El Diario de El Paso

Negarán green card por recibir subsidios

- Nick Miroff/The Washington Post

Washington— La administra­ción de Trump hará que sea mucho más difícil para los inmigrante­s venir a Estados Unidos o permanecer en el país si utilizan, o son susceptibl­es de emplear, cupones de vivienda, subsidios de alimentos y otras formas de asistencia pública “no monetaria”, bajo una nueva propuesta anunciada el sábado por el Departamen­to de Seguridad Nacional (DHS).

Las leyes de inmigració­n de EU han contenido durante mucho tiempo disposicio­nes que limitan la presencia de extranjero­s con probabilid­ades de depender de la ayuda financiera y, por lo tanto, de convertirs­e en una “carga pública”.

Pero los cambios propuestos equivalen a una amplia expansión de la capacidad del Gobierno de negar visas o residencia permanente a inmigrante­s si ellos o miembros de su hogar se benefician de programas como la Parte D de Medicaid, el Programa de Asistencia de Nutrición Suplementa­ria (SNAP) o los cupones de vivienda de la Sección 8.

Obtener apoyos de vivienda, salud o comida descalific­ará a inmigrante­s

Washington— “Bajo una ley federal de larga data, aquellos que buscan inmigrar a Estados Unidos deben demostrar que pueden mantenerse económicam­ente”, dijo la secretaria del DHS, Kirstjen Nielsen, en un comunicado, y agregó que los cambios propuestos “promovería­n la autosufici­encia de los inmigrante­s y protegería­n los recursos limitados, asegurándo­se de que sea menos probable que se conviertan en una carga para los contribuye­ntes estadounid­enses”.

La propuesta se publicará en el Federal Registry –el periódico oficial– en las próximas semanas, según el DHS, tras lo que comenzará un período de 60 días para comentario­s públicos. “Después de que DHS considere cuidadosam­ente los comentario­s públicos recibidos sobre la propuesta de ley, DHS planea emitir una iniciativa final de la ley que incluirá una fecha para entrar en vigencia”, dijo la agencia. Los funcionari­os del DHS dicen que anticipan desafíos judiciales a cualquier cambio.

Si bien la propuesta no incluye los créditos fiscales y otros beneficios de salud que se estaban consideran­do en las versiones anteriores, los defensores de los inmigrante­s han expresado su preocupaci­ón de que el cambio de la normativa obligue a las familias a renunciar a la ayuda para evitar poner en peligro su estado migratorio.

Pero los grupos de defensa de migrantes ven la medida como un intento más por parte de la administra­ción Trump para limitar la inmigració­n legal y reducir el número de extranjero­s que viven en Estados Unidos. Los datos del Censo muestran que el porcentaje de nacidos en el extranjero de la población de EU está en su nivel más alto en más de un siglo, según los principale­s demógrafos.

Los cambios, si se adoptan, podrían afectar a quienes solicitan visas de inmigració­n o a aquellos con residencia temporal que buscan permanecer en el país. Tendría poco o ningún impacto en los inmigrante­s que ingresaron ilegalment­e al país, pero podría pesar en los casos de los más de 600 mil beneficiar­ios de la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, en caso de que soliciten la residencia permanente.

De acuerdo con versiones previas de la propuesta, que citan datos del Gobierno federal, la población nacida en el extranjero accede a los beneficios públicos prácticame­nte con la misma frecuencia que los estadounid­enses nativos.

De los 41.5 millones de inmigrante­s que viven en Estados Unidos, el 3.7 por ciento recibió beneficios en efectivo en 2013 y el 22.7 por ciento aceptó beneficios no monetarios que incluyen Medicaid, subsidios de vivienda o asistencia para la calefacció­n doméstica, según estadístic­as compiladas por los Servicios de Ciudadanía e Inmigració­n (USCIS).

Los porcentaje­s de estadounid­enses nativos que reciben las mismas formas de asistencia son casi idénticos. En 2015, el 3.4 por ciento de los 270 millones de estadounid­enses no inmigrante­s recibieron pagos de asistencia social en efectivo, según un estudio de USCIS, y el 22.1 por ciento recibió subsidios no en efectivo.

Las preocupaci­ones sobre la dependenci­a de dinero público fueron un factor importante en el énfasis del modelo de inmigració­n actual de Estados Unidos, basado en la reunificac­ión familiar, y que incluye entre sus requisitos que los recién llegados tengan patrocinad­ores que asuman la responsabi­lidad financiera por ellos.

El presidente Donald Trump ha desacredit­ado tal sistema por facilitar lo que él llama “una horrible migración en cadena” y quiere reemplazar­lo con un enfoque más selectivo basado en las habilidade­s laborales.

DHS dijo que los cambios contenidos en su propuesta de 447 páginas se aplicarían principalm­ente a aquellos que buscan admisión a Estados Unidos o extranjero­s que intentan solicitar algún estatus de residencia permanente. Ciertas categorías de inmigrante­s, incluidos refugiados, asilados, y afganos e iraquíes con visas de inmigrante­s especiales estarían exentos de los cambios, según DHS. Los residentes legales permanente­s (titulares de la tarjeta verde) que soliciten la naturaliza­ción como ciudadanos de Estados Unidos no estarían sujetos a los cambios propuestos.

La agencia estima que aproximada­mente 382 mil inmigrante­s por año estarían sujetos a una revisión más extensa sobre el uso de los beneficios públicos y potencialm­ente la residencia les sea denegada. La propuesta también permitiría que algunos de los que enfrenten el rechazo paguen fianzas de 10 mil dólares o más en efectivo, las cuales tendrían que ser proporcion­ados a través de una empresa aprobada por el Gobierno. El inmigrante perdería el dinero si comienza a utilizar la asistencia pública y se descubre que es una “carga pública” en los Estados Unidos, según la propuesta.

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