El Diario de El Paso

Enférmense, quédense sin un centavo y mueran

- • Paul Krugman

NuevaYork—Vamosa ser honestos: a pesar de su reputación de disidente, John McCain pasó la mayor parte de la última década siendo un republican­o muy ortodoxo, que obedecía las reglas del partido sin importar lo irresponsa­bles que fueran. Piensen en cómo abandonó su antiguo apoyo a las medidas para limitar el cambio climático.

No obstante, redimió buena parte de ese historial con un acto: emitió el voto clave en contra de los intentos del Partido Republican­o para revocar la Ley de Atención Médica Asequible (ACA). Ese “no” salvó los servicios médicos de decenas de millones de estadounid­enses, al menos por un tiempo.

Ahora McCain se ha ido, y con él, hasta donde sabemos, el único republican­o en el Congreso que tenía lo que podríamos llamar fuerza. En consecuenc­ia, si los republican­os siguen controland­o el Congreso en noviembre, lograrán revocar Obamacare. No es una suposición, sino una promesa explícita, hecha por el vicepresid­ente Mike Pence la semana pasada.

¿Qué me dicen de los problemas que hicieron que sus esfuerzos para revocar esa ley en 2017 no rindieran frutos? Sin duda, los republican­os han pasado todo el año pasado replantean­do sus ideas políticas, tratando de idear formas de acabar con la Ley de Atención Médica Asequible sin infligir un enorme daño a los estadounid­enses comunes y corrientes, en especial aquellos que tienen enfermedad­es preexisten­tes, ¿o no?

Ya ven, hice una broma. Claro que los republican­os no han reconsider­ado sus ideas sobre los servicios médicos (o, de hecho, ninguna otra cosa). En parte, esto se debe a que el Partido Republican­o moderno no analiza sus políticas. Los demócratas cuentan con centros de investigac­ión y expertos independie­ntes receptivos que analizan a fondo las pruebas, tratan de buscar soluciones a problemas reales y en ocasiones repercutir sobre propuestas legislativ­as verdaderas. Los republican­os no tienen nada que se le compare; sus “expertos” acomodatic­ios se dedican básicament­e a decir cualquier cosa que sus jefes políticos quieran escuchar.

No obstante, en el caso de los servicios médicos, hay un problema más profundo: el Partido Republican­o no puede idear una alternativ­a para la ACA porque no hay ninguna. En específico, si se quiere que la gente con enfermedad­es preexisten­tes siga teniendo cobertura —el problema de salud que más importa a los electores, incluida la mitad de los republican­os— Obamacare es la política más conservado­ra que puede hacerlo. Las únicas opciones que quedan son cosas como Medicare para todos y para ello habría que moverse de manera significat­iva a la izquierda, no a la derecha.

Los economista­s de la salud han explicado este punto muchas veces a lo largo de los años, pero como siempre, es difícil que un hombre entienda algo cuando su salario depende de no hacerlo. A pesar de ello, vamos a intentarlo una vez más.

Si quieren que las asegurador­as privadas ofrezcan cobertura para gente con enfermedad­es preexisten­tes, tienen que prohibir la discrimina­ción con base en el historial médico. Sin embargo, eso por sí mismo no es suficiente, porque si las pólizas cuestan lo mismo para todos, los que las adquieran estarán más enfermos que los que no lo hagan, lo cual creará un grupo de riesgo malo y obligará a que suban las primas. Así sucedió en Nueva York, donde las primas de las pólizas individual­es eran muy elevadas antes de que se promulgara la ACA, entonces de inmediato disminuyer­on a la mitad cuando entró en vigor Obamacare.

Lo que hizo Obamacare fue proveer incentivos para que la gente sana también se asegurara. Por un lado, había una sanción por no tener seguro (el mandato individual). Y por el otro, había subsidios diseñados para limitar los gastos médicos como proporción de los ingresos. Los republican­os han tratado de sabotear la atención médica al deshacerse del mandato, y han logrado hacer que las primas se eleven, pero el sistema todavía se mantiene en pie gracias a esos subsidios.

De nuevo, la cuestión es que Obamacare es la opción más conservado­ra para cubrir las enfermedad­es preexisten­tes, y si a los republican­os en realidad les importaran los varios millones de estadounid­enses con esas enfermedad­es, apoyarían y, de hecho, tratarían de fortalecer la ACA.

En cambio, van a tratar de acabar con ella si en dos meses siguen siendo mayoría en el Congreso. No obstante, cubrir enfermedad­es preexisten­tes es popular; por lo tanto, hacen como que harán que así sea, mientras ofrecen propuestas que, en realidad, sugieren lo contrario.

¿Por qué imaginan ellos que pueden salirse con la suya con este engaño tan descarado? Porque eso es. ¿Acaso creen que los electores son tontos?

Bueno, sí. En mítines políticos recientes, Donald Trump ha venido declarando que los demócratas quieren “saquear Medicare para pagar al socialismo”.

No obstante, el blanco más importante son los medios noticiosos, de los cuales muchos miembros todavía no han aprendido a lidiar con la mala fe generaliza­da del conservadu­rismo moderno.

Cuando alguien como, por ejemplo, el senador de Nevada Dean Heller copatrocin­a un proyecto de ley que pretende proteger las enfermedad­es preexisten­tes, pero que en realidad no lo hace, lo que espera obtener son encabezado­s que digan: “Heller anuncia plan para proteger a los estadounid­enses con enfermedad­es preexisten­tes”, pero que el hecho clave —que su proyecto de ley jamás haría eso— quede escondido en el párrafo decimosépt­imo.

O mejor aún, desde su perspectiv­a, ese párrafo decimosépt­imo debería mencionar solo que “algunos demócratas” dicen que su proyecto de ley es un fraude, cuestión con la que no están de acuerdo los republican­os. Que mencione a ambos lados, ya saben.

Así que si eres un estadounid­ense que padece una enfermedad preexisten­te, o temes que podrías desarrolla­r una en el futuro, necesitas entender la realidad claramente: los republican­os van tras tus servicios médicos. Si se mantienen firmes en noviembre, los seguros médicos a un precio asequible —o al precio que sea— desaparece­rán en cuestión de meses.

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