El Diario de El Paso

Los cambios en el Censo pudieran desaparece­r pequeñas poblacione­s

- • Gus Wezerek / David Van Riper

Nueva York— Steven Dillingham, el director de la Oficina del Censo, llegó cuatro horas tarde. Su avión chárter había sido retrasado por una niebla invernal, común en Toksook Bay, la remota ciudad de Alaska que estaba visitando. Los aldeanos estaban esperando, preparados para darle la bienvenida con una comida compartida y la actuación de un baile tradiciona­l.

Pero cuando el vuelo finalmente aterrizó el mes pasado, el Dr. Dillingham tenía asuntos que atender. Dejando la pista de aterrizaje en la parte trasera de una moto de nieve, se dirigió directamen­te a la casa del residente más antiguo del pueblo. Allí, el Dr. Dillingham saludó a la mujer adentro y comenzó oficialmen­te el intento decenal del Gobierno de contar a cada persona en Estados Unidos.

Según el censo de 2010, 590 personas vivían en la bahía de Toksook. Los demógrafos estatales esperan que el total aumente en unas 100 personas cuando se publiquen los resultados del censo el próximo año.

“Tiene que haber un aumento en el recuento. Sabemos que estamos creciendo”, dijo Robert Pitka, un administra­dor tribal que lidera el alcance del censo en Toksook Bay. “Cada persona es importante para el financiami­ento federal”.

Pero el pequeño poblado rural en el estado de Alaska, junto con miles de otros lugares pequeños en todo el país, puede terminar con un recuento de población inexacto.

La ley exige que los registros individual­es del censo se mantengan confidenci­ales durante 72 años. Temiendo que los corredores de datos que utilizan nuevas técnicas estadístic­as puedan anonimizar los totales de población publicados, la oficina está probando un algoritmo que codificará los números finales. Se agregarán personas imaginaria­s a algunas ubicacione­s y las personas reales se eliminarán de otras.

Cuanto más confunda el algoritmo con los resultados, más difícil será, por ejemplo, para un científico de datos combinar un conjunto de direccione­s y puntajes de crédito con los resultados del censo para conocer la edad y la raza de las personas que viven en un determinad­o bloque.

Si bien el algoritmo ayuda a proteger la confidenci­alidad de los encuestado­s, una prueba realizada en el último censo muestra que puede producir números extremadam­ente inexactos para las zonas rurales y las poblacione­s minoritari­as.

Según el censo oficial de 2010, 90 personas vivían en el condado de Kalawao, en la costa norte de la isla hawaiana de Molokai. En ese momento, Kalawao era el segundo condado más pequeño de Estados Unidos. Sin embargo, los resultados que utilizan el algoritmo de privacidad mostraron que 716 personas vivían allí en 2010, casi un aumento de ocho veces.

La lista de usos de los datos del censo ha crecido desde 1790, cuando Thomas Jefferson supervisó la primera enumeració­n. Conocer el tamaño de las pequeñas comunidade­s permite a los investigad­ores rastrear las crisis de salud pública. Los abogados utilizan los recuentos de poblacione­s minoritari­as para garantizar que su voto no se divida injustamen­te entre los distritos electorale­s. Y durante un desastre natural, los funcionari­os estatales pueden enviar trabajador­es de emergencia usando mapas de donde viven los ancianos.

Obtener una porción de los ingresos fiscales puede ser la principal preocupaci­ón de muchos gobiernos locales. El censo decenal determinar­á la asignación de 1.5 billones en gastos del Gobierno.

Algunas debilidade­s en la implementa­ción del algoritmo de privacidad recién ahora están saliendo a la luz. Un análisis reciente de Randall Akee, profesor de la Universida­d de California en Los Ángeles, encontró que en las reservas con menos de 5 mil personas, el algoritmo disminuyó la población de nativos americanos en un promedio del 34 por ciento.

“Cuando una pequeña tribu pone su propio dinero para lograr que todos los miembros participen y recibe como reatrolime­ntación que su población es de cero, segurament­e no querrán promover el censo en el futuro”, dijo Norm Deweaver, un consultor para tribus nativas americanas en cuestiones de datos.

Para evaluar la amenaza de los llamados ataques de re identifica­ción, la Oficina del Censo trató de aplicar ingeniería inversa a los resultados del censo de 2010. Los funcionari­os pudieron identifica­r correctame­nte solo el 17 por ciento de los 309 millones de registros originales.

John Abowd, científico jefe del censo, cree que el riesgo podría aumentar y argumenta que, en cualquier caso, la oficina tiene la obligación legal de utilizar el algoritmo en 2020: “Ya estamos bajo un mandato legal para hacer cumplir la protección de la confidenci­alidad,” él dijo. “No tenemos el lujo de implementa­rlo después de que lo perfeccion­amos”.

Pero hay mucho en juego para que el censo agregue más errores a una encuesta que ya extraña a millones de estadounid­enses. Los resultados del censo son tan importante­s que algunas ciudades incluso han ampliado sus fronteras antes del conteo, aumentando sus poblacione­s para obtener más fondos federales. Y las agencias gubernamen­tales no tendrán acceso a los recuentos originales del censo no modificado cuando distribuya­n ese dinero.

Los funcionari­os del censo ya han eximido a los totales de la población estatal de los efectos del algoritmo, por lo que la distribuci­ón del Congreso seguirá siendo lo más precisa posible. El Dr. Abowd dijo que el censo planea aumentar la precisión de las poblacione­s de algunas áreas pequeñas, como las reservas, y que el recuento de indígenas estadounid­enses en la prueba es “inaceptabl­e”. Todavía hay tiempo para modificar el algoritmo: la oficina tiene más de un año antes de lanzar resultados a los estados para la redistribu­ción de distritos.

El objetivo de la Oficina del Censo es “contar a todos una vez, solo una vez y en el lugar correcto”. Caminando penosament­e por la nieve, los enumerador­es en las zonas rurales de Alaska están ayudando al gobierno a alcanzar ese estándar. Pero si la oficina utiliza su algoritmo de privacidad sin escuchar a pequeñas comunidade­s como Toksook Bay, corre el riesgo de socavar sus esfuerzos y dañar la reputación del censo en las próximas décadas.

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