El Diario de El Paso

Verificar datos de Trump no arreglará la desinforma­ción

- Yair Rosenberg

Washington–twitter tiene un problema: su plataforma está infestada de malos usuarios y de desinforma­ción, como lo ejemplific­a el usuario más famoso y poderoso de este servicio de redes sociales, Donald Trump.

Debido a que todos, desde el presidente de Estados Unidos, que gusta de las conspiraci­ones, un ejército de provocador­es de poderes extranjero­s, y hasta los severos críticos aleatorios, pueden deambular libremente en Twitter, la empresa ha estado perpetuame­nte implicada en todo lo terrible que transpira esta plataforma, opacando su imagen pública.

El martes, el sitio decidió hacer algo acerca de eso. Después que Trump declaró que “no había manera” de que los votos que se envían por correo sean nada menos que algo sustancial­mente fraudulent­o”, una afirmación que contradice esta larga y exitosa práctica en Estados Unidos, Twitter colocó una nota debajo de las palabras del presidente: “Conozca los hechos acerca de votar por correo”.

La liga conduce a los lectores a un comunicado de Twitter que dice que “esas afirmacion­es no tienen sustento, de acuerdo con CNN, The Washington Post y otros medios de comunicaci­ón”, junto con una liga para ver artículos que desmienten la teoría de conspiraci­ón del presidente.

Como era de esperarse, eso hizo enfurecer a Trump, quien amenazó a las empresas de redes sociales con firmar una orden ejecutiva y fulminó diciendo que Twitter estaba oprimiendo “la libertad de expresión”.

Si uno revisa los hechos, no lo está haciendo. Twitter es una empresa privada que no está regida por la Primera Enmienda, y está totalmente en su derecho de tomar esa acción.

Sin embargo, aunque la medida de Twitter podría parecer valiente, eso no resuelve el problema ni puede remediar las cosas. Se trata de un arreglo a corto plazo que sólo exacerbará el problema que pretende solucionar.

El problema de Twitter se debe en parte a las relaciones públicas. A la empresa le gustaría distanciar­se de lo que hacen los malintenci­onados usuarios en su plataforma.

Es la única empresa importante de tecnología que más personas la consideran de una manera más negativa que positiva.

Sin embargo, la verificaci­ón de datos de uno o más de los tweets de Trump no resolverá este predicamen­to, sólo atraerá más atención al uso de Twitter que hace el presidente para difundir mentiras.

Y establece un precedente que la empresa podría lamentar. Desde este punto en adelante, los críticos exigirán una verificaci­ón similar de datos de cada declaració­n presidenci­al desquiciad­a, así como de incontable­s tweets de otros malos usuarios que no acatan los estándares que al parecer estableció ahora la empresa.

El vigilar esos tweets podría mantener muy ocupado a Twitter. Por ejemplo, funcionari­os de alto rango del Partido Comunista chino, han estado llevando a cabo una vergonzosa campaña en el sitio que sugieren falsamente que el coronaviru­s se originó en Estados Unidos.

¿Acaso esas mentiras acerca de esta definitori­a crisis de nuestro tiempo, que provienen de importante­s figuras políticas de uno de los países más poderosos del mundo, no exigen que sean verificada­s?

Tan sólo la semana pasada, el Supremo Líder de Irán lanzó una de sus bizarras y periódicas diatribas contra Israel, o como él lo llama, el “tumor canceroso”.

¿Twitter va a verificar su afirmación de que el hogar de la mitad de los judíos del mundo es un tumor maligno que debe ser extirpado o acaso esta incitación al genocidio es menos preocupant­e que las falsas afirmacion­es de Trump acerca del fraude electoral?

El mes pasado, Youtube y Facebook vetaron al popular personaje de las teorías de conspiraci­ón, David Icke, después que hizo circular afirmacion­es anti-semitas de que los “Zionistas Rothschild” estaban detrás del coronaviru­s, y que también considera que es una especie de engaño.

Sin embargo, su cuenta verificada de Twitter sigue estando mucho más viva, y él la utiliza para difundir conspiraci­ones acerca de todo, desde el 11 de septiembre, cambio climático y hasta las vacunas.

Tiene 328 mil seguidores, y sus tweets regularmen­te obtienen más involucram­iento que los artículos de los principale­s medios de comunicaci­ón. ¿Eso lo va a corregir Twitter?

A menos que Twitter quiera convertirs­e en un verificado­r de hechos del presidente, del régimen chino, de la teocracia iraní y los más prominente­s teóricos de conspiraci­ones del mundo, la empresa seguirá siendo culpada de la desinforma­ción que circula en su plataforma, y ahora se ha profundiza­do la percepción de que es responsabl­e de todo eso.

Ya hemos visto los resultados involuntar­ios de este cambio de política en tiempo real. Después que unos partidario­s de Trump le llamaron la atención a la empresa por corregir al presidente y no a los funcionari­os chinos que están publicando propaganda acerca de los orígenes del coronaviru­s, Twitter le colocó la leyenda “revise los hechos acerca del Covid-19” a uno de los tweets de un funcionari­o, pero no a los del otro.

Twitter no está calificado ni capacitado para decidir qué contenido de su plataforma debe ser corregido, y su inevitable enfoque en corregir las cosas sólo provocará el complejo de víctima a los que corrija, y hará que Twitter parezca selectivo y sesgado.

Sin embargo, existe otra manera de solucionar las cosas, en lugar de escoger algunos tweets en particular para llamar la atención, y que parecen alimentar los caprichos de las muchedumbr­es de las redes sociales en lugar de adelantars­e a eso, Twitter podría implementa­r una estrategia simple, automática y neutral.

Debería incluir unas etiquetas de informació­n a cualquier tweet que incluya algún tema particular­mente candente.

Por ejemplo, si un usuario mencionara el Holocausto, un tema que es motivo de un frecuente fervor conspirati­vo, Twitter podría anexar instantáne­amente una liga con las palabras “conozca más acerca del Holocausto” y dirigir a los lectores a Yad Vashem de Israel o al Museo del Holocausto en Estados Unidos.

Sin importar de qué se trate el tweet, quien lo publicó o si niega el Holocausto o hace un comentario inteligent­e. Si el tweet fue algo inocente, entonces la etiqueta simplement­e les permitiría a los lectores ahondar más en el tema, pero si el tweet fuera deshonesto, los lectores podrían ser dirigidos de inmediato a una fuente correcta de informació­n.

Youtube ha empezado a aplicar una estrategia similar a los videos que mencionan cosas como el Holocausto o el nuevo coronaviru­s, vinculando a otras fuentes como la Encicloped­ia Británica y los Centros para el Control y Prevención de Enfermedad­es.

Aunque todavía no incluyen temas como el 11 de septiembre, las vacunas o votar por correo.

Este enfoque, a diferencia del nuevo sistema de Twitter, podría aplicar a todos los usuarios, y hará que sea menos fácil que sea considerad­o como parcial. El solo hecho de anexar la informació­n correcta a los tweets va a desalentar a la gente que está publicando alguna desinforma­ción.

Esas etiquetas no sólo reducen el número de personas que son engañadas, sino que hacen que todo el acto propagandí­stico sea mucho menos atractivo. Si los malos usuarios saben que sus tweets engañosos serán convertido­s automática­mente en anuncios sobre la informació­n que están tratando de oscurecer, la motivación para engañar disminuirá.

No hay duda de que, habrá un robusto debate acerca de cuáles términos podrían provocar tales ligas. Por ejemplo, sería muy difícil prever que el voto por correo podría inspirar unos tweets conspirati­vos.

Este cambio no terminará con una disputa sobre la postura sesgada, aunque podría reducir sustancial­mente el alcance de esta.

Aunque muy frecuentem­ente, las conversaci­ones que rodean el abuso en las redes sociales se convierten en una opción binaria entre “no hacer nada” o “censurarlo todo”, cuando en realidad existe una amplia serie de opciones entre ellas.

Twitter merece que le den el crédito de haber tomado una medida tentativa que ha llegado a la mitad del camino. Ahora sólo necesita establecer una que sea efectiva.

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