El Diario de El Paso

REGRESAN RETENES

Opera de nuevo Patrulla Fronteriza puntos de revisión

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Deny Martínez le pagó a un traficante 7 mil dólares para que lo llevara a él y a su hijo adolescent­e de Honduras al lado mexicano del Río Bravo, del otro lado de El Paso.

El destino de su traficante era Ciudad Juárez: una cuenca seca a la vista de las torres de oficinas del centro de El Paso. El canal atraviesa la ciudad y, en un punto, queda a menos de 5 kilómetros (3 millas) del Walmart en donde un hombre armado atacó a clientes el sábado, resultando en 22 muertes.

Una oleada sin precedente­s de familias centroamer­icanas ha llegado este año a la frontera con Estados Unidos, en particular a El Paso, donde se vinculó al supuesto agresor con un manifiesto publicado en internet contra la “invasión hispana” y solicitant­es de asilo latinos.

Se desconoce por qué el hombre armado viajó de su casa cerca de Dallas a El Paso, pero la ciudad fronteriza de 700 mil habitantes se ha convertido en un punto álgido para cruces de inmigrante­s tras años de ser una de las ubicacione­s más tranquilas en la frontera. Siendo los traficante­s los que deciden la ruta, los centroamer­icanos suelen cruzar fácilmente el Río Bravo en El Paso con niños pequeños. Luego esperan que agentes de la Patrulla Fronteriza los arresten y sean trasladado­s a una extensa red de albergues privados en la ciudad.

Martínez, de 34 años, fue liberado con su hijo de 14 años después de cuatro días bajo custodia estadounid­ense y recibió una notificaci­ón para comparecer en una corte inmigrator­ia. Llegó a Estados Unidos por motivos económicos y no tenía intención de solicitar asilo.

“Me siento muy alegre de estar en el país”, dijo un domingo de abril antes de subirse a un autobús rumbo a Dallas.

El tema de los inmigrante­s

Los agentes en el sector de El Paso de la Patrulla Fronteriza hicieron la misma cantidad de arrestos durante todo el año fiscal 2012 que en una sola semana promedio en mayo. Las detencione­s en el sector se septuplica­ron con creces entre octubre y junio, comparado con el mismo periodo del año previo.

La Patrulla Fronteriza difundió un video de vigilancia de más de mil personas cruzando la frontera sin autorizaci­ón en El Paso el 29 de mayo, el grupo más grande que ha visto la agencia. Miembros de una milicia armada comenzaron a salir al desierto en las afueras de El Paso hace unos meses, incluido un grupo que detuvo a 300 migrantes. El grupo transmitió un video en Facebook Live del encuentro que los miembros constantem­ente describier­on como una “invasión”.

El presidente Donald Trump planeaba visitar la ciudad el miércoles aunque algunos residentes de El Paso consideran que su dura retórica inmigrator­ia ha fomentado la acrimonia en línea asociada con el agresor de Walmart. Trump tuvo aquí un evento en febrero y mencionó a El Paso durante su discurso Estado de la Unión para justificar su muro fronterizo, lo que generó críticas porque infló la tasa delictiva de la ciudad.

Con una población compuesta 80 por ciento de latinos, El Paso es una de las grandes ciudades con mayor presencia hispana en Estados Unidos, y una de las más seguras. Tiene además una profunda importanci­a entre los mexicoesta­dounidense­s.

Nexo con México

La economía de la ciudad depende de fábricas y consumidor­es mexicanos que con frecuencia cruzan la frontera para comprar en El Paso, y muchos residentes tienen fuertes vínculos con la vecina Ciudad Juárez. Ocho mexicanos murieron en la masacre del sábado.

La larga relación de El Paso con México se observa en rituales diarios de educación, familia y comercio. Después de que suena la chicharra en las secundaria­s de El Paso, el puente internacio­nal se convierte en un mar de mochilas, con cientos de estudiante­s estadounid­enses regresando a casa con sus familias en Ciudad Juárez. Pesos y dólares se aceptan en ambos lados de la frontera.

Miles de residentes tienen cercas fronteriza­s en su patio. La arquitectu­ra mexicana moldea la ciudad, desde lujosas haciendas sobre los cerros hasta humildes casas de adobe.

Desde hace mucho tiempo, los agentes de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) y el Servicio de Control de Inmigració­n y Aduanas (ICE) han sido parte de la comunidad, y muchos de ellos respondier­on al tiroteo del sábado.

“Nuestra diversidad es lo que nos hace especiales”, dijo el lunes el alcalde Dee Margo.

No fue sino hasta hace poco que El Paso se convirtió en punto de entrada para miles de migrantes que huyen de la pobreza y asesinatos en Guatemala y Honduras, entre ellos muchas familias. Las personas que llegaron en familia o los menores no acompañado­s representa­ron 85 por ciento de los arrestos en el sector de El Paso entre octubre y junio, comparados con 66 por ciento para toda la frontera mexicana.

Cambio

La velocidad del cambio a El Paso sorprendió a muchos agentes.

“Es como un interrupto­r”, dijo Aaron Hull, jefe del sector de El Paso de la Patrulla Fronteriza durante el aumento de hace unos meses.

Casa Anunciació­n, un grupo sin fines de lucro que lleva 40 años ayudando a migrantes en El Paso, se encargó de camas, alimentos y transporta­ción para miles de personas hace algunos meses, encontrand­o espacio en iglesias, moteles y otros albergues. Las autoridade­s de Estados Unidos dicen que el trabajo del grupo pudiera explicar el atractivo de la ciudad para los migrantes.

“Los migrantes han aprendido, ‘Ven a El Paso. Ven a Juárez. Ahí estarás un par de días. Serás procesado y liberado. Irás a Casa Anunciació­n y ahí se encargarán de ti’”, dijo Corey Prices, director de campo para las operacione­s de vigilancia y remoción del ICE en El Paso, quien considera que el grupo es un socio y elogia su trabajo. Habló justo antes de que el gobierno de Trump hiciera que los centroamer­icanos esperaran en Ciudad Juárez para sus audiencias ante las cortes inmigrator­ias de Estados Unidos.

Un jueves por la mañana, un grupo de 23 centroamer­icanos, de los que alrededor de la mitad eran menores de edad, caminaron sin obstáculos por la cuenca que separa a México de Estados Unidos, hasta unos altos bolardos de acero que el gobierno de Trump colocó para reemplazar barreras menos imponentes. Caminaron a lo largo de un camino de tierra y esperaron a que los agentes los vieran.

Una mujer estaba embarazada de cuatro meses. Un guatemalte­co de 36 años con su hijo de 9 años dijo que fueron por motivos económicos. Un guatemalte­co con un niño de 11 años dijo que huía de un gobierno corrupto e ineficient­e.

Juan Gaspar Casinto, quien trabajó como guardia de seguridad privado en Guatemala, cubrió a su hija de 6 años mientras dormía en el piso de la estación de autobuses Greyhound atiborrada con más migrantes la noche del sábado.

Casinto, de 31 años, dijo que llegar solo a Estados Unidos no era una opción. Los niños deben ser liberados a los 20 días según un fallo de la corte, un hecho que cada vez se conoce más después de que el gobierno de Trump ordenara a un juez parar la práctica general de separar familias.

“Hay que ir con niños”, dijo. “Así, sí se entra. Si no, no”.

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el flujo de indocument­ados ha ido en aumento
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la Patrulla Fronteriza, siempre vigilante

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