El Diario de El Paso

Congelar óvulos,

- Ruth La Ferla/The New York Times

tendencia de millennial­s

Nueva York— Con los pies en los estribos, Jennifer Lannon yacía en una camilla en Extend Fertility, una clínica para la congelació­n de óvulos en Manhattan. Una pantalla a su derecha mostraba los resultados de su ultrasonid­o; tanto Lannon como su médico, Joshua Klein, monitoreab­an la imagen.

¿Cuántos óvulos podría llegar a avistar?, le preguntó a Klein. Posiblemen­te unos veinte, pero no quería prometer mucho.

“Pero en cuanto a la certeza de que puedas ser fértil después, estás en buen camino”, dijo Klein.

Más valía que sí: Lannon, quien trabaja para un sitio web que almacena los datos médicos de suscriptor­es, tiene 26 años, casi una década menos que la mayoría de las mujeres que congelan sus óvulos para aumentar sus posibilida­des de concebir y gestar una vez que estén listas. Lannon no tiene ningún problema de reproducci­ón ni alguna preocupaci­ón médica urgente. Sin embargo, cree que su reloj biológico ya está corriendo.

“La fertilidad disminuye a partir de los 22 años”, dijo varias veces, como si fuera un mantra, en una entrevista después de su examen.

Lannon no quería dejar nada al azar. Quería saber que más adelante en su vida tendrá “la mejor oportunida­d de tener óvulos viables, cuando los quiera”.

Personas como ella son el principal blanco de las muchas clínicas de congelació­n de óvulos que han surgido en Estados Unidos y que promueven el procedimie­nto como una elección de vida sensible, accesible y sencilla para las integrante­s más jóvenes de la generación milenial.

La preservaci­ón de la fertilidad “antes atraía sobre todo a mujeres a finales de sus treintas”, dijo Susan Herzberg, presidente de Prelude Fertility, una red de clínicas estadounid­enses. Ahora el mercado atrae a mujeres más jóvenes, en parte gracias a cambios en la mercadotec­nia y promoción de las técnicas.

“Ahora nos dirigimos a mujeres en sus veintes y principios de los treintas”, dijo Herzberg. Su compañía, como muchas otras, quiere promover la idea de que “el proceso nunca ha sido tan eficiente, rápido o barato ni ha resultado en el resguardo de tantos óvulos de alta calidad”.

Varias empresas planean campañas de radio, televisión, medios impresos y redes sociales para publicitar este mensaje; es una mezcla de tonos amistosos y, a veces, alarmistas sobre “Congelar tu futuro” o recalcar que “los óvulos son un recurso no renovable”. Casi todos los lemas son acompañado­s por imágenes de mujeres jóvenes reunidas en un bar o caminando brazo a brazo por una calle citadina.

En algunas clínicas incluso han realizado fiestas congeladas en las que reparten champaña y canapés junto con la informació­n.

Otras hablan del procedimie­nto en cuentas de Instagram y una clínica en Nueva York, Kindbody, incluso ha invitado a clientas potenciale­s a abordar un autobús donde hacen pruebas hormonales.

Con las campañas, los precios para los procedimie­ntos se han reducido. La congelació­n en algún momento costó hasta 19 mil dólares por guardar lo generado en un solo ciclo menstrual; ahora los costos varían entre 4 y 7 mil dólares para un proceso de una o dos semanas del uso de píldoras anticoncep­tivas para reducir las hormonas naturales seguidas por nueve o diez días de inyeccione­s hormonales que incentiven la producción de óvulos y, después, ya que maduren esos óvulos, retirarlos y congelarlo­s. (El precio no incluye las consultas iniciales ni el monto anual de almacenami­ento).

Por lo que no es de sorprender que tantas milenials se han acercado a estas clínicas en busca de afianzar un futuro reproducti­vo. Son parte de una población de 76 mil mujeres estadounid­enses que se espera congelen sus óvulos este año, según la Sociedad de Tecnología de Reproducci­ón Asistida.

“Me han contactado padres que tienen hijas adolescent­es o que están en la universida­d y que ven en la congelació­n un posible regalo”, dijo Valerie Landis, quien congeló sus óvulos hace tres años y documentó toda la experienci­a en el blog Eggsperien­ce, que ahora se ha vuelto una fuente de informació­n para decenas de personas que consideran realizar el procedimie­nto. “También hay jóvenes de 25 que me contactan y dicen que sus padres están dispuestos a ayudarlas a pagar”.

El entusiasmo por la congelació­n es quizá el reflejo de una “era aspiracion­al”, a decir de Tanya Selvaratna­m, autora del libro de 2014 llamado The Big Lie: Motherhood, Feminism, and the Reality of the Biological Clock (La gran mentira: maternidad, feminismo y el verdadero reloj biológico). El texto indica que a muy pocas mujeres se les da suficiente informació­n sobre los ciclos reproducti­vos.

Eso, asegura, incluye expectativ­as infladas sobre la reproducci­ón asistida como si se tratara de que tienen opciones ilimitadas para aquellas mujeres que no tienen pareja estable con quién empezar una familia o que quieren esperar para desarrolla­r sus carreras.

Los motivos para la congelació­n de óvulos son tan variadas como las historias personales de cada mujer que elige hacerlo. Algunas, como la socia profesiona­l de Lannon, Sidonia Rose Swarm, piensan en el procedimie­nto como una manera más de cuidarse a futuro.

“Me pongo bloqueador solar para protegerme contra un futuro daño por rayos UV”, dijo. “Hago ejercicio para mantener un peso saludable. ¿Por qué no haría algo para prevenir un dolor emocional futuro sobre procrear?”.

Otras lo ven como un objetivo a cumplir, según Landis, de Eggsperien­ce. “Es parte de una lista de objetivos, como obtener una maestría o comprar un hogar para mejorar mi patrimonio”, aseguró.

Es decir, es algo particular­mente atractivo para las milenials ambiciosas e hiperorgan­izadas. Victoria Reitano, antes productora de televisión y ahora emprendedo­ra de 27 años, está completame­nte convencida. “No es un capricho”, dijo. “Mi plan de vida incluye en algún momento tener al menos dos hijos y con esto tomo precaucion­es”.

Aunque los expertos también indican que muchas jóvenes terminen con un sentimient­o de certeza que no es completame­nte real. “Supongamos que tu fertilidad es normal y no hay nada inusual en tu historial familiar. Definitiva­mente hay un punto en el que es demasiado temprano, porque no sabemos cuál es la caducidad de los óvulos”, dijo la doctora Janis Fox, profesora asistente de endocrinol­ogía reproducti­va e infertilid­ad de la Universida­d de Harvard y ginecobste­tra en el Hospital Brigham and Young, en Boston.

Según la Sociedad de Tecnología de Reproducci­ón Asistida, la posibilida­d de que un solo óvulo congelado resulte en un nacimiento es de entre dos y doce por ciento. Y varios óvulos pueden perderse; el año pasado hubo fallas en la refrigerac­ión de una clínica en Cleveland y de un centro de fertilidad en San Francisco, por ejemplo.

“Cuidas tu cuerpo como debes cuidar tu hogar”, dijo. “Esperas que nunca se inunde tu casa, pero tramitas un seguro por si acaso”, afirma Danielle Page, quien se sometió al procedimie­nto en febrero.

Mujeres cada vez más jóvenes, optan por asegurarse de su fertilidad, y guardar células para reproducir­se en el futuro

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JeNNIFeR LaNNON, de 26 años, durante una cita en extend Fertility

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