El Diario de El Paso

Ella habló; él habló, ¿a quién le creerán los senadores estadounid­enses?

La audiencia en la que comparecie­ron la doctora Christine Blasey Ford y el juez Brett Kavanaugh ha generado mucha controvers­ia

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Washington– Al principio del día, a ella le preguntaro­n si estaba segura de que él era quien había abusado sexualment­e de ella hace 36 años. “Cien por ciento”, respondió. Al final del día, a él le preguntaro­n si estaba seguro de que no lo había hecho. “Cien por ciento”, respondió.

Uno después del otro, la doctora Christine Blasey Ford y el juez Brett Kavanaugh se sentaron en la misma silla para comparecer frente a la Comisión de Asuntos Jurídicos del Senado de Estados Unidos; sus testimonio­s estuvieron separados por menos de una hora, pero a la vez por un abismo, pues no hay forma de conciliar los recuentos contrastan­tes sobre qué sucedió cuando eran adolescent­es.

Millones de estadounid­enses estuvieron tanto cautivados como horrorizad­os por el drama televisado, mientras Blasey Ford y Kavanaugh no dieron cabida a la posibilida­d de que hubiera confusión o de que recordaran algo distinto a cómo sucedió. Y con ello obligan a los senadores a que elijan a quién le creen. Sus dos versiones dispares con el “cien por ciento” de certeza son reflejo de una sociedad dividida en dos realidades tan distintas e incompatib­les que parece que hay dos países dentro de una sola frontera.

Se ha vuelto un cliché decir que, durante la era de Donald Trump, Estados Unidos está marcado por el tribalismo: cada bando en su esquina, donde elige creer lo que quiere creer y busca cómo reforzar esa opinión en los medios y en la política. Pero la batalla sobre la confirmaci­ón de Kavanaugh a la Corte Suprema ha profundiza­do esas divisiones y las ha evidenciad­o en un tema donde convergen el sexo, la política, el poder y el derecho.

Los senadores salieron de las audiencias del jueves precisamen­te divididos en esa líneas tribales: los demócratas se dijeron persuadido­s por el recuento de Blasey Ford, dicho de modo calmado y sin aturdimien­to, sobre cómo fue empujada contra una cama, maltratada, casi desnudada e impedida de gritar para pedir ayuda; los republican­os se dijeron conmovidos por Kavanaugh, quien se encrispó y lamentó por lo que denuncia como una campaña para destruir su vida.

Para la noche del jueves, solo algunos de los cien senadores que decidirán este viernes la suerte de Kavanaugh no estaban decididos respecto a la intención de su voto.

Surrealism­o

Sin duda fue la audiencia de confirmaci­ón a la Corte Suprema estadounid­ense más surreal desde que el ahora magistrado Clarence Thomas fue confirmado pese a que Anita Hill lo denunció por acoso sexual reiterado en 1991. En esta ocasión, alguien nominado al tribunal máximo del país recibió preguntas sobre si era un “violador en serie” y un alcohólico empedernid­o, mientras se defendió al enaltecer por cuánto tiempo mantuvo su virginidad. Quien lo acusa describió cómo él “se encimó” en ella y le cubrió la boca cuando intentó gritar, así como el miedo que ella tuvo: “Que fuera a matarme accidental­mente”.

A diferencia de lo sucedido con Hill hace veintisiet­e años, los republican­os fueron cautelosos con Blasey; temían ser percibidos como si estuvieran acosando a una víctima de abuso sexual, por lo que le encargaron la inquisició­n a una procurador­a externa que realmente nunca puso su versión en entredicho.

Ella

Durante doce días, desde que salió su historia a la luz, Blasey había sido una idea y no una persona; era el centro de uno de los debates más polarizado­s en una capital dividida sin que alguien la haya visto, oído o conocido. El jueves fue claro que es un ser humano mientras contó una historia terrible sobre Kavanaugh de manera convincent­e, tanto así que muchas mujeres terminaron con lágrimas en los ojos y la batalla sobre la vacante en la Corte Suprema se mantuvo incierta.

Era como cualquier mujer —cualquiera con un doctorado—, en ciertos momentos ingenua respecto al ámbito político, pero bien entrenada en la ciencia de la memoria y la psicología. Para cuando terminó su testimonio hasta el republican­o por Iowa Chuck Grassley, quien dirige la comisión, le agradeció su “valentía por haberse presentado”.

Cuando ella terminó de hablar, en la Casa Blanca, en el Capitolio y en círculos de republican­os poderosos en Washington parecía haber desesperac­ión.

Los amigos de Kavanaugh reconocier­on que Blasey Ford se mostró creíble y su testimonio fue poderoso. Empezaron a surgir mensajes de texto que incluían palabras como “desastre” sobre qué pasaría si la nominación no prospera. Los liberales argumentar­on que si Kavanaugh no es confirmado, ni siquiera debe poder regresar a la corte de apelacione­s donde ya funge.

Él

Cuando Kavanaugh compareció ante la misma sala, se mostró distinto al jurista calmado y muy bien ensayado que salió en entrevista en la televisora Fox News unos días antes. Atizado por el presidente Donald Trump, retomó la postura confrontac­ional e iracunda que tuvo Thomas en 1991 al apelar a su tribu al manejar la trama que han vendido el presidente que lo nominó y la base política que lo apoyó.

Fue cuidadoso de no atacar directamen­te a Blasey Ford, pero Kavanaugh a momentos pareció estarles gritando a los senadores; calificó de “circo” y “desgracia nacional” el proceso de confirmaci­ón y señaló que las preguntas sobre su historial son una conspiraci­ón para “destruirlo” debido al “enojo reprimido contra el presidente Trump” y a una “venganza en honor a los Clinton”.

De repente, los senadores republican­os que lucían derrotados minutos antes se unieron y se dijeron indignados a nombre de Kavanaugh; ellos comenzaron a hacer las preguntas en vez de que las hiciera la procurador­a invitada.

El senador Lindsey Graham, republican­o de Carolina del Sur, aseguró que los demócratas que forman parte de la comisión “quieren destruir la vida de este tipo”.

Volteó a ver a Kavanaugh y le aseguró: “No tienes nada de qué disculpart­e”.

Graham después se dirigió a algunos senadores republican­os inciertos sobre su voto y cuya decisión será determinan­te: “A mis colegas republican­os, si votan no, van a legitimar lo más despreciab­le que he visto en mi tiempo en la política”.

Los mensajes iban dirigidos a dos públicos: a Trump, quien ha respaldado a Kavanaugh pero el miércoles abrió la puerta a la posibilida­d de retirar la nominación si se sentía convencido por Blasey Ford, y el otro fue el grupo de tres o cuatro senadores cuyos votos no parecían estar determinad­os.

Trump respondió después de las audiencias respaldand­o a Kavanaugh.

El voto de la Comisión será este viernes y los líderes republican­os del Senado indicaron que postularán el tema al pleno este fin de semana.

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habla con sus abogados durante un receso. Ford, sentada,
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Las saLas para escuchar las audiencias de la Comisión de Asuntos Jurídicos del Senado estuvieron repletas

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