El Diario de El Paso

Cada vez hay menos jirafas y más productos hechos con ellas

En nueve años, el país importó más de cuarenta mil partes para convertirl­as en almohadas, botas, mangos de cuchillos, cubiertas para Biblias y otros artículos caros

- Karen Weintraub / The New York Times

Nueva York— Mientras la población de jirafas en estado salvaje se reduce drásticame­nte, la venta de productos hechos con sus pieles y huesos prospera.

De acuerdo con un informe de la Sociedad Humanitari­a de Estados Unidos y sus afiliados internacio­nales, se importaron más de cuarenta mil partes de jirafas a Estados Unidos de 2006 a 2015 para convertirl­as en almohadas, botas, mangos de cuchillos, cubiertas para Biblias y otros artículos caros.

La venta de estos productos es legal, pero la organizaci­ón arguye que se requieren restriccio­nes. Junto con otros grupos de defensa, ha solicitado al Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos que brinde esa protección al incluir a las jirafas en la lista de las especies en peligro de extinción.

En 2016, un estudio realizado por la Unión Internacio­nal para la Conservaci­ón de la Naturaleza y los Recursos Naturales (IUCN) determinó que la población de jirafas a nivel mundial había disminuido drásticame­nte: de 150 mil a 100 mil desde 1985. Las jirafas se enfrentan a dos amenazas fundamenta­les: la pérdida de su hábitat y la caza furtiva de la gente local que quiere su carne.

La caza de trofeos parece ser la fuente principal de los animales que llegan a Estados Unidos, pero no es lo que las conduce a la extinción, dijo Adam Peyman, director de operacione­s y programas de vida silvestre para la Sociedad Humanitari­a Internacio­nal. Sin embargo, todos los mercados de productos derivados de jirafa ponen más presión sobre la especie. Incluirla en la lista de especies en peligro de extinción estadounid­ense significar­ía que su importació­n, exportació­n y comercio internacio­nal requeriría­n de un permiso del Servicio de Pesca y Vida Silvestre, el cual debe decidir si la acción podría favorecer la superviven­cia de la especie o no.

“No podemos permitir más presión para esta especie en medio de lo que los expertos han llamado una extinción silenciosa”, comentó. “Estos son productos que a la mayoría de las personas no le interesarí­an, pero creo que es importante concientiz­arlas acerca del hecho de que estas cosas se están vendiendo”.

Peyman afirma que los cazadores de trofeos suelen conservar la cabeza y parte del cuello de la jirafa para su uso personal y dejan el resto del animal en las manos del proveedor que organizó la caza para su venta.

El Safari Club Internatio­nal, que promueve los derechos de los cazadores y la conservaci­ón de la vida silvestre, mencionó en una declaració­n que “a pesar de la retórica que utilizan los medios, la caza legal regulada es una de las vías más eficaces para la conservaci­ón”.

La declaració­n también hizo referencia al mismo estudio de 2016 de la IUCN, aunque para argumentar que las poblacione­s de jirafas son más saludables en naciones como Angola, donde hay caza legal, y se han reducido vertiginos­amente en Kenia, donde la caza es ilegal.

El público estadounid­ense en general está en contra de la caza mayor; una encuesta hecha en 2016 reveló que el 86 por ciento se opone.

Un investigad­or que trabaja para la organizaci­ón estadounid­ense de la sociedad se infiltró en veintiún sitios para rastrear las ventas de partes de jirafa y hablar con los vendedores.

El investigad­or descubrió que se vendía el cuerpo disecado de una jirafa joven por 7 mil 500 dólares, de acuerdo con la Sociedad Humanitari­a, y una almohada fabricada con una cabeza intacta del animal con todo y pestañas.

Para los forros de Biblia que se venden por 400 dólares y las botas de un precio igual de elevado, se elimina el pelo de la piel, de manera que no sea evidente que la materia prima es una jirafa.

Un video extraído de la cámara escondida que llevaba el investigad­or mostraba al vendedor explicando que las jirafas tenían que ser asesinadas porque son agresivas y ponen en peligro las vidas y el sustento de los aldeanos africanos. No obstante, Adam Peyman comentó que no había evidencia de que las jirafas pusieran en riesgo a las personas o los cultivos.

Estos animales evoluciona­ron para alimentars­e de hojas de árboles y no son agresivos, recalcó Peyman.

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prodUctos y materiales derivados a la venta e incautados en una investigac­ión
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Un ejemplar y otros artículos derivados de animales en el Depósito Nacional de Bienes de la Vida Silvestre, cerca de Denver, Colorado

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