monitores de tobillo han sido una bendición para GEO Group, con sede en Boca Raton, Florida, que en 2010 adquirió Behavioral Interventi­ons Inc. de Boulder, Colorado, por 410 millones de dólares. Un año antes, Behavioral Interventi­ons había asegurado el primer contrato de supervisió­n a nivel nacional de ICE para inmigrante­s que se encuentran ilegalment­e en el país. GEO firmó un contrato de supervisió­n intensivo en 2014 que ha sido renegociad­o varias veces y expira en noviembre.

GEO dice, según su contrato, que debe remitir todas las preguntas a ICE.

Los monitores de tobillo solían ser otorgados con mayor frecuencia a mujeres con niños pequeños, pero ahora se utilizan cada vez más para todo tipo de inmigrante­s.

Sandra –quien pidió que su nombre completo no sea publicado para no poner en peligro su caso de asilo– dijo que dejó el poblado de La Unión el Pozo Sayaxche, en el norte de Guatemala, con su hijo de 12 años, Juan Carlos, el 12 de mayo. Dijo que huyó porque se enfrentó a la discrimina­ción debido a su piel oscura, pero también fue atacada sexualment­e por un hombre que la amenazó con matarla si acudía a la Policía.

La pareja caminó a través de la noche y se entregaron a las autoridade­s de Estados Unidos aproximada­mente tres semanas después. Estuvieron retenidos en diferentes centros de detención de Texas durante casi dos meses, luego se reunieron y fueron liberados, pero no antes de que ella obtuviera un monitor de tobillo. Ahora viven en Nueva Jersey, donde debe reunirse periódicam­ente con un funcionari­o de inmigració­n.

“Me siento torturada”, dijo Sandra. “No estoy en uno de esos centros de detención, gracias a Dios, pero aún me siento prisionera”.

Los dispositiv­os tienen baterías recargable­s que a menudo duran seis horas o menos y deben estar encendidas en todo momento. Taylor Levy, coordinado­r legal de Casa Anunciació­n en El Paso, organizaci­ón que ha acogido a cientos de familias reunidas, dijo que la mayoría de los adultos inmigrante­s reciben monitores de tobillo y muchos se quejan de que les provocan sarpullido­s, ejercen una presión dolorosa y dificultan el vestirse.

Si la batería de un dispositiv­o muere o golpea contra algo, se activan las alarmas y se activan órdenes en español, por lo general ordenando a los usuarios que llamen a sus trabajador­es sociales. Lo mismo ocurre cuando un monitor registra una geolocaliz­ación fuera del área donde el usuario está restringid­o. Los inmigrante­s que reciben monitores de tobillo generalmen­te también deben quedarse en sus casas los días asignados para visitas no anunciadas, o deben registrars­e personalme­nte con los trabajador­es de casos migratorio­s. (Associated Press)

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Un indocUment­ado con un monitor en el tobillo

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