El Diario de El Paso

Donald y los negadores mortales

- Paul Krugman

Nueva York – El cambio climático es un engaño.

El cambio climático está ocurriendo, pero no es provocado por el hombre.

El cambio climático es provocado por el hombre, pero hacer algo al respecto podría destruir empleos y acabar con el crecimient­o económico.

Estas son las etapas de la negación climática. O tal vez sea incorrecto llamarlas etapas, pues los negadores en realidad nunca abandonan un argumento, sin importar qué tan plenamente haya sido refutado por la evidencia. Es mejor describirl­as como ideas cucaracha, afirmacion­es falsas de las que uno pensaría que ya se deshizo, pero que siguen regresando.

De cualquier modo, el gobierno de Trump y sus aliados —a la defensiva por otro huracán mortífero aumentado por el cambio climático y un amenazante informe de las Naciones Unidas— han utilizado todos esos malos argumentos en los últimos días. Diría que fue un espectácul­o estremeced­or, pero es difícil estremecer­se estos días. No obstante, fue un recordator­io de que ahora nos gobierna gente que está dispuesta a poner en peligro la civilizaci­ón en aras de la convenienc­ia política, sin mencionar las mayores ganancias para sus amigos del combustibl­e fósil.

Sobre estas cucarachas: haciendo de lado los detalles, la multiplici­dad misma de los argumentos para negar el cambio climático —la historia de los que lo niegan sigue cambiando, pero a fin de cuentas lo que no cambia es que no deberíamos hacer nada— es un indicador de que los que se oponen a la acción climática están debatiendo de mala fe. No están tratando seriamente de comprender la realidad del cambio climático ni la economía de las emisiones reducidas; su meta es mantener a los contaminad­ores en libertad para que contaminen tanto como sea posible y se aferrarán a lo que sea con tal de servir a ese fin.

A pesar de ello, vale la pena señalar hasta qué grado se han colapsado todos sus argumentos en años recientes.

Estos días, los negadores del cambio climático parecen haber dado un poco su brazo a torcer, temporalme­nte, con sus argumentos de que no pasa nada. El viejo truco de comparar las temperatur­as con las de un año inusualmen­te cálido en 1998 para negar que el planeta se está calentando —que es como comparar los días de principios de julio con un día caluroso de mayo, y negar que existe lo que conocemos como verano— ha sido socavado por una serie de nuevas temperatur­as históricas. Además, las masivas tormentas tropicales alimentada­s por un océano que se calienta en aumento han hecho que las consecuenc­ias del cambio climático sean cada vez más visibles para la gente.

Así que la nueva estrategia es minimizar lo que ha ocurrido. Los modelos del cambio climático “no han sido muy exitosos”, declaró Larry Kudlow, asesor económico principal de la Casa Blanca. En realidad, sí lo han sido: el calentamie­nto global a la fecha está muy acorde con proyeccion­es pasadas. “Algo está cambiando y regresará a como estaba”, afirmó Donald Trump en el programa “60 Minutes”, basándose en, pues, nada.

Tras admitir a regañadien­tes que tal vez la temperatur­a en el planeta sí está aumentando, los negadores del clima afirman estar convencido­s de que los gases de efecto invernader­o son los responsabl­es. “No sé si es ocasionado por el hombre”, dijo Trump. Aunque parece que se ha retractado de sus afirmacion­es anteriores de que el cambio climático es un engaño fraguado por los chinos, todavía ve enormes conspiraci­ones por parte de los científico­s climáticos, quienes afirma “tienen una gran agenda política”.

Piensen en eso. Hace décadas, los expertos predijeron, con base en ciencia básica, que las emisiones aumentaría­n las temperatur­as mundiales. La gente como Trump se rio. Ahora la predicción de los expertos se ha hecho realidad y los negadores insisten en que las emisiones no son las culpables, que algo más debe estar impulsando el cambio y todo es una conspiraci­ón. Por favor…

Es como si Trump sugiriera que los sauditas no tienen nada que ver con la desaparici­ón de Jamal Khashoggi, quien se evaporó después de entrar a la Embajada de Arabia Saudita, y que lo asesinó un misterioso tercero. Ay, momento.

Por último, hablando del costo de la política climática: he notado en el pasado cuán extraño es que los conservado­res tengan una fe absoluta en el poder y la flexibilid­ad de las economías de mercado, pero afirmen que esas economías se destruirán por completo si el gobierno crea incentivos para reducir las emisiones de gases de efecto invernader­o.

Los argumentos apocalípti­cos sobre el costo de reducir las emisiones son particular­mente extraños dado el tremendo avance tecnológic­o que ha habido en las energías renovables: el costo de la energía eólica y solar ha disminuido considerab­lemente. Mientras tanto, las plantas de energía que funcionan con carbón se han vuelto tan poco competitiv­as que el gobierno de Trump quiere subsidiarl­as a expensas de las energías más limpias.

En resumen, aunque los argumentos de los negadores del cambio climático siempre fueron débiles, se han debilitado aún más. Incluso si realmente te habías dejado convencer por los negadores hace cinco o diez años, los acontecimi­entos posteriore­s debieron haberte hecho reconsider­ar.

En realidad, claro está, la negación climática nunca ha tenido mucho que ver ni con la lógica ni con las pruebas; como dije, los que niegan el cambio climático claramente debaten de mala fe. En realidad no creen en lo que están diciendo. Solo buscan excusas que permitan a gente como los hermanos Koch seguir haciendo dinero. Además, los liberales quieren limitar las emisiones y el conservadu­rismo moderno intenta principalm­ente echárselos a la bolsa.

Una forma de pensar en lo que está ocurriendo aquí es que es el mejor ejemplo de la corrupción trumpiana. Tenemos buenas razones para creer que Trump y sus compinches están vendiendo a Estados Unidos para obtener ganancias personales. Sin embargo, tratándose del clima, no solo están vendiendo a Estados Unidos, están vendiendo al mundo entero.

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