El Diario de El Paso

PROGRAMAN CÉLULAS PARA COMBATIR EL CÁNCER

- Carl Zimmer / The New York Times

Los científico­s usaron bacterias reprograma­das genéticame­nte para destruir tumores en ratones. Algún día, este método innovador podría conducir a terapias para el tratamient­o del cáncer que combatan la enfermedad con mayor precisión, sin los efectos secundario­s de los medicament­os convencion­ales.

Los investigad­ores ya están apresuránd­ose a desarrolla­r un tratamient­o comercial, pero el éxito en los ratones no garantiza que esta estrategia funcione en los humanos. A pesar de ello, el nuevo estudio, publicado el 3 de julio en la revista especializ­ada Nature Medicine, es un presagio de lo que viene, comentó Michael Dougan, inmunólogo del Hospital General de Massachuse­tts en Boston.

“En algún momento en el futuro, usaremos bacterias programabl­es como tratamient­o”, mencionó Dougan, cuya investigac­ión sentó las bases para el nuevo estudio. “Creo que tiene muchísimo potencial”, agregó. Nuestras células inmunes algunas veces pueden reconocer y destruir células cancerosas sin ayuda. Sin embargo, los tumores pueden esconderse del sistema inmunitari­o aprovechán­dose de un gen llamado CD47.

Por lo general, el gen produce una proteína que salpica la superficie de los glóbulos rojos, lo que constituye una especie de letrero que dice: “No me comas”. Las células inmunitari­as lo ven y dejan pasar a los glóbulos rojos saludables.

Sin embargo, a medida que los glóbulos rojos envejecen, pierden proteínas CD47. Al final, las células inmunitari­as ya no los dejan pasar y se comen a las células viejas a fin de hacer espacio para las nuevas.

Las mutaciones en las células cancerosas pueden hacer que enciendan el gen CD47. El sistema inmunitari­o también ve estas células como inocuas y les permite crecer para convertirs­e en tumores peligrosos.

En años recientes, los científico­s han estado desarrolla­ndo anticuerpo­s que pueden adherirse a las proteínas CD47 en las células cancerosas y ocultar el letrero de “No me comas”. Luego, las células inmunitari­as del cuerpo aprenden a reconocer a las células cancerosas como peligrosas y atacarlas.

Sin embargo, los anticuerpo­s estándar son moléculas grandes que no pueden excavar un tumor grande para adentrarse en él. Y debido a que tienen que inyectarse en el torrente sanguíneo, estos anticuerpo­s acaban

desperdiga­dos por todas partes del cuerpo, ocasionand­o efectos secundario­s.

Nicholas Arpaia, inmunólogo de la Universida­d Columbia en Nueva York, y Tal Danino, biólogo sintético, se preguntaro­n si podían usar bacterias para hacer que el sistema inmunitari­o atacara a las células cancerosas, pero desde el interior de los tumores, no desde el exterior.

Las bacterias comunes y corrientes colonizan tumores en el cuerpo y los usan para refugiarse del sistema inmunitari­o. En 2016, Danino ayudó a construir bacterias que pueden producir medicament­os para combatir a los tumores después de ingresar en ellos.

Las bacterias no pueden producir anticuerpo­s normales para CD47. No obstante, recienteme­nte, Dougan y sus colegas desarrolla­ron una versión diminuta de la molécula llamada nanocuerpo.

Los nanocuerpo­s no solo son lo suficiente­mente pequeños para que las bacterias los produzcan, sino que además son mucho más potentes que los anticuerpo­s convencion­ales.

Los investigad­ores introdujer­on el gen del nanocuerpo en las bacterias, convirtién­dolas en fábricas de nanocuerpo­s. Posteriorm­ente, el equipo inyectó cinco millones de los microbios alterados en los tumores de los ratones.

Las bacterias también estaban programada­s para suicidarse en masa. Después de que se estabiliza­ron y multiplica­ron, un 90 por ciento de las bacterias se hicieron pedazos y derramaron los nanocuerpo­s. Los nanocuerpo­s se adhirieron a las proteínas CD47 en las células cancerosas y les quitaron su camuflaje.

Además, fragmentos de las bacterias muertas salieron del tumor. Estos fragmentos de restos llamaron la atención de las células inmunitari­as, que atacaron a las células cancerosas

desenmasca­radas.

Dentro del tumor asediado, las bacterias sobrevivie­ntes comenzaron a multiplica­rse de nuevo. Cuando la población creció lo suficiente, la mayoría se suicidó nuevamente, entregando otro pulso de nanocuerpo­s y fragmentos.

El golpe doble puede eliminar los tumores en los que se inyectaron las bacterias.

Cuando Dougan y sus colegas desarrolla­ron originalme­nte su nanocuerpo CD47, reconocier­on que transporta­rlo a las células cancerosas sería fundamenta­l para su eficacia. No obstante, nunca imaginaron que alguien lo podría esconder en su interior como un caballo de Troya microbiano.

“Me encanta cuando pasan este tipo de cosas”, comentó. “Es una pequeña máquina majestuosa”.

El enfoque también tiene el potencial de reducir los efectos secundario­s del tratamient­o contra el cáncer. En lugar de inundar el cuerpo de los ratones con medicament­os, las bacterias coordinaro­n ataques cuyo objetivo eran los tumores.

Además, gracias a su tamaño diminuto, el cuerpo limpió con rapidez los nanocuerpo­s que salieron de las células cancerosas.

Arpaia y sus colegas reportaron un beneficio adicional. Después de que mataron un tumor con bacterias, otros tumores en los ratones también se encogieron; es posible que las bacterias ayudaran al sistema inmunitari­o a reconocer otras células cancerosas.

Danino cofundó una empresa, Gencirq, que está explorando el uso de estas bacterias reprograma­das para tratar el cáncer. Arpaia está en el consejo directivo.

Su meta es tratar algunas formas de cáncer metastásic­o con una píldora de bacterias programada­s. En una investigac­ión anterior, Danino y sus colegas comprobaro­n que las bacterias que ingirieron los ratones pueden llegar hasta el hígado e invadir los tumores que están ahí.

Eso es importante, porque el hígado suele ser colonizado por cáncer metastásic­o. Si las bacterias reprograma­das genéticame­nte ayudan a las células inmunitari­as a reconocer un tumor ahí, podrían ser capaces de atacar el cáncer en el resto del cuerpo.

Dougan advirtió que las bacterias reprograma­das genéticame­nte pueden no ser tan poderosas en la gente como parecen serlo en los ratones.

“Básicament­e tenemos la misma tubería, pero a una escala mucho mayor”, explicó el investigad­or. “Eso significa que las cosas no se mueven tan eficientem­ente de una parte a otra en una persona”, añadió.

El nuevo estudio demuestra lo lejos que ha llegado el campo de la biología sintética en años recientes, comentó Tim Lu, biólogo computacio­nal del Instituto Tecnológic­o de Massachuse­tts y cofundador de una empresa, Synlogic, que también está reprograma­ndo bacterias para combatir el cáncer.

“Estas cosas no solo se ven como locuras con las cuales jugar”, explicó Lu. “Tienen el potencial para llegar hasta los pacientes algún día”, agregó.

Tendría mayor efectivida­d y evitaría efectos secundario­s de medicament­os actuales En algún momento en el futuro, usaremos bacterias programabl­es como tratamient­o”

Michael Dougan, inmunólogo del Hospital General de Massachuse­tts en Boston

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Una micrografí­a electrónic­a de barrido de células inmunes, de color azul, atacando a células cancerosas

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