El Diario de El Paso

Blindaje frente al rumor

• Ismael Cala

- Ismael Cala

Los Angeles— Los seres humanos siempre hemos sido proclives a inventarno­s realidades. Unas veces por intereses políticos o económicos, otras por pura diversión, y algunas para explicar situacione­s que escapan del entendimie­nto más racional. Pero, vayamos por partes.

Las fake news son tan viejas como el periodismo mismo. En 1835, el periódico New York Sun comenzó a publicar reportajes sobre supuestos descubrimi­entos en la Luna. Esta serie se considera uno de los engaños mediáticos más famosos de todos los tiempos.

Vivimos una época de rumores y malas intencione­s. A veces me pregunto, ante notas y links que llegan por Whatsapp o redes sociales, ¿pero esto qué es? ¿De dónde sale? ¿Quién lo dijo? ¿Qué otras fuentes lo han publicado?

Las fake news han llegado a tal nivel de sofisticac­ión que parecen reales. Están escritas por expertos y siempre tienen un objetivo oculto. Hace poco, durante un viaje por España, oí hablar de una web que fabrica titulares sobre la supuesta muerte de famosos. Lo hace periódicam­ente, y pocas celebridad­es se han salvado de sus esquelas mortuorias. Aún así, hay gente que sigue compartien­do compulsiva­mente su contenido.

No toda la culpa es de políticos o medios inescrupul­osos. ¿Nunca has compartido una recomendac­ión médica, de esas que lo curan todo, previament­e enviada por un amigo o familiar? ¿No has visto las infames campañas contra las vacunas infantiles, puestas en la diana como supuestas causas de otras enfermedad­es? Resulta intolerabl­e jugar con la salud de las personas.

La BBC, meca del buen periodismo, creó una guía para detectar, por ejemplo, las falsas estadístic­as. Sus sugerencia­s incluyen escuchar el instinto, estudiar los antecedent­es, entender lo que se dice, poner las cosas en perspectiv­a, mantener la curiosidad y hacer un seguimient­o hasta la fuente original.

Algunos dirán que es un trabajo excesivo, pero la democratiz­ación de la comunicaci­ón, que permite a cualquiera convertirs­e en emisor de mensajes (algunos influencer­s tienen más seguidores que importante­s medios convencion­ales), implica un gran compromiso social. Quienes usamos Twitter, Facebook, Instagram o Whatsapp, debemos ser tan responsabl­es del contenido como CNN o The New York Times.

Las leyendas inspirador­as no son fake news, siempre y cuando se presenten como lo que son: parábolas o ficciones empoderado­ras.

De vez en cuando leemos una muy compartida: la foto de una manada de lobos, donde “los viejos y enfermos caminan por delante para establecer el ritmo”. Al final, supuestame­nte, va el líder alfa, que “asegura que nadie queda atrás. Siempre está listo para correr en cualquier dirección para proteger”.

La lectura es hermosa, porque explica bien el papel de un verdadero líder, pero los expertos afirman que es ficticia. En la historia real, el líder alfa va delante, para abrir paso a los demás lobos en la espesa nieve. De cualquier forma, en este caso, el resultado nos invita a repensar el liderazgo. La ficción, eso sí, no puede presentars­e como una realidad.

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