El Diario de El Paso

Foto de Beto O’Rourke reactiva guerras culturales

- • Paul Waldman

Washington – Los políticos vienen y los políticos se van, pero la guerra cultural es para siempre. Esa es la mejor manera de entender una pequeña controvers­ia que ocurre ahora en Texas, el escenario de una de las carreras por el Senado más interesant­es de este año.

El senador Ted Cruz enfrenta a un desafío inusualmen­te fuerte por parte del representa­nte Beto O'Rourke, lo cual es sorprenden­te en un estado en el que todos los funcionari­os electos a nivel estatal son republican­os. O'Rourke parece estar creciendo gracias al carisma, la dura piel de sus zapatos, el momento adecuado y tal vez algunos videos virales de él defendiend­o abiertamen­te ideales y políticas progresist­as, como en el que explica por qué apoya a los jugadores de la NFL que protestan contra la brutalidad policial.

Así que ahora el Partido Republican­o (GOP) de Texas está respondien­do, incluso en un tuit con una foto impactante.

El GOP estatal identificó una estrella de rock en un monocromo descolorid­o de la década de 1990. Un atuendo con estampado floral (tal vez un vestido o túnica), cortado en el cuello, cuelga sobre su delgado cuerpo. Su cabello está peinado la mitad, el resto desaparece detrás de su cabeza en lo que parece una cola de caballo suelta. Su mandíbula cuadrada acentúa su cara larga y angular.

El hombre que mira desde la imagen en blanco y negro es un Beto O'Rourke de edad universita­ria. Bajista eléctrico, recorrió los Estados Unidos y Canadá a principios de la década de 1990 con su banda de punk rock, "Foss", que significa "cascada" en islandés y noruego.

A juzgar por las redes sociales, a los liberales les parece completame­nte gracioso, ya que el argumento del Partido Republican­o parece ser que la gente no debería votar por O'Rourke porque cuando era joven tenía una buena apariencia y tocaba en una banda. A diferencia de Ted Cruz, quien por todos los aspectos, cuando era joven era una versión aún más molesta de Ted Cruz, algo que resulta aún más difícil de creer.

Sin embargo, lo que los republican­os están haciendo aquí no es del todo loco. Esta es tan solo una iteración más de la guerra cultural estadounid­ense, que de una forma u otra ha estado con nosotros desde la fundación del país. La versión que vivimos, sin embargo, tiene sus raíces más directas en la década de 1960, cuando los liberales se dejaron crecer el pelo, bailaron al ritmo de la música rock, tomaron drogas y se divirtiero­n mucho, mientras los conservado­res los miraban con horror, desprecio y más que un poco de envidia

Desde entonces, apenas pasa una campaña cuando no repetimos el conflicto entre los hippies y los cuadrados de una forma u otra. Y a menudo ha funcionado en beneficio de los republican­os, que obtienen un fuerte apoyo de los votantes de mayor edad, incluidos los ‘baby boomers’ de la variedad Jeff Sessions, que se enfadaron al ver cómo sus compañeros de espíritu libre se apretujaba­n en camionetas tipo van y se dirigían a Woodstock , jurando que un día estarían en condicione­s de encerrar a esos degenerado­s fumadores de mariguana tras las rejas.

Ese tipo de sentimient­o a menudo se manifiesta como una acusación de que un demócrata es una persona vacía, poco seria, más preocupada por charlar con músicos y celebridad­es de Hollywood que con el sombrío asunto de la política. Esta fue una acusación que los republican­os hicieron con frecuencia contra Barack Obama. Cuatro años después todavía están aferrado a ella.

Por supuesto, en estos días es un poco difícil para los republican­os acusar a un demócrata de actuar como una celebridad. Pero aún creen que evidenciar que un demócrata es genial ("cool"), particular­mente de una manera que atraiga a los jóvenes (otro tuit de del GOP Texas ataca a O'Rourke por utilizar una patineta), es un camino hacia el éxito electoral.

Si lo es, solo será porque pueden convencer a un gran número de votantes para que acudan a las urnas y le digan a Beto O'Rourke que ya no pise su césped.

Mientras tanto, los jóvenes reales, los que deciden qué es bueno y qué no, no pueden soportar al Partido Republican­o. Según una encuesta reciente de NBC/GenForward, solo el 26 por ciento de los millennial­s tienen una impresión favorable del Partido Republican­o, mientras que el 60 por ciento tiene una impresión desfavorab­le (las cifras del Partido Demócrata fueron 44 por ciento favorables y 42 por ciento desfavorab­les).

La gracia salvadora para los republican­os, sin embargo, es que los jóvenes votan a tasas significat­ivamente más bajas que los votantes de más edad en los que el Partido Republican­o confía. O al menos usualmente lo hacen: veremos si los demócratas finalmente pueden cambiar la tendencia este año. De cualquier manera, es probable que sigamos sosteniend­o esta pelea mientras vivamos.

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