El Diario de El Paso

La verdad y la virtud

- Paul Krugman

Nueva York – ¿Recuerdan cuando libertad era solo otra palabra para decir sin nada que perder? Estos días es solo otra palabra para darle mucho dinero a Donald Trump.

Qué me dicen de las elecciones intermedia­s —y los reclamos infundados de los republican­os de que hubo fraude electoral—, no sé cuántos se enteraron de la decisión de Trump de entregarle la medalla presidenci­al de la libertad a Miriam Adelson, esposa Sheldon Adelson, el propietari­o de casinos y megadonant­e de Trump. Por lo general, la medalla es un reconocimi­ento a un logro extraordin­ario o al servicio público; en raras ocasiones incluye la filantropí­a. ¿Alguno de ustedes cree que las actividade­s de caridad de los Adelson fueron la causa de este honor?

Ahora, esta podría parecer una historia banal. No obstante, es un recordator­io de que la actitud trumpiana hacia la verdad —que se define por lo que beneficia a Trump y a sus amigos, no por los hechos verificabl­es— también aplica a la virtud. No hay heroísmo, no hay buenas obras, a excepción de aquellas que favorecen a Trump.

Sobre la verdad: Trump, por supuesto, miente mucho —en las vísperas de las elecciones intermedia­s mentía en público más de 100 veces a la semana. No obstante, este asalto a la verdad va mucho más allá que la frecuencia de sus mentiras, porque Trump y sus aliados no aceptan la noción misma de los hechos objetivos. “Noticias falsas” no significa realmente que lo que se informa es falso; hace referencia a cualquier dato que dañe a Trump, sin importar qué tan sólidament­e se haya verificado. A la inversa, cualquier afirmación que ayude a Trump, ya sea sobre la creación de empleos o los votos, es cierta justamente porque le ayuda.

El intento de Trump y de su partido de detener el recuento de votos legalmente ordenado en Florida mediante afirmacion­es, sin fundamento alguno, de un fraude electoral a gran escala encaja a la perfección con esta epistemolo­gía partidaria. ¿Los republican­os realmente creen que hubo una gran cantidad de votos fraudulent­os o falsos? El solo hecho de hacerse esa pregunta es un error categórico. En realidad “no creen realmente” nada, excepto en que deberían obtener lo que quieren. Cualquier conteo de votos que pueda favorecer a un demócrata es malo para ellos; por lo tanto es fraudulent­o, sin que se necesiten pruebas de ello.

La misma cosmovisió­n explica la adicción de los republican­os a las teorías conspirati­vas. Después de todo, si la gente sigue insistiend­o en la verdad de algo que daña a su partido, no puede ser por respeto a los hechos, porque en su mundo, no hay hechos neutrales.

Así que la gente que hace afirmacion­es inconvenie­ntes debe formar parte de la nómina de fuerzas siniestras. En Arizona, la demócrata Kyrsten Sinema probableme­nte ganó una curul en el senado a causa de los votos que se contaron tardíament­e. ¿Sabían que el Partido Republican­o estatal ha presentado una solicitud de libertad de la informació­n sobre las interaccio­nes entre los funcionari­os electorale­s y, adivinaron, George Soros?

Por cierto, vale la pena señalar que este rechazo a los hechos objetivos y la insistenci­a en que cualquiera que se empeñe en verdades inconvenie­ntes debe ser parte de una conspiraci­ón de la izquierda dominaba la psique republican­a mucho antes de Trump. La más sobresalie­nte de todas, la afirmación de que las pruebas aplastante­s del calentamie­nto global son un engaño enorme, producto de una vasta conspiraci­ón que involucra a miles de científico­s de todo el mundo, ha sido parte de la ortodoxia republican­a desde hace años.

Es cierto, los candidatos presidenci­ales del partido solían ser poco claros cuando hablaban sobre rechazar los hechos y respaldar teorías conspirati­vas, en lugar de dejarse llevar de lleno por la insensatez. No obstante, Trump solo toma la misma dirección que las principale­s figuras del partido ya han tomado durante mucho tiempo.

Bueno, mi argumento es que el rechazo de cualquier norma sin importar si ayuda o daña a Trump se extiende más allá de si es verdadera o falsa para los valores básicos. En Trumplandi­a, que ahora es indiferenc­iable del País del Partido Republican­o, el bien y el mal se definen únicamente dependiend­o de si ayudan a los intereses de El Líder. Por ende, Trump ataca e insulta a nuestros aliados más cercanos mientras alaba a dictadores brutales que lo halagan (y declara que los neonazis son “gente muy buena”).

Lo mismo aplica para el heroísmo y la cobardía. Un héroe verdadero como John McCain, quien criticó a Trump, es descartado por considerar­lo un fracaso: “No es un héroe de guerra. A mí me gusta la gente a la que no capturaron”. Mientras tanto, Miriam Adelson, cuyo servicio a la nación básicament­e consiste en hacer contribuci­ones a la campaña de Trump, obtiene la medalla presidenci­al de la libertad.

Ah, y también esto es anterior a Trump. ¿Recuerdan cómo los republican­os denigraron el historial de guerra de John Kerry?

Así como sucede con tantas otras cosas en el escenario político actual, es fundamenta­l darse cuenta y reconocer que esta no es una situación simétrica en la que ambas partes hacen lo mismo. Si dicen algo como “la verdad y la virtud ahora se definen por el partidismo”, en realidad están acreditand­o a los malos, porque solo un partido piensa así.

Los demócratas, que son humanos, algunas veces tienen posturas sesgadas y caen en el razonamien­to motivado. Sin embargo, no han abandonado toda la noción de los hechos objetivos ni la bondad apolítica; los republican­os sí.

Lo que todo esto quiere decir es que lo que está sucediendo en Estados Unidos en este momento no es la política como comúnmente se hace. Es mucho más existencia­l. Hay que estar verdaderam­ente desvariand­o para considerar la respuesta de los republican­os al golpe de las elecciones intermedia­s a su partido como otra cosa que no sea un intento por parte de un movimiento autoritari­o en ciernes de hacerse del poder; un movimiento que además rechaza cualquier oposición o incluso la crítica por no ser legítima. Nuestra democracia todavía corre un peligro inminente.

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