Buscan demócratas voto hispano
Esperan que votantes enojados por la retórica actual les ayuden a lograr victorias
Las Vegas— Niños arrancados de los brazos de sus padres y retenidos en ciudades de tiendas de campaña sofocantes. Redadas de inmigración fuera de hospitales, colegios y juzgados. Una avalancha de anuncios y discursos con insultos y comentarios racistas.
Con las duras elecciones intermedias a menos de tres semanas, los estrategas del Partido Demócrata esperan que los votantes latinos que están enojados por las políticas y el lenguaje divisivo de la administración Trump ayuden a lograr victorias rotundas en muchas de las contiendas que decidirán el control político en Washington.
Si alguna vez hubo un momento para emitir votos de protesta, razonan, sería con el presidente Trump en la Casa Blanca.
Pero entrevistas con docenas de votantes hispanos en Nevada y California, dos estados clave en el campo de batalla, mostraron una imagen más complicada que es profundamente alarmante para los funcionarios del Partido Demócrata.
Lejos de los mítines y candidatos de la campaña, muchos votantes dijeron que se sentían sin poder en lugar de envalentonados.
También expresaron sentimientos de cinismo, apatía y miedo alimentados por el momento político sumamente tenso. Otros dijeron que enviar mensajes sobre la política de inmigración por sí solo no es suficiente para motivarlos.
Y algunos simplemente han perdido la fe en que los políticos cumplirán sus promesas una vez que pasen las elecciones.
“Es lo mismo que en México: prometen a las personas que van a ayudar, y no lo hacen”, dijo César Gustamente, de 28 años, sosteniendo un plato de carne asada en el Este de Las Vegas, cuando se le preguntó por qué podría no votar en la carrera del Senado allá.
El señor Gustamente, que es mexicoamericano, votó por Hillary Clinton en 2016 y se ha sentido molesto por el lenguaje del presidente Trump. Pero “hay momentos en los que simplemente estás perdiendo el tiempo al votar”, dijo.
Una reciente encuesta nacional de NBC-Wall Street Journal mostró un aumento en el interés en la elección entre los votantes hispanos, pero parte del desafío para los demócratas son las fuertes divisiones entre esos votantes. Los latinos no son un monolito, y sus decisiones políticas también están determinadas por la edad, la región y las historias de inmigración de sus familias. Las encuestas de salida después de las elecciones de 2016 encontraron que casi el 30 por ciento de los votantes latinos apoyaron al Sr. Trump, aunque algunas encuestas acercan esa cifra al 20 por ciento.
Hay un precedente para que los demócratas se preocupen. Si bien muchos estrategas políticos creían que la postura antiinmigrante de Trump durante las elecciones presidenciales de 2016 impulsaría el número histórico de votantes hispanos, el porcentaje de hispanos elegibles que emiten su voto en realidad disminuyó modestamente a partir de 2012, según los datos del Censo analizados por William Frey, de Brookings Institution.
De los 23 distritos de la Cámara controlados por los republicanos en que Hillary Clinton ganó, 11 tienen poblaciones que son al menos 20 por ciento hispanas.
Desde California hasta Texas y Florida, los republicanos en los distritos con mayoría de latinos que ganó Clinton están resultando más difíciles de vencer de lo que esperaban los demócratas. Los demócratas pueden volver a tomar la Cámara sin ganar dichos escaños, pero su mayoría puede ser limitada si no derrotan a legisladores republicanos como Will Hurd de Texas o Carlos Curbelo de Florida.
“Este ha sido un gran problema estructural para nosotros durante algún tiempo, y si lo hubiéramos solucionado, a estas alturas Texas sería mucho más competitivo”, dijo Robby Mook, ex gerente de campaña de la Sra. Clinton, sobre un estado donde los hispanos conforman una proporción significativamente menor del voto que de la población.
Las esperanzas del Senado demócrata en Texas y Florida, así como en Arizona y Nevada, dependen en gran medida de la movilización de los latinos.
El representante Beto O’Rourke se ha convertido en una luz brillante entre los votantes liberales blancos en su desafío al senador Ted Cruz, pero no ganará si no puede aumentar la participación hispana en las ciudades de Texas y en el Valle del Río Grande, donde la participación es a menudo desalentadora. Y en Florida, el senador Bill Nelson debe aprovechar la afluencia de puertorriqueños al estado, tanto después del huracán María como en los años anteriores, para ganar la reelección.
Los demócratas esperan que soldados de a pie como Nubia Acosta y Alfonso Maciel, dos encuestadores en Las Vegas con el Sindicato de Trabajadores Culinarios, puedan llegar a suficientes votantes hispanos para dar un giro a varias de las campañas más cerradas de la nación.
Bajo el cálido sol del desierto de Mojave en una tarde reciente, marcharon de puerta en puerta por las agrietadas calles de Las Vegas, en busca de votos. Con las tabletas en la mano, vistiendo camisas rojas a juego, los dos solicitadores de votos de habla hispana han estado trabajando cerca de 10 horas al día, seis días a la semana, desde el verano.
“La forma de llegar allí no es gastar otros 2 millones de dólares en anuncios de televisión”, dijo Megan Jones, una estratega política demócrata en el estado.
“Es pasar tiempo para construir un ejército en el terreno”, concluyó. (José A. Del Real/Jonathan Martin/ The New York Times)