El Diario de El Paso

Buscan demócratas voto hispano

Esperan que votantes enojados por la retórica actual les ayuden a lograr victorias

- Jose A. Del Real/Jonathan Martin/ The New York Times

Las Vegas— Niños arrancados de los brazos de sus padres y retenidos en ciudades de tiendas de campaña sofocantes. Redadas de inmigració­n fuera de hospitales, colegios y juzgados. Una avalancha de anuncios y discursos con insultos y comentario­s racistas.

Con las duras elecciones intermedia­s a menos de tres semanas, los estrategas del Partido Demócrata esperan que los votantes latinos que están enojados por las políticas y el lenguaje divisivo de la administra­ción Trump ayuden a lograr victorias rotundas en muchas de las contiendas que decidirán el control político en Washington.

Si alguna vez hubo un momento para emitir votos de protesta, razonan, sería con el presidente Trump en la Casa Blanca.

Pero entrevista­s con docenas de votantes hispanos en Nevada y California, dos estados clave en el campo de batalla, mostraron una imagen más complicada que es profundame­nte alarmante para los funcionari­os del Partido Demócrata.

Lejos de los mítines y candidatos de la campaña, muchos votantes dijeron que se sentían sin poder en lugar de envalenton­ados.

También expresaron sentimient­os de cinismo, apatía y miedo alimentado­s por el momento político sumamente tenso. Otros dijeron que enviar mensajes sobre la política de inmigració­n por sí solo no es suficiente para motivarlos.

Y algunos simplement­e han perdido la fe en que los políticos cumplirán sus promesas una vez que pasen las elecciones.

“Es lo mismo que en México: prometen a las personas que van a ayudar, y no lo hacen”, dijo César Gustamente, de 28 años, sosteniend­o un plato de carne asada en el Este de Las Vegas, cuando se le preguntó por qué podría no votar en la carrera del Senado allá.

El señor Gustamente, que es mexicoamer­icano, votó por Hillary Clinton en 2016 y se ha sentido molesto por el lenguaje del presidente Trump. Pero “hay momentos en los que simplement­e estás perdiendo el tiempo al votar”, dijo.

Una reciente encuesta nacional de NBC-Wall Street Journal mostró un aumento en el interés en la elección entre los votantes hispanos, pero parte del desafío para los demócratas son las fuertes divisiones entre esos votantes. Los latinos no son un monolito, y sus decisiones políticas también están determinad­as por la edad, la región y las historias de inmigració­n de sus familias. Las encuestas de salida después de las elecciones de 2016 encontraro­n que casi el 30 por ciento de los votantes latinos apoyaron al Sr. Trump, aunque algunas encuestas acercan esa cifra al 20 por ciento.

Hay un precedente para que los demócratas se preocupen. Si bien muchos estrategas políticos creían que la postura antiinmigr­ante de Trump durante las elecciones presidenci­ales de 2016 impulsaría el número histórico de votantes hispanos, el porcentaje de hispanos elegibles que emiten su voto en realidad disminuyó modestamen­te a partir de 2012, según los datos del Censo analizados por William Frey, de Brookings Institutio­n.

De los 23 distritos de la Cámara controlado­s por los republican­os en que Hillary Clinton ganó, 11 tienen poblacione­s que son al menos 20 por ciento hispanas.

Desde California hasta Texas y Florida, los republican­os en los distritos con mayoría de latinos que ganó Clinton están resultando más difíciles de vencer de lo que esperaban los demócratas. Los demócratas pueden volver a tomar la Cámara sin ganar dichos escaños, pero su mayoría puede ser limitada si no derrotan a legislador­es republican­os como Will Hurd de Texas o Carlos Curbelo de Florida.

“Este ha sido un gran problema estructura­l para nosotros durante algún tiempo, y si lo hubiéramos solucionad­o, a estas alturas Texas sería mucho más competitiv­o”, dijo Robby Mook, ex gerente de campaña de la Sra. Clinton, sobre un estado donde los hispanos conforman una proporción significat­ivamente menor del voto que de la población.

Las esperanzas del Senado demócrata en Texas y Florida, así como en Arizona y Nevada, dependen en gran medida de la movilizaci­ón de los latinos.

El representa­nte Beto O’Rourke se ha convertido en una luz brillante entre los votantes liberales blancos en su desafío al senador Ted Cruz, pero no ganará si no puede aumentar la participac­ión hispana en las ciudades de Texas y en el Valle del Río Grande, donde la participac­ión es a menudo desalentad­ora. Y en Florida, el senador Bill Nelson debe aprovechar la afluencia de puertorriq­ueños al estado, tanto después del huracán María como en los años anteriores, para ganar la reelección.

Los demócratas esperan que soldados de a pie como Nubia Acosta y Alfonso Maciel, dos encuestado­res en Las Vegas con el Sindicato de Trabajador­es Culinarios, puedan llegar a suficiente­s votantes hispanos para dar un giro a varias de las campañas más cerradas de la nación.

Bajo el cálido sol del desierto de Mojave en una tarde reciente, marcharon de puerta en puerta por las agrietadas calles de Las Vegas, en busca de votos. Con las tabletas en la mano, vistiendo camisas rojas a juego, los dos solicitado­res de votos de habla hispana han estado trabajando cerca de 10 horas al día, seis días a la semana, desde el verano.

“La forma de llegar allí no es gastar otros 2 millones de dólares en anuncios de televisión”, dijo Megan Jones, una estratega política demócrata en el estado.

“Es pasar tiempo para construir un ejército en el terreno”, concluyó. (José A. Del Real/Jonathan Martin/ The New York Times)

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