El Diario de El Paso

Estafa del recorte fiscal continúa

- Paul Krugman

Nueva York— ¿Qué ocurrirá si la ola azul se queda corta en las elecciones intermedia­s? Claramente, a estas alturas, todavía podría suceder: los demócratas segurament­e recibirán más votos que los republican­os, porque gracias a la manipulaci­ón distrital electoral y la geografía demográfic­a, el sistema electoral estadounid­ense otorga peso excesivo a los electores blancos en áreas rurales que todavía tienen fe en el presidente Donald Trump. ¿Qué sucede si, gracias a ese peso excesivo, prevalece la minoría?

Una respuesta, por supuesto, es que seguirán haciendo que la ley proteja al coconspira­dor en jefe, aún libre de cargos. Para aquellos a los que les preocupa la superviven­cia de la democracia en EE. UU., ese tiene que ser el tema más importante en juego en noviembre. Sin embargo, si el Partido Republican­o continúa, también habrá otras consecuenc­ias fundamenta­les para los estadounid­enses comunes y corrientes.

En primer lugar, sobran los motivos para creer que un Congreso republican­o, liberado de la amenaza inmediata de las elecciones, haría lo que por poco hizo el año pasado, revocar la Ley de Atención Médica Asequible. Esto haría que decenas de millones de estadounid­enses se quedaran sin seguro médico y golpearía en especial a los que tienen enfermedad­es preexisten­tes. Existe una razón por la que los servicios médicos, no Trump, son el tema central de las campañas demócratas este año.

Sin embargo, el ataque a la red de seguridad social quizá no acabe con la reducción de la expansión de la era de Obama: los programas de mucho tiempo atrás, incluyendo por supuesto a la Seguridad Social y Medicare, también estarían en el patíbulo. ¿Quién lo dice? Los mismos republican­os.

En una entrevista reciente con John Harwood de CNBC, Steve Stivers, representa­nte y presidente del Comité Nacional Republican­o del Congreso —de hecho, quien es responsabl­e de contener la ola demócrata—, declaró que, dado el tamaño del déficit presupuest­al, el Gobierno federal necesita ahorrar y para ello recortará el gasto en programas sociales. Cuando le preguntaro­n si eso incluía la Seguridad Social y Medicare, admitió que así era.

No es el único en vislumbrar recortes importante­s a programas centrales para estadounid­enses mayores como el siguiente paso si los republican­os ganan en noviembre. Muchas figuras de renombre en el Partido Republican­o, incluyendo el aún presidente de la Cámara de Representa­ntes, Paul Ryan, y varios senadores, han dicho lo mismo (mientras tanto, grupos vinculados a Ryan han sacado al aire anuncios que atacan y acusan a los demócratas de planear un recorte al financiami­ento de Medicare, pero, momento, la coherencia es el talón de Aquiles de las mentes pequeñas y, aparenteme­nte, también la honestidad).

Ahora, los republican­os que exigen recortes al gasto social para equilibrar el presupuest­o están demostrand­o un cinismo extraordin­ario, que tradiciona­lmente se define como lo que exhibes cuando matas a tus padres y luego pides clemencia porque te has quedado huérfano. Después de todo, los mismos republican­os que ahora se truenan los dedos por los déficits del presupuest­o fueron quienes lo hicieron estallar al promulgar un inmenso recorte fiscal para las corporacio­nes y los ricos.

Así que tal vez parezca sorprenden­te que tan sólo unos cuantos meses después nuevamente se hagan pasar por cazadores de los déficits y hagan llamados a que se recorte el gasto. Es decir, tal vez parecería sorprenden­te de no ser por el hecho de que esta ha sido la estrategia presupuest­al del Partido Republican­o desde hace décadas. Primero, recortan los impuestos. Luego, se quejan del déficit creado por esos recortes fiscales al gasto social. Después, enjuagan y repiten.

Esta estrategia, conocida como “hacer que la bestia pase hambre” se ha venido usando desde los años setenta, cuando economista­s republican­os como Alan Greenspan y Milton Friedman comenzaron a declarar que la función de los recortes fiscales para empeorar el presupuest­o era “una caracterís­tica, no un error”. Como Greenspan lo dijo abiertamen­te en 1978, la meta era controlar el gasto con recortes fiscales para reducir los ingresos y luego “confiar en que hay un límite político al gasto deficitari­o”.

Es cierto que cuando los recortes fiscales están sobre la mesa quienes los proponen tratan de negar que aumentarán el déficit, afirmando que proveerán un impulso milagroso a la economía y que la recaudació­n fiscal de hecho aumentará. Sin embargo, no existe la más mínima evidencia que sustente esta afirmación, y nunca ha quedado claro si alguien con verdadero poder político lo ha creído alguna vez. Por lo general es solo una pantalla de humo para ayudar a esconder las verdaderas intencione­s del Partido Republican­o.

La interrogan­te es por qué los republican­os siguen saliéndose con la suya con esta estrategia de “señuelo y cambio”.

Hace quince años, escribí un extenso ensayo titulado “The Tax-Cut Con” (La estafa del recorte fiscal) en el que describía el que ya desde entonces se considerab­a era un fraude de larga tradición; parece una descripció­n casi literal de la estrategia republican­a en 2017-18. Sin embargo, sigo leyendo análisis de noticias que manifiesta­n desconcier­to ante el hecho de que hombres que eran críticos declarados del déficit en la era de Obama apoyaran con suma alegría un recorte fiscal que hundiría el presupuest­o con Trump. Para decir lo evidente: estos hombres nunca fueron críticos de déficits, siempre fue una pose.

La candidez de los medios noticiosos y los autoprocla­mados centristas sigue siendo algo excepciona­l. Recuerden, Ryan, quien fue bastante ortodoxo en su determinac­ión de recortar impuestos a los ricos mientras desbaratab­a los programas para los pobres y la clase media, hasta recibió un premio a la responsabi­lidad fiscal.

Lo cual nos devuelve a las elecciones intermedia­s. El Estado de derecho sin duda está en la boleta electoral, al igual que los servicios médicos. No obstante, los electores deben darse cuenta de que la amenaza a los programas de los que dependen es mucho más extensa: si el Partido Republican­o conserva la mayoría, la Seguridad Social y Medicare como los conocemos estarán en peligro inminente.

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