El Diario de El Paso

ESTADOS UNIDOS

el gran proveedor de armas

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Entre los miles de inmigrante­s que han estado llegando a través de la frontera de EE. UU y México en los últimos meses, muchos están tratando de escapar de la violencia de pandillas y drogas que se libra en sus países de origen. ¿El arma de elección utilizada para intimidarl­os? A menudo un arma de fabricació­n estadounid­ense.

Si bien el flujo de drogas e inmigrante­s a los Estados Unidos ha sido bien documentad­o durante décadas y se ha convertido en una parte regular del debate político, a menudo se pasa por alto cómo las pandillas y los cárteles de la droga explotan las debilidade­s en la frontera para contraband­ear armas desde los Estados Unidos hasta Latinoamér­ica.

Un informe de 2013 de la Universida­d de San Diego dice que la cantidad de armas de fuego traídas de contraband­o desde los Estados Unidos fue tan significat­iva que casi la mitad de los traficante­s de armas estadounid­enses confían en ese negocio para mantenerse a flote. En promedio, un estimado de 253 mil armas de fuego cada año se compran expresamen­te en los Estados Unidos para ser enviadas a México, según el informe, la gran mayoría de las ventas originadas en los estados fronterizo­s de California, Texas, Nuevo México y Arizona.

Una vez en México, las armas terminan en manos de los carteles de la droga o se envían a pandillas en Honduras, Guatemala y El Salvador, países que enfrentan una epidemia de violencia con armas de fuego.

Los asaltos armados en el transporte público son frecuentes en Honduras, donde casi la mitad de las armas no registrada­s se originaron en los Estados Unidos, según reporta la Oficina Federal de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos.

La violencia con armas de fuego en El Salvador está tan extendida que el país ha estado promediand­o más de un tiroteo por día entre la Policía y las pandillas este año, dijo Ricardo Sosa, un criminólog­o especializ­ado en pandillas y seguridad en El Salvador.

“En cada una de estas operacione­s, la policía puede incautar entre dos y seis armas de fuego en la escena”, dijo. “Ese es uno de los indicadore­s de que las pandillas están armadas en muchas ocasiones con armas largas y cortas para cada uno de sus miembros”.

El año pasado México registró el mayor número de asesinatos en casi dos décadas, con más de 31 mil personas muertas, más que en la guerra contra las drogas del país en 2011. Continúa sin cesar, con un promedio de 88 personas muertas cada día en los primeros cinco meses de este año.

El derramamie­nto de sangre en Guatemala, Honduras y El Salvador ha sido un gran impulsor de la inmigració­n a los Estados Unidos. El Gobierno dijo que casi 160 mil familias cruzaron la frontera solo en agosto, muchas de ellas de esos tres países.

Los grupos de control de armas sostienen que el Gobierno de los Estados Unidos esencialme­nte está exportando la violencia de pandillas a América Latina con leyes de armas permisivas, lo que a su vez crea una crisis de inmigració­n en la frontera.

“Si el Gobierno de Trump tomara en serio el hecho de querer evitar que los refugiados huyan de la violencia en América Latina y México para que vengan al norte, estarían haciendo algo sobre el tráfico de armas hacia el sur que está alimentand­o gran parte de esa migración”, dijo Adam Skaggs, asesor principal con el Centro de Derecho Giffords.

Los activistas de los derechos de las armas de fuego dicen que el problema es exagerado y mal caracteriz­ado. La National Rifle Associatio­n y otros grupos de derechos de armas sostienen que la forma más efectiva de combatir el problema no es con leyes de armas más estrictas, sino mediante la erradicaci­ón de los carteles de la droga y otras empresas criminales.

Dicen que los números están inflados y que la industria ha buscado de manera proactiva educar a los comerciant­es de armas con licencia sobre cómo detectar “compras de paja”, en las que se compra un arma de fuego expresamen­te para dársela a alguien que de otra manera no podría tener legalmente un arma.

“Obviamente, México tiene un gran problema con la corrupción desenfrena­da que claramente no se puede culpar de los Estados Unidos”, dijo la ANR en un documento de posición sobre el tema en 2009.

“Al mismo tiempo, México tiene leyes de armas extremadam­ente prohibitiv­as, pero tiene mucho peor crimen que los Estados Unidos.”

Bajo la administra­ción de Obama, las autoridade­s federales lanzaron una operación llamada Rápido y Furioso que permitió a los delincuent­es comprar armas de fuego con la intención de rastrearla­s a organizaci­ones criminales. Pero el ATF perdió la mayoría de las armas, incluidas dos que fueron encontrada­s en la escena del asesinato de un agente de la Patrulla Fronteriza de los Estados Unidos. En 2011, se requirió que los traficante­s de armas a lo largo de los estados fronterizo­s reportaran a la ATF cada vez que alguien comprara dos o más armas largas semiautomá­ticas en un período de cinco días.

El presidente Donald Trump emitió una orden ejecutiva en 2017 como respuesta al tráfico de armas, y ordenó a las agencias federales que incrementa­ran el proceso para perseguir a los delincuent­es extranjero­s y mejorar la coordinaci­ón entre las agencias federales a lo largo de la frontera. Atrapar las armas en la frontera es un desafío en varios niveles. No son tan detectable­s como los envíos de medicament­os, y se pueden desarmar y cargar con productos legales que se abren camino desde los Estados Unidos.

“La efectivida­d de este tipo de contraband­o de armas sigue siendo muy alta. No se necesita mucho”, dijo David Shirk, uno de los autores del informe de la Universida­d de San Diego.

Los expertos dicen que una de las razones principale­s por las que el tráfico de armas sigue siendo una de las principale­s mercancías que fluyen desde los Estados Unidos hacia América Latina es la ganancia

El agente retirado de ATF Bernard Zapor notó que un arma de fuego de plataforma AR que vende al por menor en los Estados Unidos por $ 1,000 puede recaudar más de $4,000 en México. Una caja de munición que podría costar menos de $200 podría costar $3,000.

“No están comprando la vieja escopeta del abuelo que ha estado tirada y encontrada en un cobertizo”, dijo Zapor. “Están comprando nuevos Colt AR-15s”.

Pandillas y los cárteles de la droga explotan las debilidade­s en la frontera para traficar desde Norteameri­ca hasta Latinoamér­ica

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