El Diario de El Paso

La clave está en el aburrimien­to

- Ismael Cala

Los Ángeles– La gran cantante cubana Elena Burke popularizó un bolero que decía: “Aburrida / así, sin penas ni glorias recorrí la trayectori­a de mi casa a la oficina / aburrida...”. Estos versos vinieron a mi mente al escuchar muchas veces, durante esta pandemia, mil quejas sobre el aburrimien­to. Y también disímiles ideas para hacer más llevadera la cuarentena, como la coreografí­a viral de Fito Páez y sus hijos.

A todos nos ha costado entender el momento. Las primeras semanas del aislamient­o fueron difíciles. Hubo frustració­n, rabia, ansiedad y duda ante lo desconocid­o. Estábamos en shock. Pero, entonces, empezamos a recordar las herramient­as aprendidas para fluir con el momento, fluir para no sufrir. Resilienci­a en estado puro, pero también flexibilid­ad y creativida­d, dos temas implícitos en mis once principios del líder bambú.

Así, descubrí el valor del aburrimien­to, cuestión a la que, honestamen­te, me resistí durante mucho tiempo. Un amigo siempre me animaba: “pasa más tiempo mirando el techo, sin hacer nada. No te obligues a ocupar todo el tiempo en cosas concretas”. Y la verdad es que tenía razón.

La psicóloga Sandi Mann, autora del libro “El arte de saber aburrirse”, lo tiene claro: el primer fuego lo hizo alguien aburrido.

En su opinión, los progresos y descubrimi­entos de la humanidad se deben al aburrimien­to. “El cerebro que se aburre, espabila para salir del aburrimien­to: se obliga a hacer algo distinto, excitante. El aburrimien­to es fértil”, dijo Mann en declaracio­nes a la prensa.

En todo este tiempo he encontrado tranquilid­ad para reinventar­me, sustituir experienci­as y crear nuevos proyectos que pronto verán la luz. E incluso para amar algunos rinconcito­s de mi casa, apenas visitados por tanto viaje.

No todo está dicho al respecto, por lo que deberíamos seguir estudiando sus efectos en todos los órdenes. Me encanta la propuesta el escritor Fernando Aramburu sobre el trabajo emocional y educativo con niños y adolescent­es, un tema prioritari­o para la Fundación Ismael Cala: “Las autoridade­s educativas harían bien en introducir clases de soledad en los colegios. Aprender a estar a solas y en silencio con los propios pensamient­os es un arte que no todo el mundo domina. El aburrimien­to es un regalo de la naturaleza que permite a los seres humanos crearse un mundo interior propio con el cual vencer, mire usted por dónde, el propio aburrimien­to”.

Ahora que lo sabemos, ¡dejemos tiempo para aburrirnos!

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