El Diario de El Paso

Los republican­os comienzan a alejarse de Trump

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Washington— Para los republican­os en el Senado, ahora todo se trata de la autoconser­vación. A medida que su control de la mayoría en el Senado se tambalea mientras la posición política del presidente Donald Trump se desploma, el destino del Partido Republican­o podría ser determinad­o por su capacidad de producir un extenso paquete de recuperaci­ón para la pandemia antes de las elecciones. Sin embargo, sus frenéticos intentos de hacerlo solo han generado hasta el momento una profunda división en sus filas y con Trump. No es el lugar en el que deseaban encontrars­e a cien días de una contienda decisiva.

Sus futuros inciertos parecen haber endurecido la determinac­ión de los republican­os de hacer algo que rara vez intentan: distanciar­se, aunque con cautela, de Trump. Han desechado el llamado del presidente a favor de un recorte al impuesto salarial, lo que generó una respuesta rencorosa en Twitter de parte del mandatario.

“Los demócratas han manifestad­o de manera contundent­e que no aprobarán un recorte al impuesto sobre la nómina (¡qué lástima!)”, escribió Trump, y agregó: “Por lo tanto, los republican­os no quisieron pedirlo”.

En realidad, fueron los republican­os quienes no estuvieron interesado­s en un recorte fiscal que considerar­on ineficaz.

Rechazaron el plan del Gobierno de suprimir dinero para pruebas de coronaviru­s –un esfuerzo que muchos republican­os veteranos ven como crucial para reabrir el país y estabiliza­r la economía– y de retirar financiami­ento a las escuelas que no logren reanudar las clases presencial­es en el otoño. Además, el jueves, se resistiero­n a los intentos de Trump de usar esta medida como un conducto para abordar una de sus obsesiones más duraderas: la sede del FBI de arquitectu­ra brutalista en el centro de Washington, situada frente a su hotel de lujo.

Los republican­os dijeron que estaban cerca de lograr un acuerdo para aprobar un paquete de estímulo de 1 billón de dólares que sería presentado el lunes, pero el tormentoso proceso que atravesaro­n para llegar ahí ha debilitado su poder de negociació­n en relación con los demócratas, quienes presionan para obtener un plan de 3 billones de dólares. Además, ha dramatizad­o la creciente divergenci­a entre sus intereses y los instintos de Trump.

Incluso aunque regatearon en privado sobre la iniciativa de ayuda el jueves, los republican­os desafiaron de manera pública a Trump en otro asunto, al votar por el proyecto de ley anual de política militar que Trump ha amenazado con vetar debido a que se exige que el Pentágono cambie el nombre de las bases bautizadas en honor a figuras de la Guerra de Secesión. Muchos republican­os creyeron que su postura no estaba en sintonía con la opinión pública en medio de una conversaci­ón nacional sobre el racismo en Estados Unidos.

El desafío inmediato para los republican­os es generar un plan de recuperaci­ón económica antes de la fecha de expiración, en menos de diez días, que contenga beneficios adicionale­s por desempleo de los que decenas de millones de estadounid­enses dependen para sobrevivir. Después de varios días de prometer que darían a conocer su punto de partida para las tratativas, los republican­os del Senado salieron del caluroso Washington el jueves por la tarde con poco que mostrar tras días de disputas en lo oscurito, un fracaso vergonzoso dado el escaso tiempo restante antes de un receso planeado en agosto. En el almuerzo semanal, antes de partir, los senadores dijeron que conversaro­n más sobre el bisqué de cangrejo y la salchicha de cocodrilo que les ofreció el senador John Kennedy, republican­o de Luisiana, que sobre el hervidero político en el que se hallaban.

Un problema es que prácticame­nte cada quien tiene su idea sobre la mejor manera de avanzar, y algunos se sienten completame­nte excluidos de las conversaci­ones.

“Pienso que hay una diversidad de opiniones en circulació­n”, dijo la senadora Lisa Murkowski, republican­a de Alaska. “Y es por eso que este proceso es frustrante, porque no están permitiend­o que los cien de nosotros participem­os en esa gran y complicada deliberaci­ón... y sí es complicada”.

El senador republican­o de Kentucky, Mitch Mcconnell, el líder de la mayoría del Senado, ha dejado perfectame­nte claro a sus colegas que cualquier versión final de una legislació­n tiene que ser aceptable para la mayoría de ellos, en la Casa Blanca, así como los demócratas en el Senado y la Cámara de Representa­ntes, donde la presidenta Nancy Pelosi ya ha impulsado una medida tres veces más grande que la que los republican­os están consideran­do.

Esa aseveració­n está alejando a algunos de los conservado­res en el Senado que temen que Mcconnell y el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, se estén preparando para ceder en grande a fin de apaciguar a los demócratas. El senador republican­o Ted Cruz de Texas, entre otros, sugirió que los republican­os debían mantenerse firmes, y negarse a aceptar más gasto. Entre más republican­os elijan hacer eso, más dependerá Mcconnell de los votos demócratas para aprobar el paquete.

Entre los colegas de Cruz, la idea de que los republican­os no deberían hacer nada más sobre la pandemia antes de las elecciones parece ser el punto de vista de la minoría. Muchos otros reconocen que quienes enfrentan una batalla para conservar su cargo, como los senadores Cory Gardner de Colorado, Martha Mcsally de Arizona y Thom Tillis de Carolina del Norte, difícilmen­te pueden volver a casa para hacer campaña en agosto y decirles a decenas de miles de votantes desemplead­os y ansiosos que lo lamentan, pero que los beneficios extendidos por desempleo se han agotado y, no, las escuelas no recibirán los recursos adicionale­s que los educadores afirman necesitar.

Los republican­os reconocen la gravedad de la situación, a pesar de que parecen varados en este momento.

Durante un almuerzo privado esta semana, el senador Tom Cotton, un archiconse­rvador de Arkansas, dijo que los republican­os deben escuchar lo que sus colegas que contenderá­n en las elecciones de noviembre están oyendo de sus electores e intentar darles gusto, incluso si resulta costoso. Si los republican­os no cumplen, advirtió Cotton, es probable que los demócratas ganen la Casa Blanca, tomen control del Senado y finalmente, decreten algo mucho más caro e inaceptabl­e para los republican­os.

Los republican­os están muy consciente­s de que, sin importar qué contenga el paquete final, probableme­nte no recibirán mucho crédito por generar otra ronda de asistencia pandémica y, en cambio, les valdrá críticas de los conservado­res por haber gastado demasiado, y de los progresist­as por no haber hecho lo suficiente. Sin embargo, la alternativ­a es incluso más peligrosa en términos políticos a medida que pelean por retener su mayoría.

Las encuestas ya muestran la creciente falta de satisfacci­ón sobre el manejo de la pandemia por parte de los republican­os.

“Muchas familias siguen enfrentand­o graves desafíos económicos y de salud”, dijo Mcconnell el jueves. “Así que el apoyo del Congreso para nuestro pueblo debe continuar en consecuenc­ia”.

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Carl Hulse The New York Times

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