Faltas de respeto de Sanders hacia candidatas no deben ser ignoradas
San Diego— Ben Shapiro, el comentarista conservador de la radio vende una copa que les permite a los fanáticos beber “lágrimas liberales”. La candidata presidencial liberal Elizabeth Warren les ofrece a sus simpatizantes una taza de café para recolectar “lágrimas billonarias”.
¿En dónde puedo comprar una taza para llenarla de “lágrimas de un hombre anglosajón”?
En política, el ser hombre anglosajón es la puerta que lleva al éxito. Cuando un hombre caucásico se postula para presidente, podría encontrarse con la duda acerca de si es la persona correcta para ese puesto –justo al igual que cualquier otra persona.
Sin embargo, es altamente improbable que esas dudas tengan que ver con su raza o género. Después de todo, reconocemos su perfil. A través de toda la historia de Estados Unidos, ha habido 44 hombres anglosajones que han sido presidentes –Barack Obama es la única excepción.
Como se nos recuerda constantemente, las candidatas no la tienen tan fácil. Usualmente son sometidas a diferentes estándares que los hombres. Y si cometen fallas, lo que se dice nunca es acerca de cómo fallaron como personas sino que por ser mujeres no están preparadas para dirigir al país.
En 1984, Geraldine Ferraro, la nominada demócrata para vicepresidenta, fue criticada por los medios de comunicación debido a los tratos comerciales de su esposo. ¿Cuándo fue la última vez que un hombre que se haya postulado para presidente fue cuestionado acerca de las finanzas de su esposa?
En el 2008, a Sarah Palin, la nominada del Partido Republicano para vicepresidenta, le preguntaron cómo equilibraría su trabajo con la crianza de sus cinco hijos. Mitt Romney también tiene cinco hijos. No recuerdo que alguien le haya hecho esa pregunta al nominado presidencial republicano del 2012.
En el 2016, Hillary Clinton, la nominada demócrata para presidenta, fue criticada por –entre otras cosas– gritar y ser antipática. Bernie Sanders es conocido por esas dos cosas, pero uno no escucha muchos críticos preguntando si eso lo descalifica para ser presidente.
Clinton tiene mucho qué decir acerca de Sanders. En un nuevo documental, ella acusa básicamente al senador de Vermont –quien compitió contra ella por la nominación demócrata– de ser sexista. Ella cree que Sanders tolera y hasta promueve los ataques contra las mujeres que se atreven a competir con él.
“Eso se debe a la cultura que hay a su alrededor”, dijo Clinton. “Es su equipo de liderazgo. Son sus prominentes simpatizantes. Es su grupo Bernie Bros en línea y sus implacables ataques contra muchos de sus competidores, particularmente las mujeres”.
La ex secretaria de Estado también considera que los recientes “dimes y diretes” entre Sanders y Warren tenían una característica familiar. Durante el debate en Iowa que se llevó a cabo en este mes, Sanders negó que le haya dicho a Warren que una mujer no puede ser electa presidenta.
Warren asegura lo contrario y después del debate, se escuchó a través de su micrófono, que estaba abierto, llamándola mentirosa “en televisión nacional”.
Clinton cree en la versión de Warren. “Eso forma parte de un patrón”, dijo Clinton en un documental. “Si eso fuera una excepción, uno podría decir “Está bien”. Pero él dijo que yo no estaba calificada. Yo tengo mucha más experiencia que él y he hecho mucho más que él, pero ese fue su ataque contra mí”.
La palabra “no calificada” es un decir. Al igual que el hecho de que aunque insista en que una mujer puede ser electa presidenta, Sanders hace notar que Clinton recibió más votos que Donald Trump en la elección general.
Sin embargo, el ego de Sanders no le permitió agregar que también recibió más votos que él en las primarias demócratas.
Eso es algo que Clinton no ha olvidado. Ella le recordó al entrevistador que obtuvo “más votos tanto en las primarias, unos 4 millones, y en la elección general, que fueron aproximadamente 3 millones”.
Clinton también advirtió que los votantes en las actuales primarias demócratas no deberían “recompensar un tipo de comportamiento insultante, agresivo y humillante que hemos visto en la actual administración”.
La nominada del 2016 obviamente cree que los demócratas deberían enfocarse en derrotar a Trump y no en reproducir su propia versión.
Nacido en 1941, Sanders no creció viendo que las mujeres lograran mucho fuera de casa. Durante la mayor parte de su vida, el prejuicio y la discriminación mantuvo a muchas mujeres alejadas de muchas profesiones.
En los años 1970s, cuando tenía unos 30 años, el movimiento de los derechos de las mujeres empezó a cambiar las cosas. Los programas de acción afirmativa ayudaron a traer mujeres anglosajonas a la mesa de negociaciones y los hombres caucásicos tuvieron que hacerles espacio –usualmente rehusándose a ello.
¿Acaso debemos suponer que después de toda esa experiencia de vida, Sanders se convirtió en un aliado feminista? Eso no es probable.
Tal vez, Sanders apoya a las mujeres –mientras no deseen algo que él quiere, como la presidencia. Desde ese punto de vista, Sanders no es un aliado de las mujeres. En lugar de eso, el candidato de 78 años es una reliquia de un tiempo pasado que no deberíamos estar dispuestos a volver a vivir.
Eso es lo que Clinton y Warren nos están tratando de decir. Deberíamos escucharlas.