El Diario de El Paso

Abogados en EU demandan y logran libertad de migrantes

- Nomaan Merchant / Associated Press

Houston, TX.— A comienzos de junio, dos hermanos gemelos de Guatemala le avisaron a su hermana en California que iban a cruzar la frontera entre México y Estados Unidos. Y desapareci­eron por casi un mes.

La hermana no pudo encontrarl­os en bases de datos colocadas en Internet, y el consulado guatemalte­co más cercano no tenía informació­n alguna. Ella temió la peor: fueron secuestrad­os, quizás asesinados.

Tres semanas después los encontró: en hacinadas celdas de un centro de la Patrulla Fronteriza en Texas, sin acceso a teléfonos ni abogados. Uno de ellos estaba en una de las celdas cuando fue al lugar el vicepresid­ente Mike Pence en julio. Sólo después de que sus abogados demandaron al Gobierno, los hermanos fueron liberados.

Es un proceso que, según abogados de inmigració­n, se repite una y otra vez: Migrantes adultos son confinados en atestadas

celdas de la Patrulla Fronteriza –sin alimentaci­ón adecuada, incomunica­dos y maltratado­s– hasta que son soltados una vez que sus representa­ntes demandan.

Un grupo de abogados ha presentado demandas a nombre de cónyuges, hermanos o parientes de 18 migrantes; todos ellos fueron soltados casi inmediatam­ente.

Los abogados sospechan que el Gobierno está tratando de evitar que un juez federal emita un fallo amplio que le obligue a dejar en libertad a miles de personas detenidas por la Patrulla Fronteriza, o que le obligue a mejorar las condicione­s en las celdas, considerad­as deficiente­s por activistas e incluso por inspectore­s oficiales.

“Saben que están equivocado­s y que el tribunal les llamará la atención por las condicione­s de confinamie­nto”, dijo Thelma Garcia, una abogada de inmigració­n en el sur de Texas. “Para ellos, es una batalla que no pueden ganar”, agregó.

El Servicio de Aduanas y Protección Fronteriza se negó a responder preguntas sobre el caso de los hermanos o algún otro, debido a que los procesos siguen en curso.

Según sus propias directrice­s, la Patrulla Fronteriza puede detener a un migrante adulto por un máximo de 72 horas, tras lo cual debe entregarlo al Servicio de Inmigració­n y Aduanas (ICE). En las instalacio­nes del ICE, los migrantes cuentan con teléfonos y salas para recibir visitas, y figuran en una base de datos en Internet. Esas facilidade­s no siempre existen en las instalacio­nes de la Patrulla Fronteriza.

Sin embargo es común que las agencias retengan a los migrantes más allá de las 72 horas permitidas, ante la cantidad masiva de gente que está llegando por la frontera. Unas 10 mil personas estaban detenidas por la Patrulla Fronteriza la semana pasada, 4 mil 200 de ellas en el Rio Grande Valley, en el sur de Texas, donde muchos migrantes están detenidos en celdas al aire libre y tiendas de campaña.

Relatos tanto dentro como fuera de los canales oficiales retratan un sistema desorganiz­ado en que los migrantes son privados de comida, atención médica o asistencia legal. Por otra parte, la Patrulla Fronteriza detuvo indebidame­nte a un joven de 18 años, nacido en Estados Unidos, que estuvo preso tres semanas y que como resultado perdió 12 kilos (26 libras).

Garcia y otros abogados denuncian que la agencia está tratando de evitar que la obliguen a mejorar las condicione­s y que en algunos casos ha estado tratando de tapar la realidad.

Pence visitó la instalació­n en Mcallen el 12 de julio, acompañado de senadores republican­os y periodista­s. Las imágenes de hombres gritándole desde dentro de las celdas, y del olor al interior de la instalació­n, fueron ampliament­e compartida­s.

Uno de los migrantes detenidos por la Patrulla Fronteriza después de esa visita fue luego trasladado, a raíz de una demanda. Su nombre no puede ser publicado debido a que su pedido de asilo está siendo considerad­o. Según una declaració­n jurada de sus abogados, el detenido dijo que se le permitió bañarse sólo una vez en 47 días. El segundo baño que se pudo dar fue justo antes de la visita de Pence.

“Ese día nos bañaron a todos, nos dieron mejor comida, de la que normalment­e le daban sólo a mujeres y niños, que incluía tres trozos de jamón, pan integral, lechuga, papas fritas, una manzana y una botella de agua”, escribió el detenido.

Otros días, según otros que fueron liberados, recibían apenas un bizcocho como comida. A algunos se les negaba la posibilida­d de cepillarse los dientes o de recibir atención médica.

El detenido que reportó recibir sólo dos baños dijo que contrajo la varicela en Mcallen. Relató que pidió ver a un médico, pero lo rechazaron, y luego lo trasladaro­n a una estación de la Patrulla Fronteriza donde todos los otros detenidos estaban enfermos también.

“Había mujeres y niños allí”, dijo el individuo en una declaració­n jurada. “Había un muchacho con la influenza que nos contagió a todos. En un momento desnudaron al muchacho y lo dejaron en medio del frío para tratar de bajarle la fiebre”, detalló.

Los detenidos no tenían acceso a gente afuera, no se les permitía hablar por teléfono o hablar con abogados.

Lisa Brodyaga, otra abogada que ha demandado al Gobierno, dijo que reciben a diario llamadas de detenidos tratando de buscar a parientes que cruzaron la frontera.

En otras demandas se menciona a un hombre salvadoreñ­o de 44 años que fue detenido el 30 de mayo, y otro salvadoreñ­o de 21 años que partió de su país el 9 de mayo y cuyo paradero se desconoce.

La demanda fue introducid­a el 20 de julio. Para el 21 de julio todos habían sido trasladado­s al ICE.

Antes de cruzar la frontera entre Estados Unidos y México en Texas, los hermanos guatemalte­cos –Carlos y Juan– le avisaron a su hermana Ruth, quien vive en Los Ángeles y es ciudadana estadounid­ense naturaliza­da. Los hermanos habían cruzado la frontera ilegalment­e.

Luego de que pasaran varios días sin noticia de sus hermanos, Ruth empezó a llamar a otros familiares y al consulado de su país en Los Ángeles. Eventualme­nte, un consulado en Texas confirmó que había recibido notificaci­ón de que los hermanos habían sido detenidos. Pero no quedaba claro dónde ni cómo estaban.

Carlos y Juan, ambos de 29 años, eran policías en Guatemala pero huyeron al ser amenazados por negarse a cooperar con las pandillas. Los hermanos pidieron que su apellido no sea publicado por temor a represalia­s en caso de ser obligados a regresar a Guatemala.

Cuando cruzaron la frontera, Juan y Carlos fueron llevados por traficante­s de personas a una casa en Mcallen que fue descubiert­a por las autoridade­s. Seguidamen­te fueron colocados bajo custodia de la Patrulla Fronteriza.

Juan dice que fue trasladado entre varias estaciones de la Patrulla Fronteriza en Mcallen y Rio Grande City. En las dos semanas que estuvo en la base en Mcallen, nunca se le permitió bañarse ni cepillarse los dientes. En un momento se desmayó y tuvo que ser llevado a una clínica debido a una arritmia cardíaca.

Él y Carlos fueron separados. Carlos relató la desesperac­ión que sintió al no poder encontrar a su hermano y al no poder hablar con familiares.

“Hubo momentos en que lloraba, en que pensaba: Salí de allí para terminar así'”, comentó.

Los hermanos están ahora en celdas separadas del ICE en Texas y Nuevo México.

Ruth ha hablado con ambos, y ahora considera que Dios escuchó sus plegarias.

“Yo rezaba y rezaba: Dios, no me des malas noticias’, recordó Ruth. “Siempre le pedía a Dios que los cuidara, y allí están”, concluyó.

Los indocument­ados son confinados en atestadas celdas de la Patrulla Fronteriza hasta que son localizado­s por sus representa­ntes

 ??  ?? El centro de detención de Mcallen fue visitado recienteme­nte por el vicepresid­ente Mike Pence
El centro de detención de Mcallen fue visitado recienteme­nte por el vicepresid­ente Mike Pence

Newspapers in Spanish

Newspapers from United States