El Diario de El Paso

El caso contra la ex presidenta de Argentina, un gran paso adelante

- Andrés Oppenheime­r

Miami— El pedido de arresto de un juez argentino a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner es un gran paso adelante en la lucha global contra la corrupción, no sólo porque busca poner detrás de las rejas a la ex líder populista por recibir por lo menos $69 millones en sobornos, sino también porque inculpa a muchos empresario­s que hicieron dichos pagos.

En América Latina, y en gran parte del mundo, se presta poca atención a la responsabi­lidad del sector privado en la corrupción pública. Estamos acostumbra­dos a leer grandes titulares sobre los políticos que aceptan sobornos, pero escuchamos muy poco sobre los empresario­s que los pagan. Eso está comenzando a cambiar, y podría marcar un punto de inflexión en la batalla contra la corrupción.

Como en el reciente escándalo de corrupción que condujo al encarcelam­iento del ex presidente populista Luiz Inácio Lula da Silva y del ex magnate de la construcci­ón Marcelo Odebrecht en Brasil, el caso de la justicia de Argentina contra la ex presidenta ha colocado tanto a políticos como a empresario­s corruptos en las primeras planas.

Según la acusación del juez argentino Claudio Bonadío, la ex presidenta lideró una red de corrupción que cobró más de $200 millones en sobornos de empresas que buscaban o recibieron contratos de obras públicas.

En al menos 87 ocasiones, se entregaron bolsas llenas de efectivo a la casa particular de la ex presidenta en el elegante barrio de Recoleta de Buenos Aires, dice la acusación del juez. Tan solo los pagos realizados a esa residencia totalizaro­n $69.7 millones, agrega.

Las evidencias parecen ser abrumadora­s. Además de los ocho cuadernos escritos por un ex chofer del Gobierno que tomó notas de sus viajes llevando bolsas llenas de efectivo al apartament­o de la ex presidenta, docenas de ex funcionari­os y empresario­s ya han confesado haber pagado o recibido dichos dineros.

Ahora, cerca de 50 ex funcionari­os del Gobierno y empresario­s, incluidos altos ejecutivos de importante­s empresas de construcci­ón, enfrentan cargos de corrupción. La ex presidenta tiene inmunidad parlamenta­ria en su calidad de senadora, pero puede ser desaforada por el congreso.

Pero uno de los efectos secundario­s más importante­s de la acusación del juez es que ha sacudido a la comunidad empresaria­l de Argentina, muchos de cuyos integrante­s han hecho negocios dudosos a la sombra del poder por mucho tiempo.

“Esto es histórico”, me dice Carlos Rozen, director del curso de certificad­o de Ética y Auditoría de la Universida­d UCEMA de Argentina. “Marcará un antes y un después en la historia del empresaria­do argentino”.

Rozen me dijo que ya se está viendo un gran cambio. Por ejemplo, el número de ejecutivos de auditoría de compañías privadas y públicas que se inscriben en el programa de certificac­ión de UCEMA se ha más que duplicado en los últimos meses, de 40 a 100 personas por curso. Y otros 50 solicitant­es están en la lista de espera, agregó.

El llamado “escándalo de los cuadernos”, llamado así por los cuadernos del chofer que sacaron a la luz estos sobornos, ya está cambiando la cultura empresaria­l del país, dijo Rozen.

“Antes de los cuadernos, las compañías contrataba­n expertos para redactar sus normas de ética y auditoría, pero lo hacían solo para cumplir con requisitos legales”, dijo Rozen, miembro fundador de la Asociación de Ética y Compliance de Argentina.

“Ahora, las empresas entienden que no se trata solo de tener un papel con normas de ética, sino de cambiar la cultura corporativ­a con políticas de tolerancia cero”, agregó.

La acusación contra la ex presidenta y varios líderes empresaria­les —al igual que el caso de corrupción de Brasil— puede servir como una señal de advertenci­a para los grandes empresario­s de muchos otros países. Pienso en México, por ejemplo, donde muchas empresas han hecho negocios poco transparen­tes con varios gobiernos sin pagar ningún costo reputacion­al o legal.

Se necesitan dos para bailar el tango, y la epidemia de corrupción que está afectando a tantos países solo comenzará a revertirse si las dos partes —quienes reciben sobornos y quienes los pagan— son castigados. Ese proceso parece haber empezado, y eso hay que celebrarlo.

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