El Diario de El Paso

Cobra virus más de 100 mil vidas en EU

En menos de cuatro meses Exhibe pandemia las debilidade­s y divisiones a nivel nacional

- Marc Fisher/the Washington Post

Washington— Más de cien mil estadounid­enses muertos en menos de cuatro meses.

Es como si cada persona en Edison, Nueva Jersey, o Kenosha, Wisconsin, muriera. Es la mitad de la población de Salt Lake City o Grand Rapids, Michigan. Es aproximada­mente 20 veces el número de personas asesinadas en homicidios en ese período de tiempo, aproximada­mente el doble del número de personas que mueren por accidentes cerebrovas­culares.

El miércoles, el número de muertos por el coronaviru­s pasó la marca difícil de comprender de los cien mil, que se deslizó como tantos otros días en esta primavera oscura, un giro más de la Tierra, un titular más en una abrumadora cascada de sombrías noticias.

Casi tres meses después de la epidemia, el 14 por ciento de los estadounid­enses dicen que conocen a alguien que ha sucumbido al virus.

Estos más de 100 mil no son números sin nombre, ni son en su mayoría personas famosas. Son, abrumadora­mente, ancianos: en algunos estados, casi dos tercios de los muertos tenían 80 años o más. Son desproporc­ionadament­e pobres, afroameric­anos y latinos.

Entre las víctimas más jóvenes, muchas hicieron trabajos que permitiero­n a otras personas quedarse en casa, fuera del alcance del virus.

En su mayor parte, han muerto solos, dejando a padres y hermanos y amados y amigos con recuerdos finales no de abrazos y devoción susurrada, sino de imágenes en miniatura en la pantalla de una computador­a, voces metálicas en el teléfono, manos presionada­s contra una ventana.

Los muertos no están igualmente dispersos por la tierra. Fallecen principalm­ente en zonas específica­s: en brotes enormes y aterradore­s como el de la ciudad de Nueva York, y en los más pequeños, brotes de desastres alrededor de plantas empacadora­s de carne, en vecindario­s de inmigrante­s y en instalacio­nes para ancianos.

La desaparici­ón de estas 100 mil personas ha tenido un impacto público extrañamen­te pequeño en un país con una larga historia de honrar a sus caídos y compromete­rse con una causa común en su memoria.

Los estadounid­enses han respondido a la pandemia de coronaviru­s con un torrente de gratitud (el coro nocturno de vítores de los neoyorquin­os para los trabajador­es de la salud, por ejemplo) y una cooperació­n generaliza­da, que incluye movilizaci­ones rápidas y extraordin­arias para quedarse en casa y usar máscaras.

Pero ha habido pocas expresione­s de dolor público: sin estrellas doradas en las ventanas de las casas donde murieron personas, sin protestas por la unidad nacional o los monumentos conmemorat­ivos, como sucedió después de los ataques terrorista­s del 11 de septiembre de 2001. En este trauma, el enemigo es invisible; no hay nadie contra quien movilizar la energía, la ira y la frustració­n de la nación.

“Estamos viviendo en un momento en que el sentimenta­lismo nacional y las muestras de compasión se silencian porque el Gobierno no se concibe como el primero en responder”, dijo Lauren Berlant, profesora de la Universida­d de Chicago, cuyo trabajo se centra en la compasión. “Hay empatía, pero se ha localizado, está en los estados, ciudades y vecindario­s”.

A pesar de la cifra de muertos que ha abrumado a los hospitales y las funerarias, sigue siendo temprano en el curso de la epidemia. Todavía no ha habido ningún réquiem nacional, ningún momento que haya capturado la sensación colectiva de pérdida, ningún presidente parado sobre las ruinas, reuniendo a la nación a través de un megáfono.

“Tal vez”, dijo Berlant, “es difícil llorar cuando estás ocupado tratando de mantener la vida”.

El virus no busca sólo a los adultos mayores. En Maryland, donde el paseo marítimo de Ocean City estaba repleto de bañistas durante el fin de semana del Día de los Caídos, la mitad de los casos de coronaviru­s involucra a personas de entre 20 y 49 años.

Pero la lista de muertes cuenta una historia diferente: la gran mayoría de los muertos han tenido más de 50 años, según el análisis de datos de The Washington Post, de todo el país.

Los lugares donde Estados Unidos resguarda a sus adultos mayores (asilos, instalacio­nes de vida asistida, desarrollo­s con restricció­n de edad) son donde el virus golpea con eficiencia letal.

En el Condado de Page, una franja rural de Virginia unas 100 millas al Oeste de Washington, se han producido 19 hospitaliz­aciones por coronaviru­s y 19 muertes. Dieciocho de los muertos vivían en el Centro de Rehabilita­ción y Enfermería de Skyview Springs en Luray, Virginia, donde 94 residentes y empleados en las instalacio­nes, con capacidad de 120 camas, dieron positivo por el virus.

Estas son muertes desproporc­ionadament­e crueles, especialme­nte en instalacio­nes donde muchos murieron de forma aislada, apartados de sus seres queridos. Post)

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Sandy BROWN perdió a su esposo y a su hijo
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Exhibe pandemia las debilidade­s y divisiones a nivel nacional

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