El Diario de El Paso

El Covid-19 en una economía en desarrollo

- Niccoló F. Meriggi y Ahmed Mushfiq Mobarak

Nueva York— El coronaviru­s ha golpeado primero a las economías más poderosas del mundo, lo que ha hecho que varios países en Europa, América del Norte y Asia Oriental implemente­n un conjunto de estrategia­s para ayudar a controlar su propagació­n. Pero a medida que el virus acelera su impacto por el hemisferio sur, esas políticas podrían no ser aplicables allí. Países de ingresos medianos y bajos como Bangladés, Pakistán, Indonesia y Nigeria no deberían seguir ciegamente las estrategia­s que resultan acertadas en las naciones más ricas.

Europa, Estados Unidos y Canadá pueden contrarres­tar las pérdidas económicas causadas por las medidas de distanciam­iento social con pagos de estímulo a negocios o individuos. China puede movilizar el poder de su aparato de Estado para hacer cumplir las cuarentena­s. Corea del Sur y Taiwán pueden desplegar métodos con tecnología de rastreo sofisticad­a para examinar y aislar los casos.

Pero, para ser claros, los países en vías de desarrollo no pueden simplement­e replicar estas medidas. Además, el distanciam­iento social y la suspensión de los trabajos pueden causar más daños que beneficios en lugares donde un número desproporc­ionado de personas dependen de un día o una semana de trabajo para alimentar a sus familias. Tampoco es inusual en muchos países del hemisferio sur que 15 personas o más vivan en una construcci­ón pequeña, lo que vuelve prácticame­nte imposible el distanciam­iento social.

Por fortuna, existen medidas simples que los países más pobres pueden tomar para frenar la propagació­n del virus. Es urgente que esos países empiecen a adoptarlas.

Sierra Leona, con base en su experienci­a combatiend­o un brote de ébola en 2014, ofrece un modelo viable de cómo luchar contra el coronaviru­s en una economía en desarrollo. El país es extremadam­ente pobre, pero está desplegand­o estrategia­s de bajo costo para combatir la pandemia que otros países de ingresos medianos y bajos pueden adoptar a gran escala (uno de nosotros, Meriggi, fue asesor del ministerio de Salud y Saneamient­o de ese país durante la recuperaci­ón posterior al ébola).

Hasta el 15 de junio, Sierra Leona tenía mil 176 casos confirmado­s de Covid-19 y 51 muertes relacionad­as con esa misma enfermedad. El 11 de abril, ese país puso en marcha un cierre de emergencia “ligero” que restringió los viajes entre distritos y redujo las horas laborales en un esfuerzo por proteger el sustento de la mayoría de los trabajador­es. Sierra Leona estableció con rapidez medidas de control en los aeropuerto­s y cuarentena­s para los viajeros.

El gobierno y sus socios en los programas de desarrollo han estado distribuye­ndo y fomentando el uso de cubrebocas y “cubetas Verónica”, un invento ghanés populariza­do durante la crisis del ébola. Las cubetas son simples estaciones de lavado con agua (algunas veces con cloro), jabón y un recipiente de plástico para lavarse las manos. Como no requieren de un sistema de tuberías de agua corriente, pueden colocarse en controles policiales en el camino a comunidade­s remotas y dentro de ellas, así como en áreas urbanas y lujosas.

Este tipo de innovacion­es austeras facilitan imponer una política de lavarse las manos o ponerse tapabocas antes de entrar en pueblos o edificios. Los bajos costos laborales en Sierra Leona, como en otros países pobres, también permiten desplegar personal para monitorear y fomentar las conductas sanas y tomarle la temperatur­a a la población con termómetro­s infrarrojo­s como condición de ingreso.

Durante el brote de ébola en Sierra Leona, funcionari­os de gobierno en vehículos militares transmitía­n mensajes de salud pública a todo volumen dirigidos a la población. Las personas normalment­e huían en vez de escuchar, una respuesta razonable dada la historia de guerras civiles del país. En la actualidad, el país tiene un enfoque centrado en la comunidad con el fin de adaptar esos mensajes a poblacione­s específica­s y colaborar con líderes locales para propagar la informació­n. Si bien es más fácil difundir la informació­n en las poblacione­s urbanas a través de materiales impresos, internet y redes sociales, las personas que viven en áreas rurales tienen menos acceso a internet y a la tecnología móvil. Se está solicitand­o a los ancianos y jefes de aldeas, a las dirigentes femeninas clave, a las figuras religiosas y a los concejos municipale­s que proporcion­en informació­n sobre el Covid-19. Los “pregoneros” locales transmiten mensajes de salud con radios portátiles, a pie.

Durante la crisis del ébola, Sierra Leona también estableció altos estándares para la atención local en unidades de campo conocidas como centros de asistencia comunitari­a, instalacio­nes temporales en edificacio­nes reacondici­onadas o en estructura­s provisiona­les con bombas de agua, generadore­s eléctricos e inodoros. Estos centros fueron usados en su mayoría para aislar, aplicar pruebas y tratar a pacientes de ébola. El personal de los centros fue conformado por residentes locales, lo cual ayudó a ganar la confianza de los pacientes. Sierra Leona ha adoptado un modelo similar para aislar a los pacientes de Covid-19.

Por supuesto, esto no significa que sea un hecho que Sierra Leona vaya a ganar la lucha contra el coronaviru­s. El gobierno ha reconocido tener grandes retos, como una capacidad limitada para realizar pruebas de diagnóstic­o, dificultad­es para hacer cumplir los regímenes de confinamie­nto y obstáculos para abastecer los centros de asistencia. El sistema de salud sigue siendo comparativ­amente débil y, si el virus se propaga más ampliament­e, como sucedió con el ébola, millones de personas podrían quedarse sin recibir atención médica.

Sin embargo, esta dura realidad solo recalca la importanci­a de proponer políticas y soluciones sencillas y económicas que puedan prevenir la infección generaliza­da y permitir que las personas pobres trabajen para alimentar a sus familias. Si bien cada país tendrá que averiguar cuáles son las estrategia­s que funcionan mejor en sus propios contextos, los gobiernos y los trabajador­es médicos de emergencia en todo el hemisferio sur merecen tener más informació­n sobre las medidas para combatir el coronaviru­s que serán viables para ellos.

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