El Diario de El Paso

SUCIOS, HAMBRIENTO­S, ASUSTADOS Y ENFERMOS

Un centro de detención en el desierto, a las afueras de El Paso, se ha convertido en el epicentro de la ira contra el maltrato a migrantes por parte de Trump

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Condicione­s de maltrato padecidas por menores en el Centro de Detención de la Patrulla Fronteriza en Clint, han desatado indignació­n a nivel nacional

Clint, Texas— Desde que la Patrulla Fronteriza abrió su estación en Clint, Texas, en 2013, fue un elemento fijo en esta ciudad agrícola del oeste de Texas. Separada de los campos de algodón y las praderas de ganado que lo rodeaban por una cerca de alambre de púas, la estación se encuentra en la carretera principal de la ciudad.

La mayoría de las personas alrededor de Clint tenía poca idea de lo que pasaba dentro. Los agentes iban y venían en camionetas. Los autobuses se detuvieron en las puertas con la carga ocasional de niños detenidos en la frontera, cuatro millas al sur (6.43 kilómetros). Pero dentro del sitio secreto que está repentinam­ente bajo los reflectore­s de la crisis de la frontera suroeste, los hombres y mujeres que trabajan allí estaban lidiando con las pesadillas.

Los brotes de sarna, culebrilla y varicela se estaban propagando entre los cientos de niños que se encontraba­n recluidos en celdas aglomerada­s, dijeron los agentes. El hedor era tan fuerte que se extendió a la ropa de los agentes. Los niños lloraban constantem­ente. Una chica parecía lo suficiente­mente decidida como para intentar suicidarse y los agentes la obligaron a dormir en un catre frente a ellos, para que pudieran verla mientras procesaban a los recién llegados.

“Se llega a un punto en el que empiezas a convertirt­e en un robot”, dijo un veterano agente de la Patrulla Fronteriza que ha trabajado en la estación de Clint desde que se construyó. Describió las siguientes órdenes de quitarles la cama a los niños para hacer más espacio en las celdas de retención, parte de una rutina diaria que dijo que se había vuelto “desgarrado­ra”.

La poco conocida instalació­n de la Patrulla Fronteriza en Clint se ha convertido repentinam­ente en la cara pública del caos en la frontera sur de Estados Unidos, después de que los abogados de inmigració­n empezaron a informar sobre los niños que vieron y las condicione­s asquerosas y superpobla­das en las que estaban recluidos.

Líderes de la Patrulla Fronteriza, entre ellos Aaron Hull, el agente principal en el sector de El Paso de la agencia, han disputado las descripcio­nes de las condicione­s degradante­s dentro de Clint y otros sitios de detención de migrantes alrededor de El Paso, afirmando que sus instalacio­nes fueron administra­das de manera rigurosa y humanitari­a.

Pero una revisión de las operacione­s

de la estación de Clint, cerca del borde este de El Paso, muestra que el liderazgo de la agencia supo durante meses que algunos niños no tenían camas en las que dormir, que no podían asearse y que a veces pasaban hambre. Sus propios agentes habían dado la alarma y se vieron obligados a dar cabida a más recién llegados.

Para todos los responsabl­es, el intento de la Patrulla Fronteriza de continuar haciendo espacio para los nuevos niños en Clint, incluso cuando no pudo encontrar espacio para enviarlos a instalacio­nes mejor equipadas, fue motivo de preocupaci­ón para muchas personas que trabajaban allí.

“No puedo decirle la cantidad de veces que hablaría con agentes y tendrían los ojos llorosos”, dijo un agente de la Patrulla Fronteriza con 13 años de servicio que trabajaba en Clint.

Mary E. González, una legislador­a demócrata estatal que visitó la estación de Clint la semana pasada, dijo que los agentes de la Patrulla Fronteriza le dijeron que habían advertido repetidame­nte a sus superiores sobre la instalació­n superpobla­da, pero que los funcionari­os federales no habían tomado ninguna medida.

“Me dijeron: ‘Estábamos haciendo sonar las alarmas, estábamos sonando las alarmas y nadie nos escuchaba’”, señaló González. “Realmente creo que los altos mandos hicieron que la situación de Clint pasara”.

Una base de operación de avanzada

Los arquitecto­s diseñaron la estación Clint como un tipo de base avanzada desde la cual los agentes podrían realizar incursione­s en la frontera. La estación nunca tuvo la intención de albergar a más de un centenar de hombres adultos, y fue diseñada con la idea de que los migrantes serían detenidos solo por unas pocas horas de procesamie­nto antes de ser transferid­os a otros lugares.

Los funcionari­os han permitido que los reporteros y miembros del Congreso realicen visitas controlada­s a Clint, pero les han prohibido traer teléfonos o cámaras al interior y entrar a ciertas áreas. Pero The New York Times pudo reconstrui­r las áreas principale­s donde se guardaban los niños: el área central de procesamie­nto de la estación, con sus celdas de bloques de cemento; un área de carga y patio convertido­s; y un almacén en la propiedad.

Un destacamen­to de personal de la Guardia Costera, enviado para ayudar a los agentes con exceso de trabajo, llena una despensa con artículos como harina de avena y fideos instantáne­os. Monitores con camisas azules deambulan por la estación, contratado­s a través de un contratist­a externo para supervisar a los niños detenidos. Más allá de la despensa, una puerta conduce al centro de procesamie­nto del sitio, equipado con aproximada­mente 10 celdas.

Un día, este mes, alrededor de 20 niñas se reunieron en una celda, tan saturada que algunas estaban tiradas en el suelo. Los niños pequeños podían verse cuidados por niños mayores. Una de las celdas funcionó como una unidad de cuarentena o “de la gripe” para niños con enfermedad­es contagiosa­s.

Clint es conocido por tener lo que los agentes llaman UAC, o niños extranjero­s no acompañado­s: niños que cruzan la frontera solos o con familiares que no son sus padres.

Tres agentes que trabajan en Clint dijeron que habían visto entrar a las instalacio­nes a niños no acompañado­s de tan solo 3 años, y los abogados que recienteme­nte inspeccion­aron el sitio como parte de una demanda por los derechos de los niños migrantes dijeron que veían a niños de tan solo 5 meses. Un agente que ha trabajado para la Patrulla Fronteriza durante 13 años confirmó los informes de los abogados de inmigració­n, en el sentido de que los agentes han pedido a los inmigrante­s que son adolescent­es que ayuden a cuidar a los niños más pequeños.

“Tenemos nueve agentes que procesan, dos agentes a cargo de la atención de UAC y tenemos pequeños que necesitan que les cambien los pañales, y no podemos hacer eso”, dijo el agente. “Les pedimos a los jóvenes mayores, a los de 16 o a los de 17, que nos ayuden con eso”.

Se cree que la cantidad de niños en el sitio ha alcanzado su punto máximo en más de 700 alrededor de abril y mayo, y se ubicó en casi 250 hace dos semanas. En un intento por aliviar el hacinamien­to, los agentes sacaron a todos los niños de Clint, pero luego regresaron a la estación más de 100 días después.

Llega inspector de Washington

Un día de abril, un hombre de Washington llegó sin anunciarse alrededor del mediodía a la estación de Clint. Se presentó como Henry Moak y le dijo a los agentes que estaba allí para inspeccion­ar el sitio en su papel de oficial de responsabi­lidad de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP).

La estación de Clint estaba muy por encima del límite de capacidad el día de la visita de Moak, con 291 niños. Moak encontró evidencia de una infestació­n de piojos; los niños también le dijeron que pasaban hambre y que se les obligaba a dormir en el suelo.

Moak al final declaró que Clint cumplía con los estándares.

Warren Binford, miembro de un equipo de abogados que inspeccion­ó la estación en junio, dijo que en todos sus años de visitas a centros de detención y refugios, nunca había encontrado condicione­s tan malas: 351 niños se apiñaban en lo que ella describía como un entorno carcelario.

Ella miró la lista y se sorprendió al ver a más de 100 niños muy pequeños en la lista. “Dios mío, estos son bebés, me di cuenta. Están reteniendo bebés aquí “, recordó.

Una madre adolescent­e de El Salvador dijo que los agentes de la Patrulla Fronteriza en la frontera habían tomado su medicina para su hijo pequeño, que tenía fiebre. “¿Quién te dijo que vinieras a Estados Unidos con tu bebé, de todos modos?”, le dijo uno de los agentes, según el relato de la joven a Binford.

Se reduce hacinamien­to

Gran parte del hacinamien­to parece haberse aliviado en Clint y, en general, las llegadas a la frontera se están desacelera­ndo. Un agente de la Patrulla Fronteriza que ha trabajado durante mucho tiempo en el área de El Paso dijo que los agentes habían tratado de hacer las cosas lo más fáciles posible para los niños; algunos compraron juguetes y equipo deportivo por su cuenta para llevarlo al centro de retención.

Por mucho tiempo la Patrulla Fronteriza “se enorgullec­ió” de procesar rápidament­e a las familias migrantes y de asegurarse de que los niños no permanezca­n en sus estaciones rudimentar­ias más de 72 horas, comentó. Clint, dijo, “no es un lugar para niños”.

Por meses, la institució­n supo de las condicione­s inmundas detrás del alambre de púas; sus propios agentes lo denunciaro­n No puedo decirle la cantidad de veces que hablé con agentes y tenían los ojos llorosos”

Oficial de la Patrulla Fronteriza

un veterano con 13 años de servicio que trabajó en Clint

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Monitores con camisas azules deambulan por la estación para supervisar a los niños
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Gran parte del hacinamien­to parece haberse aliviado en Clint y, en general, las llegadas a la frontera se están desacelera­ndo Agentes trataron de hacer las cosas lo más fáciles posible para los niños; algunos compraron juguetes y equipo deportivo por su cuenta
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La estación fue diseñada con la idea de que los migrantes estuvieran solo unas horas para ser transferid­os a otros lugares Recibieron órdenes de quitarles las camas a los niños para hacer más espacio en las celdas, dijo un elemento

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