El Diario de El Paso

Familias separadas por política migratoria se reencuentr­an

Nueve personas deportadas por la administra­ción de Donald Trump regresan a EU y se reúnen con sus hijos

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Hay mucha gente traumatiza­da por la política de separación de familias, cuyo dolor no puede ser suprimido”

Linda Grimm,

abogada

Los Ángeles– Nueve personas deportadas por el Gobierno de Donald Trump en el marco de una política que separó a miles de familias de migrantes regresaron a Estados Unidos y se reencontra­ron con sus hijos, a los que no veían desde hacía un año y medio.

El grupo llegó al aeropuerto internacio­nal de Los Ángeles el miércoles por la noche procedente de Guatemala, luego de que un juez federal determinas­e que el Gobierno estadounid­ense les había impedido ilegalment­e pedir asilo. Un activista confirmó que los nueve habían abordado el avión.

Algunos de los menores esperaron a sus padres en el aeropuerto, incluido el hijo de nueve años de David Xol, Byron.

David se arrodilló y abrazó sollozando al pequeño durante tres minutos.

“Era pequeño” cuando lo dejó, dijo David tras ponerse de pie. Mirando a su abogado, que lo acompañó en el vuelo, se puso la mano a la altura del pecho y comentó: “Creció mucho”.

David, Byron y el abogado, Ricardo de Anda, se abrazaron. Byron lucía feliz. Los tres partieron luego hacia un hotel.

El emotivo encuentro fue un poderoso recordator­io de los efectos duraderos de la política de separación de familias de Trump. Cientos, si no miles, de familias siguen separadas dos años después de que entrase en vigor una política de “tolerancia cero’’ a los cruces ilegales de la frontera.

“Es como si se hubiesen sacado la lotería”, expresó Linda Grimm, abogada que representa a uno de los padres que volvió al país. “Hay mucha gente traumatiza­da por la política de separación de familias, cuyo dolor no puede ser suprimido”.

Se sabe de más de 4 mil menores fueron separados de sus padres antes y durante la vigencia de la política de tolerancia cero. Los padres eran enviados de inmediato a sus países tras ser pillados en la frontera y los hijos permanecía­n en Estados Unidos, bajo custodia de las autoridade­s hasta ser ubicados con alguien.

El Gobierno admitió que los agentes separaron familias desde mucho antes de que entrase en vigor esa política, que no guardaron buenos registros de las separacion­es y que algunos centros de detención estaban desbordado­s y en malas condicione­s, al punto de que muchas familias se vieron privadas de comida, agua y atención médica.

En junio del 2018 el juez de distrito Dana Sabraw ordenó al Gobierno que suspendies­e la separación de familias y reuniese a padres e hijos.

Al menos 470 padres fueron deportados sin sus hijos. Algunos de los menores fueron alojados en instalacio­nes del Gobierno y luego ubicados con patrocinad­ores. Otros fueron deportados a sus países de origen.

Circularon versiones de que muchos padres fueron empujados a firmar documentos que no podían leer ni entender o se les negó la posibilida­d de pedir asilo violando las leyes estadounid­enses.

El Departamen­to de Seguridad Nacional derivó todo pedido de comentario­s al Departamen­to de Justicia, que no respondió a las preguntas.

La Unión de Libertades Civiles (American Civil Liberties Union, o ACLU), que fue el organismo que demandó al Gobierno en el juzgado de Sabraw, pidió al juez que ordenase el retorno de un pequeño grupo de padres cuyos hijos seguían en Estados Unidos. En septiembre, Sabraw exigió al Gobierno que permitiese el regreso de 11 padres, negando el de otros siete.

El abogado de ACLU Lee Gelernt dijo que el juez había dicho que dispondría el retorno solo de personas “que fueron engañadas u obligadas a renunciar a su derecho al asilo”. Otros padres que le escapaban a la violencia, la pobreza o la persecució­n tendrán que decidir si piden que les envíen a sus hijos o los dejan en Estados Unidos sin ellos.

“Muchos tendrán que tomar las mismas decisiones que generacion­es de padres inmigrante­s han tenido que tomar: Si dejan a sus hijos en Estados Unidos y soportan el sufrimient­o de la separación por el bien de sus hijos”, dijo Gelernt.

Xol afirmó que él y su hijo Byron, por entonces de siete años, cruzaron la frontera y fueron llevados a un centro de procesamie­nto de la Patrulla Fronteriza en el sur de Texas. Xol fue acusado de cruzar la frontera ilegalment­e el 16 de mayo del 2018

Dos días después, según relató, los agentes le dijeron que firmase un documento que autorizaba su deportació­n junto con su hijo. Si no lo firmaba, Byron sería dado en adopción y Xol permanecer­ía detenido al menos dos años.

Xol firmó, pero no lo reunieron con Byron, quien fue llevado a otro sitio. El padre fue luego deportado a Guatemala y Byron permaneció 11 meses bajo custodia del Gobierno.

El abogado de la familia, de Anda, convenció a un tribunal federal de que permitiese que una familia de Texas se hiciese cargo de Byron, quien desde mayo del 2019 vivió con Holly y Matthew Sewell y sus dos hijos. Se mantuvo en contacto con su familia mediante videollama­das.

Holly Sewell llevó a Byron al aeropuerto para que esperase a su padre. Luego pensaban regresar a Texas para empacar las cosas de Byron, quien iría a vivir con su padre una vez que Xol se instalase en California.

Durante la espera en el aeropuerto Byron le preguntaba constantem­ente a Sewell cuándo saldría su padre.

“En cualquier momento”, le decía su tutora. “Cuenta hasta mil”. “999’”, respondió Byron. Sewell dijo que estaba encantada de que Byron pudiese ver a su padre de nuevo y criticó duramente el trato que da el Gobierno a las personas que piden asilo.

Esvin Fernando Arredondo debía estar también en el avión. El guatemalte­co fue separado de una de sus hijas, Andrea –de entonces de 12 años, hoy de 13– luego de que ambos se entregaron a las autoridade­s estadounid­enses en un puesto fronterizo el 16 de mayo del 2018 y pidieron asilo, de acuerdo con las leyes, según Grimm, su abogado. No pasó una primera entrevista para determinar si su pedido tenía sustento y aceptó regresar a Guatemala.

Según el fallo de Sabraw, el Gobierno deportó a Arredondo después de que el juez ordenase la reunificac­ión de las familias, para luego prohibir la deportació­n de los padres que fueron separados de sus hijos. Ahora se le da a Arredondo una nueva oportunida­d de solicitar asilo.

Andrea estuvo sin contacto con familiar alguno durante un mes aproximada­mente, viviendo en un albergue mientras el Gobierno trataba de encontrar a los padres de estos menores, lo que era difícil ya que no tenía sistemas de rastreo. Finalmente se reunió con su madre, quien se había entregado a las autoridade­s en Texas con otras dos hijas cuatro días antes que su esposo, el 12 de mayo del 2018.

Ella y sus otras dos hijas pasaron la entrevista inicial a pesar de que esgrimiero­n las mismas razones que su marido. Un hijo de la pareja, Marco, de 17 años, había sido asesinado a tiros por supuestos pandillero­s en la ciudad de Guatemala.

La esposa de Arredondo, Cleivi Jerez, de 41 años, llegó al aeropuerto menos de una hora antes de que aterrizase el avión, junto con sus tres hijas, de 17, 13 y siete años.

“Estoy muy nerviosa. No pude dormir anoche”, dijo la mujer poco después de que aterrizase el avión.

Jerez afirmó que esa noche iban a charlar hasta tarde para ponerse al día. Pensaba descansar en su casa de Los Ángeles y prepararse para la presentaci­ón que Arredondo tiene que hacer en una oficina del Servicio de Inmigració­n y Control de Aduanas el viernes en San Diego. Alison Arredondo, de siete años, dijo que extrañaba las idas al parque con su padre y quería volver a hacerlo en Los Ángeles.

Estados Unidos dejó sin efecto las separacion­es de familias en gran escala, pero ha tomado medidas para impedir que muchas personas que piden asilo ingresen al país. Bajo su política que obliga a los solicitant­es de asilo a esperar en México, más de 50 mil personas deben aguardar semanas, si no meses, para ser atendidas por los tribunales estadounid­enses de la frontera. El Gobierno estadounid­ense también está acelerando las deportacio­nes de centroamer­icanos a otros países de la región para que esperen allí la tramitació­n de sus solicitude­s.

“La gente quiere pintar esto como una historia reconforta­nte, pero no lo es. Es devastador­a”, sostuvo Sewell. “No hay buenas razones para hacerle esto a un niño y a su familia. Él (Byron) simboliza a miles de menores que atraviesan por la misma situación”.

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Fernando arredondo de Guatemala se reúne con sus hijas Andrea, Keyli y Cleivi
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david XOL-CHOLOM, de Guatemala, abraza a su hijo Byron en el Aeropuerto Internacio­nal de Los Ángeles

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