El presidente a la deriva
Washington – Al haber sido forzado a retrasar su discurso Estado de la Unión debido al cierre gubernamental que él precipitó, este martes, el presidente Donald Trump pareció como si nunca fuera a abandonar el podio una vez que le cedieron la palabra.
En un discurso que reflejó resistencia si no es que elocuencia, Trump ofreció un delgado viso de “unidad” con la gran ayuda de la misma y antigua demagogia polarizadora.
“Podemos tender un puente sobre las antiguas divisiones, sanar las antiguas heridas, construir nuevas coaliciones y forjar nuevas soluciones”, declaró Trump.
Si esos fueran verdaderamente sus objetivos, se hubiera comprometido a no declarar un falso estado de emergencia con el fin de construir un muro en contra de los deseos del Congreso.
No hubiera reciclado haciendo un gran esfuerzo su incendiaria y falsa descripción de un “tremendo ataque violento” de inmigrantes ilegales.
Tampoco hubiera calumniado al gobernador de Virginia de haberse comprometido a “ejecutar” a los bebés recién nacidos, y no hubiera hecho esa afirmación absurda y nerviosa de que las “ridículas investigaciones partidistas” amenazan la prosperidad nacional y la seguridad.
Trump aplaudió el substancial logro bipartidista de su presidencia, la aprobación de la reforma de justicia penal. También mencionó áreas en las que habrá un posible acuerdo bipartidista en el futuro, tal como invertir en las carreteras, ferrocarriles y aeropuertos del país, además de disminuir los precios de los medicamentos de prescripción.
Aunque en esas áreas no habrá progreso sin una legislación seria, comprometida y que vaya directo al punto. Existen amplias brechas bipartidistas tales como de qué manera se financiará un paquete de infraestructura.
El inconsistente estilo de negociar de Trump, la ignorancia del detalle, la poca atención y las grandes demandas hacen más difícil ese compromiso. Si va a haber un logro bipartidista en este Congreso – ahora que los demócratas controlan la Cámara, cualquier logro tendrá que ser bipartidista – los legisladores tendrán que adelantarse.
De hecho, el discurso de este martes dejó de manifiesto la necesidad que tienen los legisladores de utilizar la prerrogativa que tiene el Congreso en el comercio, política exterior y otros asuntos clave debido a que se tiene a un presidente impetuoso y que está a la deriva.
Este martes, Trump catalogó como “una calamidad” las décadas de políticas comerciales que de hecho han ayudado a producir la calidad de vida que disfrutan los estadounidenses, además de difundir la prosperidad en todo el mundo.
Sus reclamos infundados incluyó su insistencia en que el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica fue una “catástrofe” y que Estados Unidos podría estar en una “guerra importante” con Corea del Norte si él no hubiera sido electo, además de que el colapso de Venezuela demuestra por qué razón los estadounidenses deben rechazar “el nuevo llamado para adoptar el socialismo en nuestro país”.
Los legisladores deberían insistir en supervisar más el uso que le da el presidente a la seguridad nacional como pretexto para colocar barreras comerciales. Deben reafirmar el apoyo de Estados Unidos a los valores democráticos y derechos humanos, luchar contra las invasiones de las naciones autoritarias, defender las alianzas tradicionales y evitar un retiro prematuro de la lucha contra el terrorismo en Afganistán y Medio Oriente.
El Congreso también podría intentar avanzar en los desafíos más importantes del país, los cuales Trump rechazó tanto en su discurso como en su gobierno. Tampoco mencionó el cambio climático, aun cuando las posibilidades aumentan de una manera cada vez más alarmante.
Tampoco dijo nada acerca de la creciente desigualdad de la riqueza, que exacerbó su reforma fiscal. No habló acerca de la deuda del país que está aumentando rápidamente, misma que Trump ha empeorado.
Si la salud de la nación va a estar mejor el próximo año, el Congreso tendrá que tomar la iniciativa.