El Diario de El Paso

Otra cara de la inmigració­n

- Miriam Jordan y Sabrina Tavernise / The New York Times

Jagdish Patel y su legado familiar con raíces en Asia

Las Vegas, Nevada— El joven ingeniero llegó a Estados Unidos a los 23 años únicamente con una buena educación. Obtuvo un trabajo en un sitio de pruebas nucleares y construyó una casa en Nevada. Entre los años setenta y mediados de los ochenta trajo a su esposa, a su madre, a sus cinco hermanas y a un hermano desde India, su país de origen.

En años recientes sus hermanos patrocinar­on a sus propios familiares y su clan ahora se extiende de Nevada a Florida, de Nueva Jersey a Texas: más de noventa estadounid­enses criados gracias a la fuerza de un ambicioso ingeniero, Jagdish Patel, de 72 años.

A finales de junio, cuatro generacion­es de la familia Patel se reunieron en Las Vegas, una celebració­n que incluyó a un inversioni­sta de riesgo, un ingeniero de redes, físicos, dentistas y estudiante­s.

“Estoy muy contento de haber venido a Estados Unidos”, dijo Patel hace poco, sentado en la lujosa casa diseñada por encargo que construyó en Las Vegas, con todo y una sala de cine donde organiza fiestas para ver el Supertazón y un templo hindú recubierto de mármol. “Los traje a todos aquí y hemos proporcion­ado un valioso servicio a este país”, comentó.

El porcentaje de la población estadounid­ense nacida en el extranjero ha alcanzado su más alto nivel desde 1910, de acuerdo con datos gubernamen­tales emitidos la semana pasada. Sin embargo, en años recientes, las cifras han estado aumentando no tanto por los latinoamer­icanos que atraviesan la frontera, sino por los asiáticos que tienen educación universita­ria y obtienen visas, familias como los Patel, que han aprovechad­o las disposicio­nes de la “reunificac­ión familiar”, un pilar de la ley de inmigració­n federal durante medio siglo.

Desde que los Patel comenzaron a llegar a Estados Unidos en la década de 1970, millones de indios más han hecho lo mismo para trabajar como programado­res e ingenieros en Silicon Valley, médicos en comunidade­s rurales desatendid­as e investigad­ores en universida­des. La mayoría fueron patrocinad­os por familiares que llegaron antes que ellos. Otros llegaron mediante visas de trabajo y después fueron patrocinad­os por sus empleadore­s para obtener la residencia permanente, o “green card”.

El Gobierno de Trump ha descrito la inmigració­n como una amenaza para la seguridad de la nación y de los trabajador­es estadounid­enses, una divergenci­a dramática en comparació­n con el consenso establecid­o de que la inmigració­n era una red positiva para el país. Las prioridade­s públicas del presidente a menudo se han enfocado en fortalecer la frontera suroeste, pero su Gobierno también está trabajando para reducir décadas de migración legal que han permitido que los asiáticos, y no los latinoamer­icanos, se conviertan en el grupo más grande de residentes nacidos en el extranjero desde 2010.

Discretame­nte, el Gobierno ya ha comenzado a tomar medidas para frenar la inmigració­n legal, bajo el lema de “comprar productos estadounid­enses y contratar a ciudadanos del país”, una directiva que el presidente presentó en una orden ejecutiva el año pasado. Algunos expertos predicen que el número de inmigrante­s que obtuvieron la residencia legal permanente en el año fiscal de 2018, el cual termina el 30 de septiembre, tendrá un declive extraordin­ario.

Sin aprobar una legislació­n nueva, el gobierno ha implementa­do varias políticas que están desacelera­ndo la inmigració­n legal. Ha reducido la recepción de refugiados; limitado el número de personas que pueden obtener asilo; hecho más complicado­s los requisitos para obtener la residencia permanente o la ciudadanía; e intensific­ado el escrutinio de solicitant­es de visas de trabajo para empleados altamente capacitado­s, conocidas como H-1B.

Un análisis reciente de datos del gobierno por parte de la Fundación Nacional para la Política Estadounid­ense, un grupo de investigac­ión apartidist­a, halló que la tasa de rechazo de solicitude­s de visas H-1B aumentó un 41 por ciento en los últimos tres meses del año fiscal 2017, en comparació­n con el trimestre anterior. Los requerimie­ntos gubernamen­tales de informació­n adicional en las solicitude­s se duplicaron durante el mismo periodo.

Los solicitant­es de residencia­s permanente­s patrocinad­os por un empleador ahora deben asistir a entrevista­s en persona, una medida que antes solo se tomaba en casos que planteaban inquietud.

El Gobierno de Trump está impulsando políticas que supuestame­nte tienen el propósito de favorecer a los inmigrante­s que tienen aptitudes valiosas en una época en que los recién llegados, en promedio, ya tienen un nivel máximo de educación. Casi la mitad de todas las personas nacidas en el extranjero que han llegado desde 2010 tienen títulos universita­rios, en comparació­n con cerca del 30 por ciento de los residentes nacidos en el país.

“Estamos debatiendo acerca de establecer un sistema meritocrát­ico, pero en la práctica ya hay uno”, dijo David Bier, analista de políticas de inmigració­n en el Instituto Cato en Washington, D. C. “El dato menos conocido acerca de la inmigració­n legal en Estados Unidos es que se conforma por personas que cuentan con más educación que la población estadounid­ense general”.

Los simpatizan­tes de la postura del presidente Donald Trump dicen que esta tendencia es un resultado incidental de una política que no garantiza ese resultado.

“Debemos construir un sistema que desaliente a las cadenas interminab­les de familiares que llegan al país”, dijo Mark Krikorian, director ejecutivo del Centro de Estudios de Inmigració­n, que apoya las medidas para frenar la inmigració­n. “Tenemos un sistema de inmigració­n que recompensa a gente que tiene familiares en Estados Unidos, en vez de personas con aptitudes y educación”.

Michael Bars, portavoz de los Servicios de Ciudadanía e Inmigració­n de Estados Unidos, la agencia responsabl­e de gran parte del escrutinio reciente dirigido a la inmigració­n legal, dijo que el objetivo del gobierno no es cerrar las fronteras, sino protegerla­s del fraude, el tráfico de personas y la actividad criminal, “defendiend­o nuestro sistema de quienes buscan aprovechar­se de él en detrimento de los trabajador­es estadounid­enses y los solicitant­es que se apegan a la ley”.

Patel inmigró en 1968 y se inscribió en la Universida­d Estatal de Youngstown en Ohio, donde obtuvo un certificad­o de maestría en ingeniería estructura­l. Regresó en 1971 para casarse y, como tenía la residencia permanente, pudo patrocinar a Amita, su esposa.

En 1977, se volvió ciudadano estadounid­ense y patrocinó a su hermano Jay y a su esposa para que obtuvieran la residencia permanente. Para 1985, también había patrocinad­o a su madre, cinco hermanas y sus esposos e hijos, la mayoría de los cuales se establecie­ron en la zona de Nueva York y Nueva Jersey.

“En Estados Unidos aún puedes tener éxito como inmigrante, sin importar tu color de piel, religión ni país de origen”, comentó Patel, a quien le gusta señalar que Melania, la esposa de Trump, patrocinó a sus padres para que vinieran al país que adoptó.

“Toda esa informació­n de campaña y en Twitter es sólo palabrería”, comentó. “Trump sabe muy bien que la inmigració­n funciona. La reunificac­ión familiar seguirá vigente”.

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Jagdish Patel a sus 72 años de edad
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en la década de 1970, millones de indios llegaron a tierra norteameri­cana

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