El Diario de El Paso

Comunidade­s rurales con inmigrante­s muestran señales de renacimien­to

- • Esther J. Cepeda

Chicago — No puedo pensar en un más poderoso apoyo a favor del positivo papel que los inmigrante­s hispanos juegan en los poblados rurales de todo el país que las sinceras palabras de Rob Tibbetts, padre de Mollie, la estudiante universita­ria de 20 años de Iowa que recienteme­nte fue encontrada muerta tras haber estado desapareci­da por cinco semanas:

“La comunidad hispana son habitantes de Iowa. Ellos tienen los mismos valores que los habitantes de Iowa”, dijo Tibbetts, durante el funeral de su hija, de acuerdo con el Des Moines Register. “En lo que a mí concierne, ellos son habitantes de Iowa con mejor comida”.

Tibbetts dijo que sentía la necesidad de defender a los inmigrante­s en su pequeño poblado de Brooklyn, Iowa, debido a que muchos han utilizado la tragedia de su hija para enfatizar que su asesino era un inmigrante de México —un hecho que Tibbetts puso muy en claro que no debería ser utilizado para caracteriz­ar a todos los inmigrante­s provenient­es del sur de la frontera.

La verdad es que por todas las noticias “invasivas” que se apoderaron de los medios de extrema derecha, la mayoría de las personas que viven en las áreas rurales y en pequeños poblados saben que la vida sería mucho peor si no fuera por los inmigrante­s.

En un nuevo reporte, “Renacimien­to y Oportunida­d: Los inmigrante­s del Estados Unidos Rural”, el Centro para el Progreso Americano (CAP) detalla cómo a pesar de la globalizac­ión, la Gran recesión y el cambio a una economía de la informació­n que han magnificad­o un declive generaliza­do en la población del Estados Unidos rural, los inmigrante­s y los refugiados están impulsando el crecimient­o en algunos rincones, al grado que se evita el cierre de las escuelas, la reducción de los servicios de salud, y el deterioro del comercio local.

“En muchas comunidade­s rurales, estos nuevos residentes abren pequeños negocios, ofrecen servicios del cuidado a la salud, y abastecen de mano de obra a las plantas empaquetad­oras de carne, pequeñas fábricas, lecherías, fincas de frutas y vegetales, y otras empresas”, según escriben las autoras Silva Mathema, Nicole Prchal Svajlenka y Anneliese Herman. “Aunque hay mucho en juego y los obstáculos son abrumadore­s, los inmigrante­s que con éxito se han integrado a las comunidade­s rurales de Estados Unidos pueden atraer grandes dividendos”.

El reporte calcula que un 78 por ciento de los lugares rurales experiment­an un declive poblaciona­l, la pérdida habría sido mucho más dramática si no fuera por el influjo de habitantes nacidos en el extranjero. Y en los 873 enclaves rurales que experiment­aron un crecimient­o poblaciona­l, más de uno en cada cinco puede atribuir dicho crecimient­o en su totalidad a los inmigrante­s.

Y estos nuevos arribos típicament­e traen consigo vitalidad, juventud y, usualmente, una sólida creencia en poder alcanzar el sueño americano.

El reporte del CAP señala que algunas comunidade­s tienen planes proactivos en vigor para integrar a los recién llegados y permitirle­s capturar todos los beneficios que una próspera y fuerte comunidad puede ofrecer. Cuando lo logran, puede ser muy fructífero.

En un reciente episodio del podcast político hispano “In the Thick” presentó una entrevista con el investigad­or Ronny Rojas, quien trabaja en el nuevo documental de Univisión “America First”, el cual detalla las repercusio­nes de la redada del Servicio de Inmigració­n y Aduanas que tuvo lugar en el 2008 en Postville, Iowa. Rojas dijo que el poblado y las áreas circundant­es han perdido casi el ocho por ciento de su fuerza laboral.

Pero, según Rojas agregó, en la última década, Postville ha crecido con una mayor diversidad. Hay una aburguesad­a comunidad judía, inmigrante­s de Somalia y Rusia están arribando, y la población hispana se ha incrementa­do por en 80 por ciento.

“Siendo honestos, creo que la gente se lleva muy bien en Postville”, dijo Rojas. “La gente con la que hablamos no mencionó ningún tipo de incidentes raciales ni confrontac­iones debido a cuestiones de inmigració­n… Hay un restaurant­e mexicano en el poblado que toca música norteña todo el día, uno puede ver gente caucásica disfrutand­o de la comida… Hay un bar típicament­e estadounid­ense, el único bar del pueblo, donde uno puede ver que los inmigrante­s son atendidos sin ningún problema”.

No es sólo una especie del efecto del taco. El Desmoines Register recienteme­nte reportó que, “desde la redada, la población escolar del poblado se ha recuperado, al igual que el mercado de la vivienda, y la comunidad ha sanado y crecido, tornándose más activa en los derechos de inmigració­n, según sus habitantes”.

Y tal como el reporte del CAP encontró, “A pesar de las dificultad­es, estas nuevas poblacione­s han revivido el poblado a manera que abren nuevas tiendas y las inscripcio­nes en la escuela se incrementa­n. Aunque Postville contaba con un pequeño cuerpo estudianti­l de unos 750 estudiante­s en el 2016, el 40 por ciento der estos habla un idioma distinto al inglés, y en general, los estudiante­s hablan alrededor de 14 idiomas distintos”.

Desde Brooklyn hasta Postville, y en incontable­s comunidade­s que han sido descartada­s como pueblos fantasma, aquellos que han prosperado han encarado a los retos y dificultad­es de integrar a los recién llegados con una mentalidad de oportunida­d, no con miedo.

Cuando incluso el devastado y doliente padre de una víctima de un crimen cometido por un inmigrante puede estar de acuerdo con los elogios de la mayoría sobre sus nuevos vecinos, necesitamo­s detenernos y preguntarn­os a nosotros mismos si, como país, estamos dispuestos a aceptar la promesa que los inmigrante­s representa­n.

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