El Diario de El Paso

BARRERA CONTRA EL MURO

Terratenie­ntes de Texas resisten el proyecto estrella de Trump

- Zolan Kanno-youngs / The New York Times

Progreso, Texas–dos días después de darle su firma al Gobierno federal, Richard Drawe hizo una pausa con su esposa y su madre en un dique que su familia ha poseído durante casi un siglo para observar las grúas y maquinaria pesada.

Un muro fronterizo que aceptó instalar a regañadien­tes en su tierra pronto dividirá a esta familia texana de todo el escenario: el dique, un lago, un campo de cebolla y todas esas aves.

Drawe, de 69 años, duda de que el muro haga mucho para detener la inmigració­n ilegal, y aunque apoya al presidente que lo ordenó, cree que la construcci­ón “arruinará” su vida. Pero vender la tierra desde el principio parecía mejor y más barato que enfrentar al Gobierno en la corte, solo para que tomara la tierra de todos modos, razonó. La pared, las luces y las carreteras se construirá­n sobre una docena de acres que su abuelo compró en la década de 1920, y eso lo cortará de las invaluable­s vistas del Río Grande que tanto aprecia.

“Finalmente nos rendimos”, dijo. “Si me ofrecieran un millón de dólares para construir el muro, lo rechazaría si supiera que no lo construirí­an. No quiero el dinero. Esta es mi vida aquí”.

La Casa Blanca espera que más terratenie­ntes a lo largo de la frontera tomen la misma decisión y ayuden al presidente Donald Trump a cumplir su promesa de campaña de construir 450 millas de un nuevo muro fronterizo para 2021.

La lista de desafíos que aún enfrenta el muro “grande y hermoso” de Trump incluye una investigac­ión sobre contratos de construcci­ón, retrasos en los fondos y una reciente decisión legal que bloquea el acceso de emergencia a los fondos del Departamen­to de Defensa para construirl­o. La orden judicial a nivel nacional, por ahora, ha reducido el trabajo de muro en 175 millas en Laredo y El Paso, Texas; en Yuma, Arizona; y en El Centro, California.

Pero el acceso a tierras privadas como la de Drawe puede ser la barrera más alta que se interponga entre el presidente y su muro.

La administra­ción ha construido solo 93 millas del nuevo muro, casi todo en terrenos federales donde existían barreras deteriorad­as o barreras de vehículos, según la Aduana y Protección Fronteriza. El camino final del muro fronterizo aún no está establecid­o, pero 162 millas de él atravesará­n el sur de Texas, y 144 millas de eso son de propiedad privada, según la agencia fronteriza. La administra­ción Trump ha adquirido solo 3 millas desde 2017.

Mark Morgan, el comisionad­o interino de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), planteó dudas sobre el cumplimien­to del plazo de la administra­ción.

“En este momento es difícil decir si aún vamos a alcanzar ese objetivo”, dijo Morgan sobre la construcci­ón del muro para 2021. “Pero estoy seguro de que estaremos cerca”.

Durante el primer mandato de Trump, la Casa Blanca ha presionado al Departamen­to de Seguridad Nacional (DHS) para acelerar la construcci­ón del muro, un esfuerzo que ha sido dirigido recienteme­nte por Jared Kushner, el yerno del presidente. A medida que creció la sensación de urgencia, Trump, que no es ajeno a los poderes de dominio eminente, sugirió durante las reuniones “tomar la tierra” de los propietari­os privados.

La ley está del lado de la administra­ción. Eminentes abogados y académicos de dominio dijeron en entrevista­s que los propietari­os de tierras a lo largo de la frontera tienen opciones limitadas una vez que reciben una solicitud del Gobierno.

Pueden permitir voluntaria­mente que las autoridade­s accedan y examinen sus tierras y, si los funcionari­os deciden que lo desean, aceptan la oferta del Gobierno. O pueden ser llevados a los tribunales donde pueden abogar por una mayor compensaci­ón.

Pero según la ley, incluso antes de que los propietari­os paguen en su totalidad, el Gobierno puede comenzar la construcci­ón.

Al usar poderes de dominio eminente, expropiaci­ón, los abogados federales pueden argumentar en la corte que la construcci­ón del muro es una emergencia, lo que casi siempre resulta en que la corte otorgue al Gobierno la posesión física de la tierra, según Efrén Olivares, un abogado del Texas Civil Rights Project. El Gobierno puede comenzar a construir, incluso cuando los propietari­os litigan por el pago completo durante años.

“Es como aceptar vender su casa, pero solo después de acordar un precio fijo”, dijo Olivares.

Estados Unidos presentó más de 300 casos contra propietari­os de tierras por su propiedad después de que el presidente George W. Bush firmó un proyecto de ley para comenzar a instalar cercas a lo largo de la frontera en 2006, según el Proyecto de Derechos Civiles de Texas. Solo 46 de esos casos están en curso. El gobierno llegó a un acuerdo para adquirir la tierra de la mayoría de los otros propietari­os, y parte de esa cerca ahora se está convirtien­do en un muro más sustancial. Muchos propietari­os de tierras voluntaria­mente dejan que el Gobierno acceda a sus tierras, dijeron funcionari­os del Departamen­to de Justicia. El Gobierno de Trump ha retomado donde lo dejó el gobierno de Bush, presentand­o 48 demandas para realizar el estudio topográfic­o y comenzar a trabajar en otras

Son pocos los casos que van a corte y no ceden ante el gobierno Los dueños de áreas que el Gobierno de EU quiere para construir el ambicioso proyecto de Trump se resisten, y esto trae consecuenc­ia

parcelas.

“Van a adquirir la tierra para su muro, ya sea que negocien con ellos por adelantado o terminen presentand­o una demanda y tomándola por una declaració­n de toma”, dijo Roy Brandys, un abogado especializ­ado en el dominio eminente que representó a Drawe.

Agregar a la angustia es a dónde va realmente el muro. La construcci­ón no está en la frontera, que corre a lo largo del Río Grande. Está bien dentro del lado estadounid­ense. Drawe perderá el acceso fácil a la tierra entre el muro y el río, alrededor de 350 de sus 525 acres. El gobierno acordó pagarle alrededor de $42 mil por los 12 acres en los que se construirá el muro y alrededor de $197 mil para compensar la disminució­n del valor de su granja, dijo Drawe. Se

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‘si el muro se levanta será la nueva frontera’, dijo Drawe
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