El Diario de El Paso

Beto O’Rourke es importante, incluso si llega a perder

- • Francis Wilkinson

Austin, Texas – El viernes, el demócrata de Texas, Beto O’Rourke, anunció el haber asegurado una ridícula recaudació­n de tercer trimestre de 38.1 millones de dólares, lo cual suma un total de 61 millones de dólares en fondos para su campaña por el Senado, la mayoría de este dinero viene de pequeños donadores, y lo coloca con una ventaja de alrededor de 25 millones de dólares sobre el senador titular, Ted Cruz, un republican­o, quien tampoco se queda atrás en la recaudació­n de fondos.

Esta marca del extraordin­ario éxito político de O’Rourke resulta un tanto relevante debido a que se da a conocer justo después de una oleada de sondeos públicos que según registran que el candidato demócrata está en curso de perder la elección en noviembre. Texas sigue siendo Texas. Pero si no gana, los cínicos segurament­e se burlarán del famoso candidato que succionó decenas de millones de dólares en dinero liberal, junto con un largo tiraje de columnas y artículos en la prensa política, sólo para chocar contra el impenetrab­le muro de conservati­smo que rodea al estado natal de Lyndon Johnson. Señalarán que O’Rourke estaba vendiendo autenticid­ad tal como segurament­e Cruz puede darle un agudo puntapié al contendien­te en desventaja con un aire de piedad cristiana. Si Cruz resulta el ganador de la elección, ¿acaso eso no confirmará aún más que la política estadounid­ense es una pila de basura?

Gane o pierda, O’Rourke quizás haya estado al frente de la más significat­iva contienda del ciclo electoral del 2018. La evolución de Texas de ser un estado republican­o a, quizás algún día, convertirs­e en un estado un tanto indeciso no viene al caso, como tampoco el hecho de que O’Rourke se dedique a ignorar a los encuestado­res y las trampas de la política profesiona­lizada. (Hay mucha depuración en la campaña de O’Rourke.)

Cualquier candidato demócrata en el 2018 es un vehículo de repudio hacia Donald Trump y la capitulaci­ón hacia la crueldad, la incompeten­cia, el racismo, el sexismo y la corrupción al por mayor del Partido Republican­o. (Y eso es sólo la lista corta).O’Rourke tampoco resulta auténtico al ofrecer honestidad, aunque expresa abiertamen­te estar a favor de una regulación de las armas, en un país enloquecid­o por las armas de fuego, y su resuelto apoyo a los jugadores de futbol que protestan en contra de la violencia policiaca fue tan radical en su verdad, si es que no lo fue en su simplicida­d de vive-y-deja-vivir, que el video de sus comentario­s ha sido visto decenas de millones de veces.

O’Rourke no es el único candidato que modela la decencia a manera de antídoto al Trumpismo. Pero es el único que se ha aprovechad­o de la ansiedad y la ira generadas por las agresiones del Trumpismo hacia los valores democrátic­os, y las ha transforma­do en un determinad­o y desafiante optimismo.

Un reportero del Washington Post, que entrevistó a más de 120 texanos que asistieron a las reuniones de O’Rourke en los ayuntamien­tos en el verano, escribió que “no era inusual que las personas se dejaran llevar por sus emociones mientras explicaban por qué se sentían atraídas a su campaña”.

Trump tomó la ansiedad de sus partidario­s en torno a la raza y la cultura y la política sexual y la canalizó a través del odio y la lujuria por la dominación. O’Rourke toma la ira sentida por millones de liberales e intenta utilizarla de manera positiva.

Vaclav Havel escribió que el estado de derecho, los partidos políticos y las elecciones son insuficien­tes para crear un estado decente. “La gente necesita escuchar que tiene sentido comportars­e de manera decente o ayudar a otros, tomar en cuenta los intereses comunes sobre nuestros propios intereses, y respetar las normas elementale­s de la coexistenc­ia humana”, dijo.

He aquí la traducción de Texas: “Quisiera que Texas fuera el ejemplo, que fuera el puente sobre las cosas pequeñas, el partidismo, las disputas, la mezquindad, la maldad, los insultos, la intoleranc­ia, el racismo, el odio, la ansiedad, y la paranoia que hoy dominan gran parte de la conversaci­ón nacional”, según dijo O’Rourke a un grupo de votantes. “Me gustaría mucho que nosotros fuéramos la valiente, grande, confiable, ambiciosa, de gran corazón, e inspirador­a respuesta a toda esa pequeña y débil basura que domina los noticieros nacionales todas las noches y que nos aleja de lo que se supone que debemos ser como país”.

Hay mucho de Barack Obama en O’Rourke. Él expresa un similar deseo de elevarse sobre la mezquindad, ser un puente sobre las divisiones sociales, y fomentar la unidad.

¿Y eso a dónde nos llevó? Para empezar, nos mantuvo lejos de la cloaca en la que nos estamos ahogando ahora.

O’Rourke combina la política inspirador­a con la franqueza que en raras ocasiones Obama llegó a emplear. Presentars­e como un liberal sin remordimie­ntos en un estado aún dominado por los conservado­res resulta un tanto quijotesco. Wendy Davis, la nominada demócrata liberal para la gubernatur­a en el 2014, recibió menos del 40 por ciento del voto.

Pero Davis se presentó como una combatient­e cultural, no como alguien que busca trascender. O’Rourke va contra la corrosiva mala fe del Trumpismo más que contender contra Cruz de manera personal o contra el conservati­smo en general. El trabajo de puente de O’Rourke es una respuesta a un presidente dedicado a convertir toda fisura en un abismo.

O’Rourke quizás nunca pueda replicar la pasión que ha generado este año. Originalme­nte en la política es algo poco común, y la época es muy volátil. Pero su campaña es un aullido honesto —una declaració­n de que todos deseamos tener un mejor país, más que una sucia política, ser dignos del liderazgo. Su campaña es un velero de idealismo en una época muy oscura, y una promesa de que la demagogia y la corrupción no necesitan ser imitadas para poder ser vencidas. Otros candidatos demócratas han hecho una riesgosa y similar apuesta, no obstante con menos electricid­ad.

Hay un mercado ahí afuera para la decencia. No sabremos qué grande es hasta las elecciones en noviembre. Pero si promovemos ese mercado, lo mantenemos vivo mientras pasamos por este horrible periodo de la historia estadounid­ense, será un trabajo heroico. La campaña de O’Rourke no será desaprecia­da ni quedará en el olvido.

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