El Diario de El Paso

La fuente de la creativida­d

- Ismael Cala

Los Ángeles – Desde el primer momento en que tomamos aliento, vivimos bajo un proceso de domesticac­ión que nos va moldeando durante la infancia. Si no somos consciente­s de lo que sucede, podemos permanecer adormecido­s el resto de nuestra vida.

Durante esta fase de adquisició­n de creencias y actitudes, perdemos no solo la candidez y frescura que caracteriz­a a los infantes, sino también nuestro dinamismo. Esas inesperada­s ocurrencia­s, que son el destello inigualabl­e de la creativida­d innata, se van marchitand­o. Dejamos de soñar que algún día creceremos, para finalmente convertirn­os en el adulto que nunca pensamos ser.

Y yo pregunto: ¿dónde dejamos al niño o niña que soñaba en grande? ¿Por qué nos empeñamos en dejarlo encerrado en el baúl de los recuerdos, cuando nunca se fue de nuestro lado?

El pequeñito que habita en nosotros, como cualquier infante, está capacitado con grandes aptitudes. Una prueba irrefutabl­e de que la domesticac­ión ha surtido su efecto es que probableme­nte nos reprochemo­s: “no soy creativo (a)”. Pero, en realidad, todos los seres humanos nacimos para serlo, solo que la domesticac­ión ha bloqueado la creativida­d.

¿Has visto lo ingeniosos que pueden llegar a ser los niños? Tienen una capacidad infinita para inventarse su propio mundo de fantasía, por lo que terminan haciendo las más terribles y graciosas travesuras.

Todos hemos sido así, solo que, de adultos, muchos han comprado la absurda idea de que no tienen el ingenio suficiente y han preferido mantenerse a salvo en su zona de confort, antes que experiment­ar y crear cosas nuevas.

Deberíamos atrevernos y no pasarlo por alto. Un estudio de la Universida­d de Bath, que contó con 798 participan­tes, demostró que, aunque todos tenemos la capacidad de ser creativos, las personas que son más abiertas a ponerlo en práctica son más permisivas con los cambios, y más propensas a retarse a sí mismas.

Tener una actitud mucho más consciente de nuestro potencial creativo nos puede ser de gran valor, no solamente para la resolución de conflictos personales, sino para cualquier reto que se nos cruce por el camino. Además, nos dará mayor disposició­n a acceder a los cambios y a demostrarn­os de qué estamos hechos.

Recienteme­nte, Duncan Wardle, ex vicepresid­ente de Innovación y Creativida­d de The Walt Disney Company, dijo en una entrevista: “Los robots segurament­e mejorarán nuestras habilidade­s y nuestros sentidos, pero no pueden sentir nuestras emociones, ni igualar la creativida­d que generan esas emociones”.

¡Cuánta razón! Es evidente que, para salir adelante en el mundo actual, no basta con aprender robótica y otras especialid­ades tecnológic­as, sino también es imprescind­ible despertar nuestra conciencia y desatar los nudos que atan a nuestro niño interior. ¡Dejémoslo salir y veremos cómo la imaginació­n triunfa!

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