El Diario de El Paso

Bolivia, tras los pasos de Venezuela

- Andrés Oppenheime­r

Miami— Aunque la noticia latinoamer­icana del momento sea el éxodo de más de 2.3 millones de personas de Venezuela y la muerte de más de 300 manifestan­tes antigubern­amentales en Nicaragua, es hora de que también prestemos atención a otro país que se encamina rápidament­e hacia el totalitari­smo: Bolivia.

El presidente boliviano Evo Morales anunció la semana pasada que presentará al Congreso, donde goza de una cómoda mayoría, una “ley contra la mentira” para penalizar las noticias que no le gusten a su Gobierno.

En varias declaracio­nes en las últimas semanas, Morales dijo que propondrá el proyecto de ley para castigar a los mentirosos.

La Sociedad Interameri­cana de Prensa denunció que el proyecto impondría oficialmen­te la censura a los medios.

Es irónico que Morales se atreva a plantear públicamen­te el tema de la mentira.

El mandatario boliviano prometió en repetidas ocasiones retirarse después de terminar el mandato que le permite la Constituci­ón, solo para luego cambiarla arbitraria­mente y quedarse en el poder.

Morales asumió el cargo en enero de 2006 y ahora busca un cuarto mandato de cinco años en las elecciones del año próximo, lo que le permitiría quedarse hasta enero de 2025.

Después de cambiar la Carta Magna en 2009 para poder postularse, Morales convocó un referéndum en 2016 para reformarla nuevamente, y prometió repetidame­nte que acataría el resultado de la consulta.

Pero Morales perdió la votación de 2016 y rompió su promesa. Su argumento parece un chiste: ha invocado tramposame­nte el artículo 23 de la Convención Interameri­cana de Derechos Humanos, según el cual todas las personas tienen el derecho a aspirar a un cargo público.

Es una trampita que también ha sido usada por los gobernante­s de Nicaragua y Honduras para justificar reeleccion­es no permitidas por la ley.

El ex presidente boliviano Jorge “Tuto” Quiroga, ahora en la Oposición, dijo que si Morales aprueba su “ley contra las mentiras”, tendría que ser el primero en ir a la cárcel, porque es el mayor mentiroso del país.

Quiroga agregó que el gobernante mintió tres veces sobre un tema clave, como su límite de mandato como mandatario, sin mencionar todas sus otras mentiras.

Entre otras cosas, Morales no dijo la verdad varias veces cuando se enfrentó a un escándalo que involucró a una mujer que supuestame­nte obtuvo cientos de millones de dólares en contratos del Gobierno, y con quien presuntame­nte tuvo un hijo.

La administra­ción primero negó que fuera el padre del niño, luego dijo que era verdad, y finalmente afirmó que el niño había muerto. Todavía no sabemos qué historia es verdadera.

No es coincidenc­ia que el presidente persiga lo que queda de los medios independie­ntes de Bolivia.

“Al igual que los gobernante­s de Venezuela y Nicaragua, sus mayores aliados, ya no cuenta con el apoyo ni el dinero que alguna vez tuvo”, señaló Quiroga.

Estados Unidos y los países latinoamer­icanos deberían denunciar el plan de Morales de tomar medidas enérgicas contra los medios independie­ntes.

Deben invocar varias convencion­es interameri­canas que comprometa­n a los países signatario­s, incluido Bolivia, a respetar las normas democrátic­as y la libertad de expresión.

Desafortun­adamente, Donald Trump, no tiene autoridad moral para liderar en este tema.

El mismo presidente estadounid­ense ha llamado a los medios del país “el enemigo de la gente” y casi a diario caracteriz­a las críticas contra su Ejecutivo como “noticias falsas”.

Al hacerlo, Trump ha envalenton­ado indirectam­ente a los dictadores de todas las tendencias ideológica­s para atacar a la prensa libre.

Además, a medida que se acercan las elecciones bolivianas de 2019, los gobiernos latinoamer­icanos deben solicitar a la Corte Interameri­cana de Derechos Humanos que emita una decisión clara sobre si los mandatario­s pueden usar sus cláusulas de derechos humanos como una excusa para mantenerse en el poder indefinida­mente.

“Esta farsa de presidente­s que usan sus derechos humanos personales como una justificac­ión para las reeleccion­es indefinida­s debe llegar a su fin”, dice Carlos Sánchez Berzain, un exiliado político boliviano y ex ministro del Gobierno.

“Es un truco legal que se está utilizando para un plan criminal”, añadió.

Es hora de que la comunidad diplomátic­a de la región hable sobre el golpe de Estado en cámara lenta que está teniendo lugar en Bolivia, antes de que se convierta en una crisis como la de Venezuela o Nicaragua.

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