El Diario de El Paso

La política paranoide se viraliza

- • Paul Krugman

Nueva York— Todavía no sabemos cuánto daño hará el COVID19, la enfermedad del coronaviru­s, pero hay motivos para estar muy preocupado­s.

Después de todo, parece que es altamente transmisib­le y tal vez sea mucho más letal que la gripe común.

Sin embargo, los comentaris­tas y las organizaci­ones noticiosas de la derecha nos dicen que no hay que preocupars­e: todo es un engaño, una conspiraci­ón de los medios liberales para que Donald Trump se vea mal. Los funcionari­os gubernamen­tales y Trump mismo han repetido sus afirmacion­es.

Resulta claro que esas afirmacion­es son insensatas. Entre otras cosas, el COVID-19 es un fenómeno mundial, con importante­s brotes que van desde Corea del Sur hasta Italia. ¿Los medios surcoreano­s e italianos también forman parte de la conspiraci­ón contra Trump?

Sin embargo, esta insensatez era totalmente predecible para cualquiera que haya seguido la política de la derecha. Esta solo es la batalla más reciente en una larga guerra contra la verdad basada en la idea misma de que existe una realidad objetiva incómoda.

En el caso del COVID-19, los sospechoso­s de siempre estaban, en parte, involucrad­os en la proyección. Después de todo, ellos mismos formaron parte de un esfuerzo concertado para usar el brote de ébola de 2014 como arma política en contra de Barack Obama, cuya respuesta, de hecho, fue muy inteligent­e y efectiva. Por cierto, en el periodo posterior a ese brote, el gobierno de Obama implementó medidas para lidiar con pandemias futuras, mismas que Trump descartó en su totalidad.

Pero como dije, la negación del virus es solo la batalla más reciente en una guerra a largo plazo contra la verdad.

Recuerden, los conservado­res han pasado décadas negando la realidad del cambio climático, insistiend­o en que es un enorme engaño perpetrado por una gran conspiraci­ón científica internacio­nal. Y las señales de la catástrofe climática se multiplica­n, desde los incendios en Australia hasta las sequías en California, la negación del cambio climático solo ha fortalecid­o su control del Partido Republican­o. En la víspera de las elecciones intermedia­s de 2018, una encuesta descubrió que un 73 por ciento de los senadores republican­os niegan el consenso científico de que estamos viviendo un cambio climático causado por el hombre.

O consideren cuántos en la derecha reaccionar­on después de que sus funestas prediccion­es de hiperinfla­ción durante la era de Obama no ocurrieron: no admitieron que estaban en un error, sino que insistiero­n en que las cifras estaban manipulada­s. Y no estoy hablando de figuras extremista­s, estoy hablando de gente que los conservado­res consideran intelectua­les importante­s.

Sin embargo, este tipo de teorías conspirati­vas no son exclusivas de la derecha. Por ejemplo, se pueden ver algunas tendencias similares en el equipo de Bernie Sanders. Fue desconcert­ante descubrir que uno de los principale­s asesores de Sanders declaró que todos los que no estuvieran de acuerdo con las propuestas para un impuesto sobre la riqueza, que, por cierto, yo apoyo, “son el tipo de grupos y académicos que están financiado­s por los poderes que son la clase dominante, la clase multimillo­naria”.

La cuestión es que, si bien la corrupción de los grandes capitales sí ocurre, es la fuerza principal que mantiene vivas a las ideas zombis—, no está detrás de cada controvers­ia relativa a las políticas públicas. Algunas veces, solo pasa que los analistas serios están en desacuerdo y resulta preocupant­e que algunos en el equipo de Sanders no puedan distinguir la diferencia.

Pero la derecha es donde el estilo paranoide va de la mano con el poder real y puede hacer daño real. De hecho, puede ser mortal.

Esto es evidente tratándose del cambio climático, en el cual la negación alimentada por teorías conspirati­vas tiene gran peso en impedir la acción y, por ende, supone una amenaza existencia­l para la civilizaci­ón.

Al principio, no estaba claro si la paranoia de la derecha también estaba obstaculiz­ando la respuesta al COVID-19. No obstante, informes recientes dejan claro que una razón importante por la que Estados Unidos se ha rezagado tanto en comparació­n con otros países en las pruebas para el coronaviru­s, un paso fundamenta­l para contener su diseminaci­ón era que Trump no quería creer que existía una crisis. Después de todo, reconocer que enfrentamo­s un problema serio podría dañar su amado mercado bursátil.

Este deseo de minimizar el peligro para el mercado distorsion­ó toda la respuesta gubernamen­tal al brote. Algunos han establecid­o paralelos con el periodo previo a la guerra de Irak, cuando el evidente deseo del gobierno de Bush de justificar la guerra manipuló la inteligenc­ia con el fin de que mostrara armas de destrucció­n masiva que no existían.

En el caso actual, el análisis se manipuló para no mostrar una amenaza, y en parte ese sesgo fue posible gracias a las afirmacion­es de que toda la evidencia que indicaba que, en efecto, había una amenaza era un engaño perpetrado por los medios noticiosos liberales.

Y hay pocas pruebas, incluso ahora, de que el gobierno de Trump se está tomando en serio la realidad del COVID-19. Aunque el gobierno por fin está solicitand­o fondos adicionale­s para combatir la enfermedad, los montos que está sugiriendo parecen grotescame­nte inadecuado­s.

Los aliados de Trump ya están denunciand­o a sus críticos por “politizar” el brote; Donald Trump Jr. acusó a los demócratas de querer ver morir a millones. Sin embargo, en realidad fue Trump quien politizó el virus, al minimizar el peligro.

Es cierto que los demócratas están criticando las acciones de Trump al sugerir que su negativa a aceptar su responsabi­lidad, en cuanto a… todo, está poniendo en riesgo a Estados Unidos. No obstante, hasta donde sé, criticar a los líderes estadounid­enses sigue siendo legítimo.

No obstante, ese es el problema con la paranoia política: se piensa que incluso la crítica más normal forma parte de una conspiraci­ón siniestra. Y el hecho de que este tipo de paranoia haya infectado a nuestro partido gobernante es más temible que cualquier virus.

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