Corrupción y sobornos
Jesús Zambada declaró también que el presunto narcotraficante pagó $100 mil a un general del Ejército por protección
Tras fuga de la cárcel, escoltó la Policía a ‘El Chapo’: testigo
Nueva York –Cuando el notorio narcotraficante Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán se convirtió en el fugitivo más buscado de México en 2001 tras fugarse de prisión, le sorprendió al ver a que una motocicleta de la Policía le abría paso al vehículo en que viajaba, mientras llegaba a la orilla de la Ciudad de México.
Un leal integrante del cártel de la droga detrás del volante explicó que en realidad no había nada que temer: la motocicleta y una patrulla de la Policía, que circulaba por la parte trasera de su auto, estaban allí como escolta, no para capturarlo.
La notoriedad de Guzmán y la corrupción pública que la acompañó se describieron con desenfado y, a veces, con detalles cinematográficos el jueves por parte del ex miembro del cártel, convertido ahora en delator, Jesús Zambada, en el caso que enfrenta Guzmán por narcotráfico en Estados Unidos. El juicio se suspende el viernes y se reanuda el lunes con más testimonios de Zambada.
Testigo
En su segundo día en el banquillo de testigos en una corte federal en Brooklyn, Zambada describió la historia de avaricia, astucia y violencia del cartel de Sinaloa mientras construía un imperio de narcotráfico que ganaba miles de millones de dólares al inundar el mercado en las grandes ciudades de Estados Unidos.
Las guerras territoriales que se desataron entre equipos rivales de sicarios con armas de fuego significaron que “siempre hubo muchas muertes”, dijo Zambada, y admitió que estuvo involucrado en tres planes de asesinato de su propia autoría. También sobrevivió a un tiroteo en una calle de la Ciudad de México con una herida en el lado derecho de su cabeza.
Zambada, de 57 años, quien ha estado bajo custodia policial desde 2008 y se encuentra bajo custodia federal, es el primero de varios testigos protegidos contra Guzmán, que buscan que sus sentencian sean reducidas. La defensa dice que los acuerdos les han dado un incentivo para exagerar el papel de Guzmán, quien se declaró inocente luego de ser extraditado a Estados Unidos el año pasado.
Gran parte del testimonio de Zambada se centró en el soborno, uno de sus principales deberes como asistente principal de los principales jefes del cartel: su hermano mayor, Ismael ‘El Mayo’ Zambada y Guzmán. Desde la Ciudad de México, donde vigilaba toneladas de cocaína escondida en un almacén, Jesús Zambada afirmó que compró policías locales y federales, fiscales, funcionarios del aeropuerto y autoridades de la Ciudad a un costo de aproximadamente 300 mil dólares al mes a cambio de información y protecciones que mantuvieron a la empresa de narcotráfico en expansión y funcionando sin problemas.
Gran soborno
Testificó que Guzmán lo envió una vez al estado de Guerrero en 20014 para dar a un general del Ejército100 mil dólares en efectivo.
El general “es un amigo mío”, recordó que Guzmán le había dicho. “Dale un abrazo y notifícale que estaré trabajando en todo el estado”.
Zambada aún no se había reunido con Guzmán cuando el líder del Cártel se escapó de la prisión escondiéndose en un carrito de lavandería en 2001 y huyendo a través de zonas rurales. Testificó que su hermano mayor, preocupado de que una fuerza militar especial se acercara a Guzmán, hizo arreglos para que un helicóptero lo sacara de la zona e instruyó a su hermano para que encontrara un “lugar semiabandonado” en la zona central de México, donde pudiera aterrizar.
Cuando el helicóptero aterrizó, los Zambada estaban allí para saludarlo. El mayor de los Zambada y Guzmán se abrazaron antes que el más joven, junto con su esposa, lo llevara en el asiento trasero de su automóvil, declaró.
Cuando se acercaron a una caseta de peaje en el viaje de casi tres horas a la Ciudad de México, Zambada instó a Guzmán a “poner un periódico delante de su cara porque era muy buscado en ese momento”.
Más tarde, al ver que la policía de la Ciudad de México se acercaba al auto, Guzmán parecía preocupado, dijo. Eso fue antes de que le informara que había arreglado la escolta.
“No te preocupes por eso”, le dijo a Guzmán. “Esta es nuestra gente. Nadie nos va a tocar de aquí en adelante”.