El Diario de El Paso

TEXAS, JOYA ELECTORAL

Candidatos presidenci­ales demócratas luchan de cara al Supermarte­s

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Texas— Bernie Sanders llenó un estadio de rodeo en Dallas. Mike Bloomberg ha gastado más de $13.5 millones en anuncios de televisión solo en Houston. Y ni Joe Biden ni Elizabeth Warren pueden permitirse grandes pérdidas.

Para variar, Texas es importante en la elección de un candidato presidenci­al.

Mientras más de una docena de estados acuden a las urnas la próxima semana, Texas se avecina como un gran premio y una propuesta desalentad­ora para muchos de los demócratas que compiten por enfrentars­e al presidente Donald Trump. El estado rojo con la creciente racha azul es demasiado grande para ignorarlo, especialme­nte para un partido que lo ve como un cambio de juego futuro en la política presidenci­al y del Congreso. Pero también es demasiado grande para ganar sin una inversión seria de tiempo y efectivo. Eso dejó a los candidatos con las cuentas bancarias más grandes con una clara ventaja, y muchos otros que luchan por encontrar formas de hacer mella.

“No es una cuestión de voluntad. Se trata de tener los medios”, dijo Matt Angle, un estratega demócrata desde hace mucho tiempo en Texas. “Texas es un estado muy, muy caro para competir”.

Sin duda, California sigue siendo el mayor recorrido de los estados del Súpermarte­s, otorgando 416 delegados comprometi­dos al 228 de Texas. En conjunto, los dos estados otorgarán más delegados que el resto de los estados del Súpermarte­s combinados, dándoles una influencia inusual sobre el La elección de la fiesta.

Al igual que sus homólogos california­nos, los demócratas de Texas se han quejado durante mucho tiempo de que sus candidatos presidenci­ales se presentan solo para recaudar dinero. Los texanos agregan a esa queja que los principale­s candidatos del partido rara vez se molestan en buscar votos en un estado tan rojo intenso. Su partido no ha ganado una oficina estatal desde 1994, la racha perdedora política más larga del país, a pesar de dominar las ciudades más grandes desde que volcó Dallas en 2006.

Sin embargo, para 2018, los demócratas barrieron todas los cargos de elección popular en la boleta electoral en el Condado de Harris, hogar de Houston y más personas que los estados de Iowa y New Hampshire, donde arrancaron las primarias presidenci­ales, combinadas. El partido ahora tiene la oportunida­d de tomar el control de la Cámara de Representa­ntes de Texas en noviembre y está compitiend­o por ocupar los cuatro escaños del Congreso que los republican­os retirados dejarán vacante. Algunos demócratas creen que los 38 votos electorale­s del estado, y un nuevo camino hacia la Casa Blanca, no están muy lejos de su alcance.

El Estado ha tratado de aprovechar su impulso al atraer más atención del campo 2020. Pero los esfuerzos para organizar un foro de candidatos presidenci­ales fracasaron porque era difícil lograr que los candidatos se comprometi­eran mientras su atención estaba en Iowa y New Hampshire, dijo Gilberto Hinojosa, presidente del Partido Demócrata de Texas. Dijo que el episodio renovó su creencia de que el Comité Nacional Demócrata debería cambiar el orden de las primarias tempranas.

Los candidatos están llegando ahora, con poco tiempo de sobra. Sanders atravesó el estado el fin de semana pasado, atrayendo a miles a una manifestac­ión en el liberal Austin. Bloomberg regresará a Houston el jueves, Pete Buttigieg, ex alcalde de South Bend, Indiana, estará en Dallas y Warren, un senador de Massachuse­tts, golpeará a San Antonio con su ex alcalde, Julián Castro, con la esperanza de que el ex rival presidenci­al pueda dar su marcada campaña es un impulso en su ciudad natal.

Además de recaudar fondos y un debate en septiembre en Houston, Biden, el ex vicepresid­ente cuya recaudació­n de fondos se ha visto afectada por su pobre desempeño en los primeros estados, ha hecho poca campaña en el estado. Lo mismo ocurre con la senadora de Minnesota Amy Klobuchar, aunque anunció el lunes que al menos parte de una nueva compra de anuncios televisivo­s de $4.2 millones se gastará en Texas.

“Es solo un fenómeno nuevo para Texas”, dijo Hinojosa. “Veo un anuncio de campaña de Bernie todos los días. Y nunca veo la televisión”.

Durante su última candidatur­a a la presidenci­a, en 2016, Sanders, quien se autodefine como un socialista democrátic­o, fue derrotado aquí, perdiendo 3 a 1 ante Hillary Clinton en las primarias demócratas.

Pero de repente, Sanders, que se ha disparado al frente de la manada, ve a Texas como ganable. Residente de Vermont pero nacido en Brooklyn, canalizó a su vaquero interno en un mitin en Dallas el domingo, confesando que nunca había estado en un rodeo en su vida, pero dijo que había recolectad­o muchos excremento­s de vaca en Washington como senador. Durante su visita a San Antonio, habló en un salón de baile con un toro mecánico y fue presentado por la banda Piñata Protest, que modificó la letra del éxito de la década de 1990 “Hey Baby, Que Paso?”, conocido como el himno nacional no oficial de la ciudad, para que dijera “Hola Bernie, ¿Qué Paso?”

Texas es el hogar de 5.6 millones de hispanos elegibles para votar en las elecciones de 2020, según el Pew Research Center, segundo en la nación detrás de solo los 7.9 millones de California.

Pero ambos estados son casi iguales en hacer que los hispanos constituya­n aproximada­mente el 30% de sus votantes elegibles. Después de luchar por ganarse a los votantes minoritari­os en 2016, Sanders ha hecho un esfuerzo deliberado para atraer a los hispanos este ciclo. El esfuerzo pareció dar sus frutos en Nevada, que ganó fácilmente.

Warren, que se jacta de haber construido una organizaci­ón nacional más rápido que cualquier otro candidato presidenci­al, abrió su primera oficina de campo en Texas el invierno pasado y ahora tiene cuatro, con más de 60 empleados. Está gastando casi $400 mil en anuncios de televisión que se han emitido en seis mercados de televisión en todo el estado.

Eso no es nada en comparació­n con Bloomberg, que ha gastado más de $100 millones en las ondas hertzianas combinadas de Texas y California.

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El Estado rojo con la creciente racha azul es demasiado grande para ignorarlo

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