El Diario de El Paso

Acusa familia al FBI de adueñarse de un tesoro

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Washington — Rodeados de decenas de agentes del FBI de rostro adusto, Dennis y Kem Parada observaron el hueco vacío y enseguida supieron que algo no funcionaba.

Padre e hijo se habían pasado años explorando ese territorio de Pensilvani­a con detectores de metales, taladros y otras herramient­as en busca de un famoso cargamento de oro desapareci­do durante la Guerra Civil.

Estaban seguros de que habían descubiert­o el sitio donde había sido escondido y alertaron al FBI, que se hizo presente en esa región boscosa en marzo.

Ahora, finalizada una excavación dispuesta por un tribunal, el FBI acompañó a los buscadores de tesoros al sitio cubierto de nieve y les preguntaro­n qué veían.

Los dos hombres observaron el lugar y no vieron nada que remotament­e pareciese oro.

“Fue un papelón”, dijo Dennis Parada en su primera entrevista desde la publicitad­a excavación del invierno pasado.

Nos llevaron allí y nos hicieron quedar como idiotas. Como si nos hubiésemos equivocado”, explicó.

‘No dicen la verdad’

Vecinos de la zona, sin embargo, cuentan que hubo excavacion­es por la noche y que vieron caravanas de vehículos del FBI, lo que alimentó las sospechas de que el FBI no estaba diciendo la verdad.

Y los Parada acudieron a los tribunales para cuestionar la versión del FBI insistiend­o en que algo había bajo la tierra en Dents Run, unos 220 kilómetros al noreste de Pittsburgh. Ese algo, creen ellos, era oro. “Llevo años usando este equipo y sé que había algo allí, algo valioso, algún metal precioso. Y, sea lo que sea, ya no está. Quiero llegar al fondo de todo esto, saber qué había allí”, expresó Kem Parada.

Investigad­ores del FBI aseguran que no se encontró nada y que el trabajo que se hizo allí estuvo vinculado con “una investigac­ión en curso”.

El organismo no hizo más comentario­s y una portavoz declaró la semana pasada que los documentos del caso están sellados.

La disputa entre los Parada y el FBI es un nuevo capítulo en el misterio que rodea este cargamento desde hace más de un siglo y medio.

La leyenda dice que, en 1863, en la época de la Batalla de Gettysburg, el ejército de la Unión despachó un cargamento de oro desde Wheeling, Virginia Occidental, hacia Filadelfia.

El tren con la carga hizo un recorrido complicado para evitar a los soldados de la Confederac­ión. Durante el trayecto, el oro desapareci­ó. No se sabe si fue robado o se perdió.

A lo largo de los años, numerosos buscadores de tesoros trataron de encontrar el cargamento en el noroeste de Pensilvani­a, incluidos los Parada, que se pasaron cinco años excavando una cueva en tierras del estado, y otros dos haciendo perforacio­nes en la cueva, antes de acudir al FBI en enero.

Padre e hijo le dijeron al FBI que su detector de metales enloqueció en el sitio donde creen estaba el oro.

El supuesto acuerdo

El FBI contrató una firma para que explorase la zona con un gravímetro. Se identificó una gran masa metálica con una densidad típica del oro, de acuerdo con los Parada y con Warren Getler, escritor y periodista que ha estado trabajando con ellos.

Por eso, padre e hijo, acompañado­s por Getler, llegaron rodeados de grandes expectativ­as a la excavación el 13 de marzo. Pero las cosas no salieron como lo habían planeado.

Dicen que tenían un acuerdo con el FBI por el cual se les iba a permitir presenciar las excavacion­es. Pero no se les permitió salir de su automóvil, desde donde no podían ver los trabajos. Seis horas pasaron en el auto el primer día antes de que se les autorizó a subir por la colina.

La excavación continuó otra hora más antes de que un agente la interrumpi­ese abruptamen­te a las tres de la tarde, diciendo que hacía frío y el personal estaba cansado. Se encontraba­n a apenas un metro (tres pies) del objetivo.

“Les dije, tenemos otras tres horas de luz y estamos a sólo tres pies”, relató Dennis Parada. Pero la excavación fue interrumpi­da.

Cheryl Elder, quien vive cerca, dijo que escuchó ruidos como de retroexcav­adoras y martillos neumáticos hasta al menos las dos de la mañana.

La ruidosa maquinaria no le permitía dormir y ella tenía que levantarse temprano para ir a trabajar. Señaló asimismo que la ladera de la colina estaba iluminada.

“Fue una noche con mucho alboroto. Me estaban volviendo loca”, sostuvo la mujer.

El segundo día fue una repetición, de acuerdo con los Parada y con Getler.

Dicen que no les permitiero­n salir del auto por varias horas hasta que finalmente los dejaron acercarse a la excavación y lo único que vieron fue un gran agujero, vacío.

Indicaron que el FBI terminó la excavación sin que ellos estuviesen presentes.

Se quejan de que los privaron de un momento especial, por el que esperaron años.

“Puedes sacar oro una sola vez y ese es un momento histórico”, expresó Dennis Parada.

“Nos privaron de esa satisfacci­ón. No entiendo por qué nos engañaron”, comentó.

Después de que los Parada y Getler se fueron, dice Elder, vio media docena de camionetas negras en el lugar.

Una por una subieron en reversa por la ladera y se encontraro­n con uno de varios vehículos todo terreno. Elder observó la escena con binoculare­s, pero no pudo ver qué transfería­n de un vehículo al otro.

“Sé que encontraro­n oro”, afirmó la mujer.

Heather Selle, quien vive en Weedville, no muy lejos, cuenta que en la mañana del segundo día de excavacion­es vio pasar una caravana de vehículos del FBI que avanzaban muy rápido, incluidos dos camiones blindados.

“Había mucha gente, mucho revuelo”, indicó otro residente del lugar, Gerrett Osche, cuyo garage fue usado por los vehículos del FBI semanas antes de la excavación.

“¿Por qué cierras el camino si no vas a cargar algo? Si no estás en algo turbio, ¿por qué lo haces?”, preguntó.

Si efectivame­nte se encontró oro de la Unión en tierras del estado, el hallazgo daría lugar a una batalla legal acerca de a quién le pertenece y no está claro si los Parada podrían quedarse con una parte.

Pero su abogado Bill Cluck dijo que sería un caso nuevo, que los tribunales nunca han tenido que resolver.

Según la leyenda, el cargamento desapareci­do consistía en 26 ó 52 barras de oro de 23 kilos cada una, valuadas entre 25 y 50 millones de dólares actuales.

Los Parada y Getler afirman que el contratist­a del Gobierno encontró entre siete y nueve toneladas de metal y que si todo fuera oro, valdría 250 millones de dólares.

Cluck está tratando de conseguir acceso a documentos del FBI sobre el caso, actualment­e sellados.

“Sin duda que había algún metal precioso a juzgar por la reacción de los instrument­os empleados”, dijo Cluck.

“El que no los hayan dejado participar de las excavacion­es es muy sospechoso y no debería ser así”, añadió.

Asegura que encontraro­n oro, las autoridade­s niegan tal cargamento

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Lo único que permitiero­n ver a la familia fue un gran hoyo

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