Salida de Haley desata batalla por futuro de política exterior de Trump
Washington – La salida de Nikki Haley como embajadora de Estados Unidos ante la Organización de las Naciones Unidas desencadenó una nueva ronda de competencia dentro de los altos rangos de la administración de Trump —una contienda que no sólo es por un puesto sino por una mayor influencia y control sobre la dirección de la política exterior estadounidense en la segunda mitad del primer periodo de mandato del presidente Donald Trump.
El martes, Haley pareció haber logrado lo que pocos funcionarios de la administración de Trump hasta ahora han podido conseguir: una honorable salida. La manera en que lo hizo puede ser un modelo a seguir para otros que buscan abandonar al equipo de Trump con su dignidad y viabilidad política intactas. Haley organizó su salida con la Casa Blanca, elogió a Trump en una conferencia de prensa en conjunto, prometió (por escrito) no impugnar sus intereses políticos y fue así que logró despedirse bajo sus propios términos. El secretario de Defensa, Jim Mattis debe estar tomando copiosas notas.
Al orquestar su salida de la manera que lo hizo, Haley evitó la humillación con la que Trump abrumó a Rex Tillerson (siendo despedido mientras estaba sentado en el inodoro en África), H.R. McMaster (quien negoció una partida planeada con un ascenso pero luego fue despedido sin dicho ascenso tras una gran cantidad de fugas de información), Tom Bossert (quien hizo todo lo correcto pero cayó víctima de un asesinato burocrático por parte del asesor de seguridad John Bolton) y Renice Priebus (quien fuera despedido en un tuit e indecorosamente fuera sacado de la caravana presidencial).
Pero ahora la batalla interna para reemplazar a Haley ha comenzado, y su resultado nos dirá quién tiene la ventaja para afianzar una política exterior en lo que podrían ser los últimos dos años de la administración de Trump.
Internamente, dos bandos han emergido. La ex subasesora de seguridad nacional, Dina Powell parece ser la favorita. Ella tiene una cercana relación con Jared Kushner, Ivanka Trump y los otros que en veces son mencionados burlonamente como los “Demócratas del Ala Oeste”. Una ejecutiva de Goldman Sachs con experiencia en el Departamento de Estado, ella disfrutaría del apoyo de aquellos que buscan poner en marcha una política exterior más internacionalista y favorable para el comercio y para Wall Street.
De Powell también se dice que supo ganarse la confianza del presidente durante el tiempo que ella pasó en la Casa Blanca y le dio a Trump algunas significativas victorias, incluyendo el regreso a salvo de los rehenes estadounidenses en Egipto y las cercanas relaciones de la administración con Egipto y los Estados del Golfo Pérsico.
Pero se espera que Bolton promueva a un candidato alternativo, aunque aún no se sabe quién podría ser. Bolton ha estado consolidando poder y ejerciendo una creciente influencia en torno a la toma de decisiones en relación al personal de seguridad nacional, con la ayuda de su habilosa subalterna, Mira Ricardel. Se dice que Bolton quiere a un conservador de mano dura, alguien más apegado a sus planes para continuar impugnando a las instituciones y acuerdos internacionales.
“El reemplazo de Haley es la continuación de una batalla entre Bolton y las facciones que se resisten a su tan conocida política exterior conservadora”, según me dijo un funcionario de la administración. “Si Trump escoge a alguien similar a Haley o al mismo Bolton, será una gran vitoria para Bolton. Alguien como Dina Powell significará que otras fuerzas están reiterando su control del personal para los próximos dos años”.
La especulación en torno al potencial candidato de Bolton se centra en el embajador de Estados Unidos en Alemania, Richard Grenell, un favorito de los comentaristas que favorecen a Trump, y quienes ya han dado comienzo a su campaña de cabildeo público. Pero la confirmación de Grenell para su actual puesto fue postergada por varios meses debido a las inquietudes de los demócratas en el Senado en torno a su comportamiento poco diplomático y los comentarios despectivos que hizo sobre las mujeres en Twitter. Desde que asumió su puesto en Berlín, el estilo agresivo de Grenell ha enfurecido a sus anfitriones alemanes.
Bolton y Trump podrían favorecer esa más que arrogante postura, pero el proceso de confirmación de Grenell sería tortuoso y lento. Si los demócratas de alguna manera toman el control del Senado, sería imposible. Es por eso que es muy probable que Trump haya desechado la idea el martes por la tarde, al decir que, “Le está yendo muy bien en Alemania… Preferiría que Rick se quedara dónde está”.
Hay muchos otros conservadores de mano dura en la esfera de Bolton que podrían convertirse en candidatos. Christopher Burnham sirvió como subsecretario general de administración de las Naciones Unidas durante la administración de George W. Bush, esencialmente como funcionario operativo en jefe de las Naciones Unidas. También es un exitoso ejecutivo empresarial que ha trabajado en el Departamento de Estado, a Trump le agrada y se ha mantenido cerca de la administración desde la transición. Robert O’Brien es el actual representante del Departamento de Estado para asuntos de rehenes y ha trabajado con Bolton, cuando éste fuera embajador de las Naciones Unidas. Goza de un gran respeto y recientemente salió librado del escrutinio. Otros candidatos podrían emerger.
Haley fue siempre más bien una neo-conservadora, al igual que el vicepresidente Mike Pence, y no tanto una conservadora de mano dura como Bolton y el secretario de Estado Mike Pompeo. Pero desde la salida de aquellos funcionarios con una postura más realista, tales como Tillerson y McMaster, el equipo de política exterior de Trump ha estado más sincronizado que antes. Encontraron una causa en común para llevar a cabo la anulación del acuerdo con Irán, una nueva política en torno a China y una notablemente agresiva política hacia Rusia, la cual al parecer concuerda con los propios deseos de Trump de mejorar las relaciones entre Estados Unidos y Rusia.
Ahora con la salida de Haley —y la esperada salida de Mattis después de las elecciones de mitad de periodo— se ha puesto dicha dinámica en duda. En cualquier administración, el personal equivale a una política. Pero la administración de Trump, tanto el personal y la política siempre están en constante movimiento. La opción de Trump señalará la dirección que tomará la política exterior estadounidense, y es por eso que las líneas de la batalla están siendo determinadas.