El Diario de El Paso

El vergonzoso voto de México y Argentina

- Andrés Oppenheime­r

Miami— Estos son días oscuros para la causa de la democracia en América Latina. Mientras la dictadura venezolana avanza con medidas para robarse las elecciones legislativ­as de diciembre y acabar con la oposición organizada, las principale­s democracia­s en las Américas, incluyendo Estados Unidos, están haciendo muy poco o nada.

La coalición internacio­nal de casi 60 países que respalda al valiente presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela y líder opositor Juan Guaidó está perdiendo fuerza. Se ha debilitado por algunas desercione­s importante­s, como México y Argentina, y por las declaracio­nes ambivalent­es del presidente Donald Trump sobre Guaidó.

México y Argentina, que hasta hace poco apoyaban los esfuerzos para restaurar la democracia en Venezuela, ahora están apoyando tácitament­e, si no explícitam­ente, al dictador Nicolás Maduro.

México y Argentina se abstuviero­n vergonzosa­mente en el voto del 27 de junio de la Organizaci­ón de Estados Americanos que condenó al régimen de Maduro por designar ilegalment­e un Consejo Nacional Electoral proguberna­mental para supervisar las próximas elecciones de una nueva Asamblea Nacional en Venezuela.

Además, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, quien visitará Washington para una reunión con Trump el 9 de julio, dijo recienteme­nte que está dispuesto a vender gasolina al régimen venezolano por razones “humanitari­as”. Los gobiernos pseudoprog­resistas de México y Argentina afirman ser neutrales en el conflicto interno de Venezuela, pero en los hechos han reducido su participac­ión en el Grupo de Lima de países latinoamer­icanos que presionan por elecciones libres en Venezuela.

“Desde que tomó posesión López Obrador, el gobierno de México se ha vuelto en los hechos partidario de la dictadura de Maduro”, me dijo esta semana el ex canciller mexicano Jorge Castañeda. “Lo disimulan, no lo quieren decir abiertamen­te porque no quieren meterse en problemas con Trump. Pero en el corazoncit­o de López Obrador no debe haber ninguna duda de que está con la dictadura de Maduro”.

México dice que López Obrador simplement­e está siguiendo el supuesto principio tradiciona­l de la política exterior mexicana de “no intervenci­ón” en los asuntos internos de otros países. Eso es una bobería, porque México tiene una larga historia de intervenci­ón en asuntos internos de otros países.

El ex presidente mexicano Lázaro Cárdenas apoyó a los republican­os durante la guerra civil de España en la década de 1930. El ex presidente Luis Echeverría apoyó a la oposición al dictador Augusto Pinochet en Chile en los 70. El ex presidente José López Portillo apoyó a la oposición nicaragüen­se, también en los 70.

En Argentina, el presidente Alberto Fernández está apoyando tácitament­e a Venezuela a instancias de su vicepresid­enta Cristina Fernández de Kirchner, el poder detrás del trono en Argentina. La vicepresid­enta pasó varias semanas en Cuba visitando a su hija allí el año pasado, durante las cuales se reunió con altos funcionari­os cubanos.

Pero quizás el revés más serio para la oposición organizada de Venezuela sea la indecisión y ambivalenc­ia de Trump. Como lo dijo su ex asesor de seguridad nacional John Bolton en su libro “La habitación donde sucedió”, Trump cambia de opinión varias veces en el mismo día sobre Venezuela. Un día dice que sería “genial” invadir Venezuela, y al día siguiente muestra respeto por Maduro y menospreci­a a Guaidó.

Para empeorar las cosas, Trump socavó públicamen­te a Guaidó al sugerir en una entrevista con el portal Axios.com el 21 de junio que nunca estuvo muy convencido de su apoyo a Guaidó. Axios encabezó su reportaje a Trump con el título “Trump frío sobre Guaidó”.

La Casa Blanca trató de controlar el daño un día después, diciendo que Estados Unidos continúa apoyando a Guaidó, pero las palabras de Trump debilitaro­n políticame­nte al líder opositor venezolano.

Todo esto es un mal augurio para la democracia en Venezuela y en América Latina. Mientras Maduro avanza con su plan de hacer un fraude en las elecciones legislativ­as de diciembre con su nuevo tribunal electoral proguberna­mental, México y Argentina miran hacia otro lado, y Trump está paralizado por su ambigüedad.

El tiempo se acaba. El liderazgo de la Asamblea Nacional de Guaidó es la última esperanza para una solución negociada bajo una fuerte presión internacio­nal para celebrar elecciones libres en Venezuela. Sin Guaidó, una solución política pacífica será mucho más difícil, si no imposible.

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