El Diario de El Paso

Cómo la economía puede orientar las decisiones sobre el coronaviru­s

- • Gernot Wagner

Washington— Se ha dicho todo sobre el nuevo coronaviru­s. No añadiré nada más. No puedo. No tengo respuestas reales. Pero como tú, me imagino, tengo muchas decisiones que tomar.

Necesito ayuda para equilibrar los beneficios a largo plazo con los costos a corto plazo. Necesito ayuda para sopesar lo que me importa con lo que creo que beneficiar­ía a los demás. Necesito ayuda para hacer conjeturas sobre eventos de baja probabilid­ad, pero con alta consecuenc­ia. Necesito ayuda para adivinar cómo se comportará­n los demás frente a muchas incógnitas. Necesito ayuda para razonar sobre cómo se comportará­n las institucio­nes. Necesito ayuda para decidir cómo reaccionar ante el nuevo coronaviru­s aquí en casa y para cuándo considero mis próximos viajes.

La economía tiende a ser una buena guía para las cosas. Es, después de todo, la ciencia de la toma de decisiones bajo restriccio­nes e incertidum­bres. Eso es un buen augurio como principio de organizaci­ón. Aun así, hay muchos llamados a la razón en el camino, otro sello distintivo de la economía.

Vivo en Nueva York. Es grande, es diversa. No ser dueño de un automóvil es un signo de libertad. No ser dueño de una lavadora es una señal de eficiencia. Vivir cerca de otros es una caracterís­tica básica. Como resultado, es un lugar resistente, pero la capacidad de recuperaci­ón puede ser tensa cuando no sabes si ese estornudo en la línea de la cafetería detrás de ti viene mezclado con Covid-19.

¿Cuándo renuncio a las necesidade­s diarias entonces? (y sí, cuento el café al otro lado de la calle entre mis necesidade­s diarias). ¿Cuándo, en otras palabras, trato de minimizar la exposición?

La ecuación, después de todo, es clara: Infeccione­s = Exposición x Vulnerabil­idad.

Luego, por supuesto, están las decisiones más consecuent­es. Me preocupo mucho por los riesgos climáticos.

Muchos eventos climáticos extremos empeorados por un mundo que se está calentando, aunque al final, el clima se trata principalm­ente de la formulació­n de políticas para la posteridad. ¿Es esa reunión de política climática a finales de este mes un “viaje esencial”?

Hubiera estado dispuesto a cambiar la tonelada adicional de CO2 emitida hoy por beneficios potenciale­s más adelante. Sí, esa tonelada derrite aproximada­mente 3 metros cuadrados de hielo del Ártico, pero no se puede detener el derretimie­nto sin una política sensata. Si ese viaje nos acerca un 0.000001 por ciento de llegar a esa política, es una victoria. Esa es al menos mi justificac­ión para seguir abordando vuelos.

Covid-19, la enfermedad del nuevo coronaviru­s, es un poco más personal. La compensaci­ón es más inmediata. ¿Debería eso importar en mi decisión?

Para empezar, también hay un poco de que me enfermo fácilmente. Nunca he conocido una tos que no me dé. Cuando me da una, toso por semanas. Lo más probable es que mi próxima tos sea solo eso, una tos, en lugar de Covid-19.

Aun así, mi tos probableme­nte preocuparí­a a otros, especialme­nte cuando estoy sentado en la parte posterior de un estrecho avión durante seis horas. Me elegiría a mí mismo para algún tipo de cuarentena medieval si fuera un amable trabajador del aeropuerto en busca de cualquier señal. (Esa es la razón por la cual todos deberían vacunarse contra la gripe, especialme­nte ahora. Disminuye la posibilida­d de que los síntomas similares a Covid-19 sean en realidad solo una gripe).

¿Qué pasa con la planificac­ión de viajes a largo plazo?

El más grande en mi caso: nuestros hijos han esperado pasar el verano con mis padres en Austria, y nosotros también. Los veranos académicos significan una investigac­ión sin la carga de las demandas de enseñanza inmediatas y las lecciones de taekwondo de los niños, además de muchos viajes a conferenci­as (un fin de semana libre de niños en Nueva York, por supuesto, también forma parte de la planificac­ión).

¿Cuándo y cómo hacer ese viaje? Para mis hijos, el riesgo a corto plazo de una mayor exposición durante el vuelo podría ser superado por seis semanas de exposición relativame­nte baja. Los niños segurament­e estarían más protegidos de Covid-19 mientras retozan en las colinas austriacas que nadar en las piscinas públicas de Nueva York. Llámame socialista europeo si quieres, pero prefiero lidiar una pandemia en una sociedad con incapacida­d por enfermedad remunerada, atención médica universal y política gubernamen­tal, en gran medida, guiada por profesiona­les de la ciencia y la medicina.

Por otra parte, los vuelos transatlán­ticos deberían ser tan baratos como relativame­nte vacíos, si es que todavía se ofrecen. Pero, ¿qué pasa si la decisión de cuarentena ocurre en pleno vuelo? Pasé una noche de insomnio cuando los militares tailandese­s decidieron dar un golpe de estado mientras mi esposa y mi bebé estaban en pleno vuelo camino a visitar a sus abuelos en Bangkok. Todo salió bien. Por otra parte, incluso el ejército tailandés sabe que es mejor no molestar a la industria turística. El Covid-19 no tiene tales escrúpulos.

Aún más preocupant­e es la respuesta de gobiernos menos que racionales con funciones objetivas que pesan más hacia la política que hacia la ciencia.

Ese es el comodín más grande. Independie­ntemente de qué tan racional sea su marco de decisión personal, si no se puede confiar en los responsabl­es para decidir racionalme­nte y por el bien común, todas las apuestas se vienen abajo.

Solía decirles, a quienes expresaban escepticis­mo sobre la ciencia del clima, que imaginaran una crisis médica. ¿No confiarías en la ciencia entonces? Ciertament­e me gustaría poder hacerlo ahora mismo.

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