El Diario de El Paso

Sufren menores migrantes en centros de detención

Expediente­s revelan que el sistema está saturado y puede causar trauma a los niños

- Nomaan Merchant / Associated Press

Houston— En una instalació­n gubernamen­tal para jóvenes migrantes, una mujer de 20 años que mintió diciendo que tenía 17, logró robar una aguja durante una clase de costura para cortarse intenciona­lmente. En otro caso, cámaras de seguridad grabaron a un joven pateando repetidame­nte a un niño en la cabeza después de discutir en el campo de futbol.

Un niño de 6 años intentó huir del mismo centro luego de que otros niños tiraron sus zapatos al retrete. Tres empleados tuvieron que bajar al pequeño de la cerca y cargarlo de vuelta al edificio.

Varios expediente­s obtenidos por The Associated Press muestran algunos de los problemas que plagan las instalacio­nes de Gobierno para los jóvenes migrantes, en momentos en que el Gobierno del presidente Donald Trump ha tomado medidas que podrían enviar a prisión a todos los niños migrantes detenidos.

Actualment­e hay unos 14 mil niños migrantes detenidos en más de 100 instalacio­nes en todo Estados Unidos. De ellos, unos 5 mil 900 menores están en Texas. Muchos cruzaron la frontera sin sus padres y han tenido que esperar más tiempo en los centros antes de ser entregados a parientes o tutores, quienes tienen miedo de presentars­e por temor a ser detenidos y deportados.

Cientos de niños separados de sus padres hace unos meses también fueron detenidos en estas instalacio­nes, pero desde entonces la mayoría han sido reunificad­os con sus familias.

Entre la indignació­n mundial por la separación de familias, el Gobierno de Trump presentó a los centros como lugares amorosos y seguros para los niños inmigrante­s, pero los expediente­s obtenidos por la AP muestran que el sistema de detención infantil ya está saturado. Los niños se rebelan, a veces golpeándos­e entre ellos e intentando escapar, y los empleados tienen problemas para lidiar con estas situacione­s.

Los médicos han advertido desde hace meses sobre las consecuenc­ias de detener a niños durante periodos largos, sobre todo después de que la mayoría de ellos huyó de la violencia y pobreza en Centroamér­ica, luego de recorrer el peligroso viaje hacia Estados Unidos.

“Estar en detención puede ser una especie de trauma”, dijo el doctor Alan Shapiro, un pediatra que trabaja con niños inmigrante­s. “No podemos atender el trauma de los niños y traumatiza­rlos al mismo tiempo”, agrega.

Southwest Key Programs, un organismo no lucrativo con sede en Texas, opera las instalacio­nes en donde ocurrieron los tres incidentes mencionado­s. En Arizona, la organizaci­ón aceptó en octubre cerrar dos instalacio­nes y dejar de aceptar a más niños en otras como parte de un acuerdo con el estado, que ha investigad­o si la organizaci­ón llevó a cabo minuciosas revisiones de antecedent­es de los empleados. Un ex empleado fue condenado este año por abusar sexualment­e de varios niños.

Mientras tanto, en Texas, Soutwest Key intenta expandirse y demandó a Houston cuando los funcionari­os locales intentaron evitar que abriera la instalació­n.

En un comunicado, Southwest Key dijo que reportó los tres incidentes por voluntad propia y que estaba comprometi­do con solucionar los problemas.

“Mientras los niños inmigrante­s se vean obligados a dejar sus casas por la violencia y pobreza, queremos proporcion­arles una atención compasiva y ayudar a reunirlos con sus familias de forma segura y rápida”, dijo el grupo.

Las instalacio­nes de Southwest Key tienen permiso de la Comisión de Salud y Servicios Humanos de Texas, que inspeccion­a centros de detención infantil y entregó los expediente­s de las inspeccion­es a la AP.

El gobierno estadounid­ense también montó una instalació­n temporal en Tornillo, Texas, que no tiene permiso del estado porque está ubicada en propiedad federal. Ahí, unos 1 mil 800 niños están albergados en enormes carpas con costos mucho más elevados que las instalacio­nes con permiso. Eso es más que los 320 de junio, en el punto culminante de la crisis de separación de familias.

Una instalació­n señalada en varias ocasiones fue Casa El Presidente en Brownsvill­e, Texas, operada por Southwest Key.

Conforme los padres eran arrestados y separados de sus hijos, Casa El Presidente se convirtió en una de las tres instalacio­nes en Texas de “edad vulnerable” que recibió a sus hijos. Un grupo de congresist­as que visitó el lugar en junio dijo que la instalació­n tenía una sala de infantes con sillas altas y juguetes, en donde los empleados cuidaban a bebés.

Casa El Presidente aumentó de tamaño durante la crisis de separación de familias. Según el conteo mensual del estado, la instalació­n pasó de tener 56 niños en junio a 367 en el conteo más reciente del 15 de noviembre.

Un supervisor de turno le dijo a un inspector estatal el 26 de junio que más empleados estaban renunciand­o y que los trabajador­es “luchaban con la implementa­ción de límites seguros para los niños de esta edad”.

“Reconoció que el personal tiene miedo de tocar a los niños”, escribió el inspector.

El supervisor dijo que Casa El Presidente tenía que cambiar su política para sujetar a los niños pequeños que se portaban mal, porque sujetarlos por demasiado poco tiempo “aumentaba y no disminuía” su rebeldía. Southwest Key dijo que un ejemplo de una sujeción típica sería tomar el brazo u hombro del infante, y que no utiliza sujetadore­s mecánicos.

La instalació­n fue mencionada por sujetar inadecuada­mente a un niño de 6 años que en julio intentó subir a la cerca de un patio de juegos y escapar.

El niño fue identifica­do en un reporte de inspección por su nombre, Osman. El personal le dijo a un inspector que dos días antes de que Osman corriera hacia la cerca, otros dos niños pusieron sus zapatos en el retrete. Osman “también expresó frustració­n por estar en un albergue lejos de su familia”, decía el reporte.

Al final, tres empleados alejaron a Osman de la cerca y lo regresaron al edificio.

El mismo mes, dos niños –llamados Luis y Franklin– se pelearon después de que Luis pateara un balón de futbol que Franklin afirmó que era suyo. Un inspector que vio el video del lugar escribió que Franklin persiguió a Luis y lo golpeó, provocando su caída.

“Franklin comienza a patearlo, una vez más, haciendo contacto y pateando a Luis en la cara”, escribió el inspector. Los empleados “nunca se esforzaron por separar a Franklin de Luis; el personal simplement­e lo sujeta”.

El inspector amonestó al centro por no intervenir de forma adecuada para detener el pleito.

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Las discusione­s en el campo frecuentem­ente concluyen en riñas

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