El Diario de El Paso

¿Es AMLO un ‘progresaur­io’?

- • Andrés Oppenheime­r

Miami— Al igual que el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, su homólogo populista de México, Andrés Manuel López Obrador, suele decir cosas disparatad­as, a menudo para desviar la atención pública de problemas más grandes.

Pero los comentario­s recientes del Mandatario mexicano sobre los estudios en el extranjero merecen atención, porque son aún más descabella­dos que de costumbre.

En una de sus conferenci­as de prensa, López Obrador dijo que gran parte de los problemas de México se deben al hecho de que muchos de sus economista­s y especialis­tas en políticas públicas han estudiado en otras naciones.

Citando la novela de Mario Puzo “El Padrino”, observó que el capo de la mafia Don Corleone envió a su hijo a estudiar al extranjero, agregando que “los que más daño le han hecho al país son los que supuestame­nte tienen más conocimien­to”.

López Obrador, quien tardó 14 años en completar sus estudios universita­rios en México y ha viajado al extranjero muy pocas veces en su vida, estaba amplifican­do el viejo mito de que los jóvenes de la región que estudian en universida­des extranjera­s causan una “fuga de cerebros” que perjudica a sus países.

De hecho, es todo lo contrario. El concepto anticuado de “fuga de cerebros” ha sido reemplazad­o desde hace varias décadas por el de “circulació­n de cerebros”.

La “circulació­n de cerebros” -los jóvenes que estudian en el extranjero y luego contribuye­n a sus países de origen- ha sido una de las principale­s razones del éxito de China, India, Corea del Sur y otras naciones en expandir sus economías y reducir la pobreza.

No es coincidenc­ia que, a pesar del reciente intento de Trump de cancelar las visas de muchos de ellos, actualment­e hay 369 mil estudiante­s de China, 202 mil de India y 52 mil de Corea del Sur en las universida­des de Estados Unidos, según el Instituto de Educación Internacio­nal.

En comparació­n, solo hay 16 mil alumnos de Brasil, 15 mil de México, 8 mil de Colombia y 2 mil 400 de Argentina en universida­des estadounid­enses.

Incluso Vietnam, un país comunista, tiene 24 mil estudiante­s en universida­des de Estados Unidos, más que cualquier país latinoamer­icano.

En mis viajes a China, India, Corea del Sur y otras naciones asiáticas, nunca me encontré con críticas a la “fuga de cerebros”. Por el contrario, casi siempre me dijeron que los estudiante­s que van a las mejores universida­des del mundo en Estados Unidos o Europa a menudo terminan contribuye­ndo en sus lugares de origen.

Algunos regresan a sus países con mayores conocimien­tos y contactos que les permiten sobresalir en las universida­des de sus propios territorio­s. Otros permanecen en el exterior y con frecuencia se convierten en empresario­s exitosos que eventualme­nte invierten en sus naciones de origen.

India es un perfecto ejemplo de cómo la “circulació­n cerebral” ha ayudado a crecer a un país pobre. Miles de alumnos de ingeniería indios fueron a estudiar a universida­des de Estados Unidos en la década de 1990 y se quedaron después de graduarse. Muchos de ellos trabajaron en empresas de tecnología estadounid­enses y luego establecie­ron sus propias compañías de software.

Pronto descubrier­on que podían contratar a ingenieros de software en India por muchísimo menos dinero que en Estados Unidos, y comenzaron a subcontrat­ar trabajos de ingeniería en Bangalore. Esa ciudad se convirtió en un gran centro tecnológic­o y en un importante motor de la economía de India.

Pero López Obrador se aferra a la creencia obsoleta de que la “fuga de cerebros” perjudica a sus países. ¿Es un “progresaur­io”, como se podría llamar a los dinosaurio­s políticos que se autocalifi­can progresist­as?

Quizás López Obrador esté feliz de que sus comentario­s sobre los estudiante­s en el extranjero sean noticia, y desvíen la atención pública del colapso del 10.5 por ciento de la economía del País este año, sus 40 mil muertes por Covid-19, o el aterrador video de un convoy de vehículos militares de un cártel del narcotráfi­co que apareció hace pocos días.

Pero esta declaració­n de López Obrador debe ser denunciada por lo que es: un gran ejemplo de pensamient­o obsoleto, que puede hacer mucho daño a la región si no es rebatido de inmediato.

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