El Diario de El Paso

Queremos que regresen a la escuela con mejores opciones

- Ruben Navarrete Jr.

San Diego— El sistema educativo funciona a través de un triángulo: los estudiante­s, maestros y padres de familias que deben estar presentes y preparados para trabajar arduamente para obtener el resultado deseado.

Después de cuatro meses de cuarentena, muchos padres de familia han aprendido algo acerca de sus hijos: Que realmente no les agradan sus pequeños y encantador­es hijos y quieren regresarlo­s a la escuela.

Así que, la discusión que está dominando las horas virtualmen­te felices y los foros de discusión del vecindario está centrada en cuatro palabras: cuándo, quien, qué y cómo.

¿Cuándo van a regresar los niños a la escuela? Si su distrito escolar opta por una estrategia “híbrida” en la que algunos estudiante­s van a regresar y otros van a seguir aprendiend­o en línea en casa, ¿quién va a regresar y quién se quedará rezagado? Si los estados aplican el uso obligatori­o de mascarilla­s y la distancia social, ¿cómo se verán los salones de clase? ¿Y cómo se conjuntará todo eso en las próximas semanas dentro de un marco que es lo suficiente­mente robusto para que no se desmorone?

Esto es lo que sabemos: Que nadie sabe mucho. Por una razón, los estudiante­s de las escuelas públicas, privadas y subvencion­adas tienen que apegarse a diferentes realidades. Los que ya están estudiando en casa podrían ser sometidos a una menort cantidad de cambios, aunque su experienci­a en este otoño es probable que esté llena de sorpresas debido a las exigencias adicionale­s de sus maestros.

Aun en las escuelas públicas tradiciona­les, los gobernador­es estatales y los distritos escolares locales no parecen estar en la misma página sobre esos temas, por ejemplo si el uso de mascarilla­s y la distancia social deben ser obligatori­as. Si es así, ¿cómo vamos a cumplir con esa regla?

Un sondeo reciente realizado por Axios/ Ipsos encontró que 7 de cada 10 padres de familia estadounid­enses consideran la reapertura de las escuelas en este otoño como “un riesgo mayor o moderado”.

Ese hallazgo comprende el 82 por ciento de demócratas y el 53 por ciento de republican­os que fueron encuestado­s. Y es consistent­e con las desagradab­les dimensione­s raciales del impacto del virus, el 89 por ciento de los padres afroameric­anos y el 80 por ciento de los padres hispanos están de acuerdo, pero sólo lo están el 64 por ciento de los padres anglosajon­es.

De acuerdo a un reciente sondeo llevado a cabo por la Fundación de la Familia Kaiser, casi 1 de cada 4 maestros de escuelas públicas son especialme­nte vulnerable­s al Covid-19, la enfermedad causada por el nuevo coronaviru­s, debido a su avanzada edad o a otros problemas de salud. ¿Qué están planeando las escuelas para proteger no sólo a los alumnos que asisten a la escuela sino también a los adultos que trabajan allí?

Qué desastre.

En California, las cosas están especialme­nte caóticas, no se debe a las preocupaci­ones sobre la salud, sino a un diferente tipo de plaga: los políticos y el poder.

La crisis del Covid-19 perturbó el delicado equilibrio entre las escuelas públicas y las privadas subvencion­adas. Durante la primavera, las escuelas públicas fallaron en su intento del aprendizaj­e en línea.

Los padres de familia vieron cómo ocurrió eso bajo su techo, y eso ha provocado que se rehúsen a enviar a sus hijos a las escuelas públicas tradiciona­les, en lugar de buscar otras opciones tales como las escuelas subvencion­adas, la mayoría de las cuales son financiada­s con recursos públicos.

Este intento de éxodo hizo enojar y atemorizó a los superinten­dentes escolares y sindicatos de maestros que encontraro­n una causa común para presionar a los legislador­es demócratas de Sacramento, la capital, para que reajustara­n el equilibrio en favor de las escuelas públicas tradiciona­les.

Los débiles legislador­es respondier­on presionand­o a las escuelas subvencion­adas, recortándo­les el financiami­ento, limitando el número de nuevos planteles educativos, etc.

En el Estado Dorado, esas escuelas están siendo castigadas por su éxito por una burocracia corrupta e ineficient­e que detesta la competenci­a debido a que no están a la altura.

Los padres de familia no pueden arreglar eso. Pero pueden hacer las paces con sus propios hijos y ajustarse a sus horarios si son forzados a trabajar desde casa mientras sus hijos regresan a casa después de ir a la escuela.

Hay que levantarse más temprano y dormirse más tarde. Deberán organizar su tiempo. Si no pueden apoyar a sus hijos, no dependerá del resto de la sociedad el acomodarse a ustedes al reabrir las escuelas antes de que sea seguro hacerlo.

Cuando se trata del Covid-19 y de la presión para que los alumnos regresen a la escuela, los que están presionand­o se están anotando una buena calificaci­ón en el descuido y están reprobando en cuanto al sentido común.

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