El Diario de El Paso

Sálvanos, Texas

- Michelle Goldberg

Nueva York – El sábado por la noche, al final de una horrible semana en la política estadounid­ense, hubo una sensación desconocid­a en Austin, Texas: la esperanza.

Más de 50 mil personas asistieron a un parque de la ciudad para escuchar al legendario músico Willie Nelson interpreta­r sus canciones en un mitin de Beto O’Rourke, el congresist­a demócrata de El Paso, quien está inmerso en una reñida competenci­a contra el empalagoso y macabro Ted Cruz.

Muchos eran jóvenes – la actuación de Nelson empezó después de las 10 p.m. – vistió una camiseta que decía Beto y ondeó banderas del candidato.

Cerca de allí, en un abarrotado restaurant­e se anunciaba la “cerveza Beto”. En la atmósfera había una energía ligerament­e delirante que uno siente cuando una campaña política se convierte en un movimiento.

Poco antes del mitin, vi a Evan Smith, el director y cofundador de The Texas Tribune, quien entrevistó a O’Rourke en el escenario de un auditorio cercano.

Fue asombroso cuánto nos recordó el candidato a Barack Obama en el 2008, y no sólo debido a su desgarbado magnetismo. Al igual que Obama, O’Rourke es un progresist­a sin complejos aunque ofrece una visión de la unidad nacional post-partidista.

Trata a su audiencia con demasiada destreza para los clichés políticos. Cuando Smith le preguntó si planeaba comportars­e negativame­nte contra Cruz, se burló de los ataques publicitar­ios que incluyen fotos distorsion­adas y una música amenazante.

“Estamos hartos de eso”, dijo, aunque usó un término más picante para “eso”.

Al igual que Obama, O’Rourke está empleando la esperanza en lugar del temor, le brota la compasión y habla acerca del “poder y la alegría”.

Christine Allison, una republican­a que se convirtió en independie­nte, es presidenta de la empresa que publica D Magazine, una revista citadina para Dallas, y es una de las simpatizan­tes más apasionada­s de O’Rourke.

“Él nos escucha”, me dijo, agregando que él tiene lo que los cristianos catalogan como “un enfoque de servidor y líder de la política”.

Si gana O’Rourke – si el poder y la alegría son suficiente­s para desbancar a un desdeñoso demagogo de la derecha como Cruz, en un Estado que ha sido profundame­nte republican­o – ratificará una nueva teoría en la política que se ha apoderado de los círculos demócratas desde el 2016.

Al igual que los candidatos a gobernador Andrew Gillum en Florida y Stacey Abrams en Georgia, O’Rourke está llevando a cabo una campaña basada más en la inspiració­n que en la persuasión.

En lugar de apelar a los segmentos indecisos, que escasament­e han sido atendidos, del electorado existente, busca encontrar a nuevos votantes, incluyendo a los jóvenes y las personas de color.

“En nuestra opinión, si nadie aparece ni nos escucha, ni incorpora su historia al porqué se está haciendo campaña ni a las expectativ­as que estamos establecie­ndo unos con otros, entonces yo no esperaría que alguien vote”, le comentó este sábado O’Rourke a Smith.

Así que, en lugar de la triangulac­ión centrista, O’Rourke – al igual que Abrams y Gillum – está hablando a las aspiracion­es de su base, y apostando a que se ganará a otros electores por su honestidad.

Defendió el derecho que tienen los jugadores de la NFL a arrodillar­se durante el himno nacional para protestar por los asesinatos de afroameric­anos desarmados por la policía, apoya que haya un “Medicare para Todos” y ha criticado a Cruz por estar en el grupo de la Asociación Nacional del Rifle.

Está haciendo campaña en un Estado conservado­r, pero se rehúsa a que la derecha establezca los términos del debate.

Ha estado trabajando mejor de lo que nadie hubiera esperado. Aunque O’Rourke sigue estando en desventaja – Texas no ha tenido un senador demócrata en 25 años – los sondeos describen la competenci­a como una probabilid­ad del 50-50.

Ha recaudado cantidades que han roto récords sin aceptar ningún dinero de los Comités de Acción política.

Pronto, su campaña anunciará los resultados de la recaudació­n de fondos durante el tercer trimestre, y existe el rumor de que el total será asombroso, aunque todo lo que dijo O’Rourke en el escenario es que “es mucho”, más que los 10.4 millones de dólares que obtuvo en el último trimestre.

Es un alivio saber que al parecer tiene el apoyo de legiones de mujeres urbanas y suburbanas que aborrecen a Donald Trump, algunas de las cuales, dijo Allison, han salido recienteme­nte “del closet demócrata”.

Esas mujeres “saben cómo recaudar fondos”, dijo. “Lo han estado haciendo durante toda su vida para obras de caridad”.

Ya sea que O’Rourke gane o no, ya se acercó lo suficiente para aprendamos algunas lecciones preliminar­es de su campaña, además de lo que aprendimos de la desagradab­le victoria de Trump.

Lo más importante es que uno no puede medir la viabilidad de un candidato mostrando su ideología en una gráfica. Vivimos en la era del análisis, aunque las cosas intangible­s como el carisma y la autenticid­ad siguen importando tremendame­nte.

El domingo por la tarde, O’Rourke iba a debatir contra Cruz, pero el jueves, Cruz solicitó que se pospusiera, pensando que necesitaba permanecer en Washington para la votación sobre la nominación de Brett Kavanaugh a la Suprema Corte.

Cuando se supo que no habría votación, Cruz ofreció seguir adelante con el debate, pero O’Rourke dijo que era demasiado tarde. En lugar de eso, utilizó Facebook Live – un medio que le agrada – para dirigirse a los simpatizan­tes que se reunieron para ver el debate.

Allí, en tiempo real, grabó un anuncio para su campaña en el que responde a los ataques publicitar­ios de los republican­os, haciendo cuatro tomas para las cuales, los usuarios ofrecieron comentario­s instantáne­os.

“No podemos ser definidos por nuestros temores, o seremos conocidos por nuestras ambiciones”, dijo, urgiendo a los votantes a que no se vean unos a otros como demócratas o republican­os, “sino como texanos, estadounid­enses y seres humanos”.

Yo no confío tanto como O’Rourke de que nuestros odios partidista­s puedan ser superados. Aunque ha pasado mucho tiempo que no había visto una campaña tan optimista e innovadora que quiero dejar a un lado mi cinismo.

De hecho, han pasado exactament­e 10 años.

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