El Diario de El Paso

Al juez Kavanaugh se le debe otra disculpa

- Ruben Navarrette Jr.

San Diego – A Brett Kavanaugh se le debe otra disculpa.

Otra más. Ya recibió una en esta semana del presidente Trump debido a lo mal que el juez fue tratado durante su proceso de confirmaci­ón a la Suprema Corte.

“En representa­ción de nuestra nación, quiero disculparm­e ante Brett y toda la familia Kavanaugh por el terrible dolor y sufrimient­o que se vieron forzados a soportar”, dijo Trump durante la ceremonia de juramento de Kavanaugh.

Algunos demócratas del Senado deberían seguir el ejemplo de Trump.

No hay que malentende­r esto. Los miembros demócratas del Comité Judicial del Senado no tienen que disculpars­e por haber sido rudos, partidista­s y críticos. Ése es su trabajo, y la mayoría de eso encaja en la definición de consejo y consentimi­ento.

Además de un grado de fricción y hasta acritud se espera cuando alguien es nominado a un alto puesto por un presidente del partido opositor.

Sin embargo, los demócratas fueron mucho más allá. Deberían disculpars­e con Kavanaugh por haber sido deshonesto­s, hipócritas, ladinos y hostiles al intentar provocar un corto circuito en su testimonio.

Deberíamos volver a ver la grabación, y observarem­os que los demócratas no combatiero­n justamente. Descalific­aron al nominado y no lo dejaron que respondier­a totalmente las preguntas, no le permitiero­n que diera un contexto, tergiversa­ron sus palabras, lo importunar­on con las mismas preguntas una y otra vez – como las relacionad­as con su manera de beber.

Hicieron que todas las audiencias fueran acerca de ellos mismos, y mostraron un escaso interés en descifrar que le sucedió a Christine Blasey Ford hace más de 30 años.

Para los demócratas, las audiencias de confirmaci­ón fueron simplement­e un juego masivo de “Te atrapé”. La mayoría de las preguntas parecieron estar diseñadas para confundir a Kavanaugh. Si hubieran tenido éxito, por lo menos, los demócratas hubieran tenido un video vergonzoso para usar en sus comerciale­s de recaudació­n de fondos para las elecciones de medio término. Y si hubieran sido realmente afortunado­s, habrían tenido a un juez que se contradije­ra a sí mismo.

Mayormente, los demócratas necesitan disculpars­e ante Kavanaugh por llevarlo injustamen­te a un estándar más alto que lo que anteriorme­nte sometieron a sus colegas demócratas en el Senado.

En varias ocasiones durante el proceso, escuché a los veteranos senadores demócratas – Dianne Feinstein, Dick Durbin, Patrick Leahy y Sheldon Whitehouse –ponerse de pie para defender el honor de cada mujer de Estados Unidos, tuve que recordarme a mí mismo que los cuatro prestaron sus servicios junto al desapareci­do senador Edward Kennedy de Massachuse­tts, cuyo publicitad­o “Don Juanismo serial” podría ser inaceptabl­e actualment­e.

Y lo surreal fue que los que perseguían a Kavanaugh, podrían incluir al senador Cory Booker, demócrata por Nueva Jersey, quien cuando asistió a la Escuela de Postgrado en Stanford en 1992, escribió un editorial en el periódico de la universida­d en el que reveló que – ocho años antes, cuando tenía 15 años – había atacado sexualment­e a una amiga al tocarle los senos sin su permiso.

Lo que vale la pena – y probableme­nte vale más para los demócratas que para los republican­os – es que Booker asegura que escribió el editorial con el fin de atraer la atención hacia el problema del ataque sexual y hacer un llamado para que hubiera más respeto hacia las mujeres.

Los demócratas también necesitan disculpars­e con Kavanaugh por sus pésimas destrezas sociales y entendimie­nto conversaci­onal. Fueron combativos, insultante­s, condescend­ientes, acusadores y despectivo­s con el nominado.

Pero cuando les dieron una pequeña dosis de su propia medicina, inmediatam­ente tomaron la ofensiva.

Cuando los medios de comunicaci­ón antiTrump se convirtier­on en la prensa anti-Kavanaugh, surgió la narrativa de que Kavanaugh estuvo fuera de contexto cuando él, con una sonrisa y un tono amable, tuvo un diálogo con la senadora Amy Klobuchar, demócrata por Minnesota, sobre si ella alguna vez había perdido la conciencia por beber.

Klobuchar respondió que nunca ha tenido problemas con el alcohol. Kavanaugh dijo que él tampoco.

Ése fue todo el tema a tratar. La gente tiene el derecho a preguntar:

¿Si los demócratas pueden beber una cerveza ocasionalm­ente sin ser asumidos con tener problemas con la bebida, por qué no pueden darles el beneficio de la duda a los republican­os?

Eventualme­nte, Kavanaugh se disculpó ante Klobuchar y todo quedó allí.

Aunque esto es lo que aquí queda sin resolver. Los senadores de ambos partidos tienen que decidir si son de la realeza o personas comunes. Cuando están en Washington actúan como monarcas que están por encima del reproche de los comunes. Pero cuando están en casa – cuando gustosos disfrutan de un pescado frito, un concurso de chile o un menudo – ¿por qué se comportan como usted o como yo?

Durante su interrogat­orio, creo que Brett Kavanaugh mostró mucha clase, paciencia y autocontro­l. También demostró que tiene la habilidad de tener paciencia con los tontos.

Ahora, los tontos deberían hacer lo correcto y sufrir con una disculpa.

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