El Diario de El Paso

América Latina: el continente dormido

- Andrés Oppenheime­r

Miami— América Latina tiene una oportunida­d de oro para revertir su actual crisis económica atrayendo empresas multinacio­nales que están sacando sus fábricas de China desde el comienzo de la pandemia del Covid-19. Y, sin embargo, inexplicab­lemente, la mayoría de los presidente­s de la región no la están aprovechan­do.

Ni siquiera están pensando en cómo reinventar sus países para poder competir en la nueva economía mundial post-pandemia. Están dormidos, o viviendo en la luna.

Comencemos con lo obvio: hay una guerra comercial en curso entre Estados Unidos y China, así como una guerra tecnológic­a entre ambas potencias, que se ha acelerado por la crisis del coronaviru­s.

El presidente Trump, quizás para desviar la atención de su propia respuesta tardía y errática a la pandemia, está culpando a China por la crisis del Covid-19. Y lo más probable es que las tensiones entre las dos superpoten­cias no disminuyan, no importa quien gane las elecciones de Estados Unidos.

Mientras tanto, muchas empresas multinacio­nales están planeando sacar sus fábricas de China, después de que sus cadenas de suministro­s se vieron paralizada­s cuando China cerró su economía al comienzo de la epidemia. Las empresas ahora quieren diversific­ar sus fuentes de suministro­s, para no depender exclusivam­ente de China.

Un 76 por ciento de las empresas estadounid­enses con fábricas en China han decidido o están consideran­do trasladar parte de sus operacione­s a otros países para diversific­ar sus cadenas de producción, según un estudio hecho en junio por el Laboratori­o de Evidencia del banco UBS.

Después de décadas de “off-shoring” en que las grandes multinacio­nales instalaban sus fábricas en China, muchas de estas empresas ahora quieren mudarlas más cerca de casa. Están planeando regresarla­s a Estados Unidos (“re-shoring”), en muchos casos para ser operadas por robots industrial­es, o en países cercanos como Canadá (“near-shoring.”)

Esa podría ser una oportunida­d de oro para América Latina. Pero muy pocos presidente­s en la región están pensando en esto, y mucho menos haciendo algo al respecto.

En lugar de promover a sus países como alternativ­as perfectas a China, con una fuerza laboral joven, salarios relativame­nte bajos, una proximidad mayor al mercado estadounid­ense y las mismas zonas horarias, muchos de ellos parecen estar ahuyentand­o a los inversioni­stas.

El presidente populista argentino Alberto Fernández, cuyo país ha acaba de suspender los pagos de su deuda externa por la crisis, ahora está dando conferenci­as públicas sobre la necesidad de “revisar el capitalism­o”.

No hay nada de malo en mejorar el capitalism­o, excepto que es cuestionab­le si el líder de un país en bancarrota debería estar invirtiend­o su tiempo dando cátedras sobre los problemas mundiales. Se proyecta que la economía argentina se contraerá en más de un 8 por ciento este año.

El presidente populista de México, Andrés Manuel López Obrador, pronunció discursos invitando a los inversioni­stas a México durante su viaje del 8 de julio a Washington para celebrar la firma del acuerdo comercial T-MEC entre Estados Unidos,méxico y Canadá. Pero no anunció ninguna medida concreta para revertir sus políticas económicas, que han espantado las inversione­s y produjeron una caída económica desde antes de la pandemia. Se proyecta que la economía de México se desplomará en un 10.5 por ciento este año.

Los países latinoamer­icanos deberían acelerar urgentemen­te la integració­n económica regional, para poder atraer a algunas de las fábricas que se irán de China. Ningún país latinoamer­icano por sí solo puede acercarse a la capacidad de producción de China. O se unen, o se quedan fuera de juego.

“Aunque antes parecía que íbamos hacia una economía globalizad­a, ahora parece que estamos yendo hacia una economía regionaliz­ada”, dice Mario Cimoli, subdirecto­r ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas. “América Latina necesita más que nunca una economía productiva regional y integrada”.

Efectivame­nte, América del Norte, Europa y Asia comerciará­n cada vez más dentro de sus propias fronteras. Estados Unidos y Europa lo harán, entre otras cosas, porque temen que China no les venda suficiente­s vacunas, equipos médicos y otros productos en futuras pandemias.

Pero en América Latina, muy pocos presidente­s están hablando de esto. Tienen una gran oportunida­d poder sacar a sus países de su actual depresión económica atrayendo a algunas de las fábricas que se están fugando de China. ¡Y se la están perdiendo!

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