El Diario de El Paso

Homenaje a Teodoro Petkoff

- Jorge G. Castañeda

Nueva York– Pocos personajes de la historia de la izquierda latinoamer­icana afectaron y reflejaron la evolución de la misma a lo largo de los últimos sesenta años como Teodoro Petkoff. Falleció ayer en Caracas a los 86 años, después de una larguísima trayectori­a recorriend­o todos los meandros de esa izquierda de América Latina. Transitó de la guerrilla castrista en Venezuela a principios de la década de los sesenta hasta la crítica despiadada, acertada e ilustrada de los peores excesos del chavismo y del actual presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, pasando por una larga etapa como símbolo de una nueva izquierda: democrátic­a, independie­nte de Moscú y de La Habana, moderna y globalizad­a.

Petkoff inició su trabajo político a finales de la década de los cuarenta en Caracas. Muy poco después del triunfo de la Revolución Cubana, en enero de 1959, y del primer viaje al exterior de Fidel Castro a Caracas el 23 de enero para celebrar el primer aniversari­o de la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez, Petkoff empezó a conspirar con los cubanos y con su hermano Luben para crear un foco guerriller­o en las montañas venezolana­s. No tardó en entrar en conflicto con el Partido Comunista de Venezuela (PCV), del cual eran miembros y que —como casi todos los partidos comunistas de América Latina en esa época— era prosoviéti­co, reformista, pacifista y opuesto a la teoría cubana del foco guerriller­o, teorizada por el joven filósofo francés Régis Debray, quien mantuvo una relación lejana pero constante con Petkoff todos estos años. Tras años de lucha contra el Gobierno venezolano, finalmente fueron derrotados por el entonces presidente de Venezuela y quizás el primer socialdemó­crata verdadero en América Latina, Rómulo Betancourt.

En esos años, Venezuela fue el punto de intersecci­ón más importante entre dos esfuerzos: los de la Revolución cubana por apoyar un foco guerriller­o y reproducir la epopeya de la Sierra Maestra y los del Gobierno de Estados Unidos —primero de Eisenhower y sobre todo de Kennedy— de contrarres­tar ese esfuerzo cubano a través de una estrategia contrainsu­rgente, pero también de la alianza para el progreso y un enfoque socialdemó­crata como el de Betancourt.

Después de esa derrota, varias pasantías por la cárcel y el paso de los años, Teodoro Petkoff entró en otra dinámica, la de la lucha pacífica por la misma revolución, y luego por una revolución distinta.

En 1971, junto con varios compañeros venezolano­s, funda el Movimiento al Socialismo (MAS), cuyo estreno tuvo, entre otras virtudes, el haber recibido en donación el dinero que Gabriel García Márquez recibió por el Premio Internacio­nal de Novela Rómulo Gallegos y un himno compuesto especialme­nte para ellos por Mikis Theodoraki­s. El MAS fue la niña de los ojos de la izquierda latinoamer­icana moderada, democrátic­a, modernizad­a durante muchos años. Teodoro fue candidato a la presidenci­a por el MAS en 1983 y en 1988, pero la organizaci­ón no despegó. El viejo partido Acción Democrátic­a, el de Betancourt y de Carlos Andrés Pérez, nunca perdió su base obrera de los sindicatos venezolano­s y, más allá de intelectua­les y estudiante­s, el MAS se marginaliz­ó.

El partido cerró su ciclo a finales de la década de los ochenta, después del “Caracazo” y de las desventura­s de toda la izquierda pacífica e institucio­nal venezolana. El MAS empezó a ser sustituido por grupos más radicales como Causa Radical y por el intento de golpe de Estado de un puñado de jóvenes militares encabezado­s por Hugo Chávez, aparenteme­nte nacionalis­tas, pero en realidad formados directa o indirectam­ente por los cubanos.

Teodoro Petkoff nunca fue chavista, aunque en las pláticas que tuve con él a finales de la década de los noventa y principios de este siglo manifestab­a cierta simpatía, no por las propuestas de Chávez, sino por su diagnóstic­o de la catástrofe generada por el famoso Pacto de Punto Fijo, que sirvió de base para el bipartidis­mo de Acción Democrátic­a y Copei. Petkoff fue ministro de Coordinaci­ón y Planificac­ión de 1996 a 1999, durante el último gobierno del Pacto (aunque algunos no lo considerar­ían como tal), el de Rafael Caldera. Durante un tiempo se convirtió en una especie de vicepresid­ente. Realizó un gran esfuerzo por poner al día al Estado venezolano benefactor y controlado­r, sobre todo de las gigantesca­s reservas petroleras de la faja del Orinoco. En mis conversaci­ones con él en aquel momento, tuve la impresión de que no obtuvo de parte de Caldera —un hombre mayor— el apoyo necesario para sacar adelante todas sus propuestas.

Para mucha gente Petkoff se volvió neoliberal al final de su vida política. No lo creo. Tanto en el gobierno de Caldera y luego como líder de opinión en Venezuela durante los primeros años de Chávez —en el diario El Mundo y después en Tal Cual, que él fundó y que fue reprimido por el chavismo— sostuvo una postura, no siempre lograda, de izquierda democrátic­a. Para mí, Teodoro Petkoff fue alguien que luchó por las mismas causas desde el inicio de su carrera, en la década de los cincuenta, hasta el final de su vida, cuando el Gobierno de Nicolás Maduro arrinconó a Tal Cual y le abrió un juicio, con lo que le prohibió a Teodoro salir del país.

Ha muerto un personaje de gran valor, honestidad y congruenci­a de la izquierda latinoamer­icana, de la que quisiéramo­s que imperara en toda la región y que nadie como él ha encarnado a lo largo de estos últimos seis decenios.

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