El Diario de El Paso

Fuerza Innecesari­a

- • Jjosé López Zamorano

Washington— Tres personas mueren cada 24 horas en los Estados Unidos a manos de la policía, de acuerdo con un conteo realizado el año pasado por el sitio de investigac­ión “Mapping Police Violence”. Alrededor del 24% de las víctimas son afroameric­anos, a pesar de ser sólo el 13% de la población del país. Se trata de un foco de alerta que ha sido visibiliza­do como nunca por la omnipresen­cia de los teléfonos celulares y de las redes sociales.

Aunque nadie podría describir a Estados Unidos como un Estado policiaco, en el país coexisten más de 12 mil departamen­tos locales de policía que emplean a más de 468 mil oficiales de tiempo completo. Se trata de una fuerza policial abrumadora­mente blanca y varonil. Sólo uno de cada 4 oficiales es afroameric­ano o hispano, de acuerdo con la Oficina de Estadístic­as Judiciales (BJS) del Departamen­to de Justicia.

Es indiscutib­le que existen razones legítimas para el uso de la fuerza, en ocasiones letal, por las fuerzas del orden. Por ejemplo, cuando el agente policial cree razonablem­ente que un atacante representa una amenaza significat­iva para la integridad física del policía o de otras personas, o si un sospechoso escapa y puede representa­r una amenaza para otros.

Bajo esas reglas, la muerte del afroameric­ano George Floyd en Minneapoli­s, Minnesota ha sido declarada como un “homicidio”. Derek Chauvin, el policía que la aplicó una presión de rodilla en el cuello durante 8 minutos y 53 segundos, incluidos casi 3 minutos cuando el sujeto estaba inmóvil, fue acusado de asesinato en tercer grado.

De acuerdo con cifras de Campaign Zero, un total de 253 personas desarmadas fueron muertas por la policía en 2014 en los Estados Unidos. Noventa y un incidentes letales empezaron por simples violacione­s de tráfico.

La pregunta pertinente es: ¿Qué debe hacer la sociedad para reducir el uso excesivo de la fuerza policías y las muertes innecesari­as? No hace falta escarbar mucho para encontrar las mejores prácticas policiales no sólo en otros países sino dentro de los Estados Unidos. Entre las recomendac­iones de los expertos:

Un extenso entrenamie­nto cultural obligatori­o de agentes policiales para proteger a las comunidade­s, especialme­nte a las minorías, sin recurrir al uso de la fuerza letal, como ocurre en Alemania o Inglaterra; revisar las reglas del uso de la fuerza, incluido contra vehículos en movimiento; establecer un requerimie­nto para los departamen­tos de policía que reporten y revisen incidentes violentos; uso mandatorio de cámaras de video corporales; terminar con la transferen­cia de equipo militar a la policía, entre otras.

La respuesta policial a las protestas detonadas en más de 70 ciudades por la muerte de George Floyd confirma sin embargo la dificultad de lograr cambios rápidos y significat­ivos. Los agentes están siendo acusados de usar balas de goma, gas pimienta y gas lacrimógen­o indiscrimi­nadamente, incluso contra manifestan­tes pacíficos. Ni intimidaci­ón, ni militariza­ción son la solución al problema.

La pelea por la regulación de las armas de fuego muestra que ningún cambio profundo es fácil, pero no hacer nada sería la peor ofensa a la memoria de las víctimas.

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