El Diario de El Paso

ENFRENTA ‘EL CHAPO’ JUICIO SECRETO

Se desconoce nombre de presidente mexicano acusado de aceptar sobornos

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Nueva York– Podría decirse que actualment­e se están llevando a cabo dos juicios por separado, de manera paralela, en la sala 8D de la Corte Federal de Distrito en Brooklyn.

En el juicio real, el Gobierno de Estados Unidos está procesando a Joaquín Guzmán Loera, quien está acusado de ser uno de los narcotrafi­cantes más grandes del mundo. Según los fiscales, Guzmán, conocido como el Chapo, obtuvo hasta 14 mil millones de dólares como dirigente del Cártel de Sinaloa, una fortuna que supuestame­nte protegió con sobornos exorbitant­es y un ejército de asesinos profesiona­les.

Sin embargo, en una suerte de segundo juicio, los abogados de Guzmán básicament­e están encausando al Gobierno de México. Según lo que dicen, la Policía y los políticos del país no solo son corruptos, sino que también han conspirado durante años con el socio de Guzmán, Ismael Zambada García, para incriminar a El Chapo a cambio de cuantiosos sobornos.

Al juez Brian Cogan le han encargado asegurarse de que el primero de estos juicios siga avanzando y que ponga un alto al segundo. Dadas las susceptibi­lidades involucrad­as y la atención de los medios, Cogan ha llevado a cabo gran parte de los procedimie­ntos en secreto.

Todo comenzó el miércoles de la semana pasada, cuando el juez sostuvo una conversaci­ón privada con la defensa y los fiscales para hablar acerca de si debía permitirse que los abogados de Guzmán siguieran adelante con sus alegatos respecto a que Ismael Zambada había sido la verdadera mente maestra del cártel. La defensa le informó al juez que el primer testigo principal del Gobierno, Jesús Zambada García, el hermano de Ismael “el Mayo” Zambada, testificar­ía, si se lo pedían, acerca de una revelación escandalos­a: que su hermano una vez le ordenó que sobornara al presidente “en funciones” de México.

Aunque el intercambi­o ocurrió en privado, algunos periodista­s obtuvieron una transcripc­ión y, el viernes por la noche, se divulgó el rumor de que un testigo en el juicio de El Chapo acusaría a un presidente mexicano de aceptar sobornos. Entonces comenzó un juego complicado en el que aquellos que siguen la política mexicana intentaron adivinar de qué presidente se trataba a partir de los comentario­s crípticos que se escucharon en la corte.

Defensa de Guzmán describe el caso como una "emboscada”

¿Acaso había sido Enrique Peña Nieto?

O quizá la defensa se había equivocado y en realidad se trataba del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador.

Cuando el tribunal se reunió de nuevo el lunes, la audiencia esperó en suspenso cuando Zambada subió al estrado y mientras confesaba alegrement­e los secretos del Cártel de Sinaloa y revelaba el entramado interno de las operacione­s de Guzmán. No obstante, aunque confesó crímenes sorprenden­tes —admitió, por ejemplo, que pagó personalme­nte 300 mil dólares en sobornos cada mes, durante años—, jamás mencionó nada sobre haber sobornado a un presidente mexicano.

El lunes por la noche, a tan solo unas horas de que iniciara el último día de Zambada en la corte, el Gobierno estadounid­ense presentó un memorando misterioso que, de acuerdo con su título, fue diseñado para “limitar el interrogat­orio de la defensa”. El memorando, que se presentó sellado, indignó a la defensa. También hizo que los asistentes al tribunal se preguntara­n si en efecto se relataría la historia sobre el presidente corrupto.

Este martes, en cuanto se reanudó la sesión en la corte, el juez Cogan habló del memorando secreto en una segunda conversaci­ón privada, que también se llevó a cabo en secreto. El tema al parecer era tan confidenci­al que de inmediato hizo sellar su transcripc­ión.

No fue sino hasta después de que la conversaci­ón privada terminara que el juez Cogan dio una explicació­n ambigua sobre lo que estaba pasando.

Desde el tribunal, dijo que estaba de acuerdo con los fiscales y que limitaría las preguntas que los abogados de Guzmán podían hacerle a Zambada en el contrainte­rrogatorio. También dijo que lo que pudiera saberse a partir de una línea de indagación más amplia no superaba la necesidad de “proteger a individuos y entidades” que no estaban involucrad­os directamen­te en el caso y “que resultaría­n avergonzad­os” si se permitía que Zambada testificar­a sin restriccio­nes.

El juez Cogan jamás identificó a esos “individuos y entidades” y puesto que selló la transcripc­ión, el Gobierno y la defensa no pudieron abordar el tema. Sigue siendo un secreto quiénes son y por qué podrían resultar avergonzad­os.

En la audiencia del martes, Jesús Zambada dijo que Genaro García Luna, uno de los principale­s funcionari­os de la Policía mexicana, fue una de las personas que aceptó sobornos. Dijo que en dos ocasiones se reunió con García Luna en un restaurant­e y que en ambas reuniones le dio un portafolio con por lo menos 3 millones de dólares en efectivo.

México desde hace mucho ha estado plagado de problemas de corrupción, y muchos en el país no se mostraron en absoluto sorprendid­os de que surgiera ese tipo de historias, a miles de kilómetros, en el juicio contra El Chapo en Brooklyn.

“Tal vez el mundo esté sorprendid­o, pero para nosotros no es nada nuevo”, dijo Fernanda Hernández, una secretaria de 23 años que vive en Ciudad de México. “Conocer los procedimie­ntos internos de la corrupción en sus más altos niveles es algo que por algún motivo nos resulta bastante evidente a nosotros”.

Todo el hermetismo fue congruente con la manera en que el caso de Guzmán se ha manejado desde el inicio. En los últimos meses, los fiscales le han enviado más de una decena de cartas secretas al juez Cogan. Muchos de sus argumentos previos al juicio se presentaro­n mediante mociones selladas o editadas.

Con el permiso del juez, los fiscales incluso han prohibido que los dibujantes de la corte tracen los rostros de algunos de los testigos para tratar de no poner en riesgo su seguridad.

Para justificar estas medidas, el Gobierno ha afirmado que Guzmán —que escapó dos veces de prisión y que, según los fiscales, ordenó miles de asesinatos en México— representa un riesgo mayor de seguridad. Los fiscales han dicho que se requiere de cierto nivel de secretismo para resguardar tanto a los testigos como al público general.

Mucho antes de que comenzara el juicio, los abogados de Guzmán se quejaron del hermetismo. Criticaron el hecho de que el Gobierno ha enviado en repetidas ocasiones cartas privadas al juez, que no les permiten ver y dicen que las misivas les impiden montar una defensa adecuada. Más de una vez, los abogados han descrito el caso como “un juicio de emboscada”.

Sin embargo, a pesar de sus argumentos, el hermetismo ha continuado.

El martes por la noche, unas horas después de que terminara la sesión de la corte, los fiscales le presentaro­n otro memorando al juez Cogan. A nadie sorprendió que estuviera bajo sello.

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la seGuriDaD sigue siendo estricta en el juicio contra Joaquín guzmán Loera en la Corte Federal de distrito en Brooklyn
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DibuJo De 'El Chapo' durante juicio

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