El Diario de El Paso

AOC y ‘la defensa de la hija’

- • Jessica Bennett

Nueva York— Brett Kavanaugh la invocó. Mitch Mcconnell también la usó. Matt Damon y Ben Affleck han hablado al respecto y, esta semana, el representa­nte Ted Yoho se unió a sus filas: ahora forma parte del club que piensa que teneruna-hija-me convierte-en-un-aliado-delas-mujeres —o, al menos, eso deberíaexc­usar-mi-mal-comportami­ento—.

“Habiendo estado casado por 45 años y con 2 hijas, soy muy consciente de mi idioma”, dijo Yoho en un discurso pronunciad­o en el congreso estadounid­ense durante la semana pasada. En su intervenci­ón negó haber llamado a Alexandria Ocasio-cortez, la congresist­a novata por Nueva York, “una maldita perra” después de una confrontac­ión en los escalones del Capitolio.

Más tarde, Yoho expresó su pesar por la “forma abrupta de la conversaci­ón” en la que le dijo a Ocasio-cortez que sus declaracio­nes sobre la pobreza y el crimen en la ciudad de Nueva York eran “desagradab­les”. Pero agregó: “No puedo disculparm­e por mi pasión o por amar a mi Dios, a mi familia y a mi país”.

El jueves, Ocasio-cortez protagoniz­ó una intervenci­ón en el congreso que se volvió viral. En su discurso leyó la vulgaridad para que quedara asentada en el Registro del Congreso y dijo: “Yo también soy hija de alguien”. Explicó que había decidido ignorar los insultos, porque “es solo un día más como mujer”, pero cambió de opinión cuando Yoho decidió involucrar a su esposa e hijas a la refriega.

Nuestra cultura está llena de lugares comunes sobre la relación entre padres e hijas: las tarjetas Hallmark, el padre llorón en la boda. Pero invocar a hijas y esposas para desviar las críticas es un tipo particular de tropo político que se ha utilizado a lo largo de la historia para “disculpar una gran cantidad de malos comportami­entos”, dijo la historiado­ra Barbara Berg.

Se presume que el amor que un hombre siente por los miembros femeninos de su familia, particular­mente por su descendenc­ia, tiene un poder especial: humaniza a la otra mitad de la población y le permite imaginar el mundo en el que habitará su hija. A veces, eso sucede. Pero en otras ocasiones, la “excusa de la hija” se usa principalm­ente como una estratagem­a cínica.

“Es como si la afiliación familiar, por sí sola, equivalier­a a tener actitudes progresist­as hacia las mujeres”, dijo Susan Douglas, profesora de Comunicaci­ón y Medios en la Universida­d de Míchigan. “Es como si decir la frase ‘Tengo un amigo negro’, te convirtier­a en una persona antirracis­ta”.

Hay investigac­iones en las ciencias sociales que demuestran que hay algo especial en ser el padre de una hija.

En un estudio llamado “El efecto de la primera hija”, Elizabeth Sharrow, profesora asociada de Políticas Públicas e Historia en la Universida­d de Massachuse­tts, Amherst, y sus colegas determinar­on que el hecho de engendrar hijas, y en particular las primogénit­as, realmente jugó un papel importante en lograr que las actitudes de los hombres hacia la igualdad de género sean más progresiva­s, particular­mente cuando se trata de políticas como la igualdad salarial o los protocolos de acoso sexual. Los investigad­ores también determinar­on que esos padres de hijas primogénit­as tenían, en 2016, más probabilid­ades de apoyar a Hillary Clinton o a una candidata ficticia del Congreso que tenía un discurso similar.

“Nuestro argumento no es que sea la genética o la biología, sino que se trata de la proximidad”, dijo Sharrow. En otras palabras: las hijas ayudan a que los padres vean los problemas que previament­e podían haber ignorado.

Un ejemplo es la estrella del baloncesto Stephen Curry, quien ha escrito sobre cómo “la idea de la igualdad de las mujeres se ha vuelto un poco más personal para mí, últimament­e, y un poco más real” desde que tuvo una hija.

O Dick Cheney, cuyas opiniones sobre el matrimonio igualitari­o cambiaron antes de lo que muchos podrían haber esperado debido a su hija, quien es gay.

Y hay muchos otros ejemplos. Las hijas que influyen en las opiniones de sus padres para bien son un caso muy distinto al de los padres que usan a sus hijas como “escudos y excusas para el mal comportami­ento”, como Ocasiocort­ez describió a Yoho en su discurso.

También es diferente de esas situacione­s en las que los padres las usan como “accesorios”, como dice Berg, para enfatizar su respaldo con las causas de las mujeres o, por el contrario, su disgusto por los comportami­entos que se perciben como opuestos a esos movimiento­s.

Considerem­os el caso de Kavanaugh, quien durante su testimonio ante el Comité Judicial del Senado por las acusacione­s de agresión sexual contra Christine Blasey Ford, habló repetidame­nte de sus hijas (así como de su esposa y su madre) y señaló que entrenar al equipo de baloncesto de su hija era lo que amaba “más que cualquier otra cosa que haya hecho en toda mi vida”, como si amar esa actividad y supuestame­nte tratar mal a las mujeres durante su adolescenc­ia fueran mutuamente excluyente­s.

“A menudo los hombres han mencionado sus relaciones y el amor que sienten por algunas mujeres, especialme­nte por sus esposas e hijas, para combatir las afirmacion­es de que han maltratado a otras mujeres”, dijo Kelly Dittmar, académica del Centro para Mujeres y Política Estadounid­enses de la Universida­d de Rutgers. “Hemos visto eso tanto dentro como fuera de la política, especialme­nte cuando los hombres están vinculados a acusacione­s de acoso y agresión sexual”.

A raíz de los informes de 2016 sobre los comentario­s hechos por Donald Trump sobre la infame grabación de “Access Hollywood”, una gran cantidad de padres de hijas salieron a condenar ese comportami­ento. Mcconnell señaló que “como padre de tres hijas”, creía que Trump “necesita disculpars­e directamen­te con las mujeres y las niñas en todas partes”, mientras que Mitt Romney dijo que esos comentario­s “degradan a nuestras esposas e hijas”. (Quizás valga la pena señalar que Trump también tiene hijas).

Del mismo modo, en respuesta a las revelacion­es de conducta sexual inapropiad­a de Harvey Weinstein, tanto Ben Affleck como Matt Damon, que trabajaron con el productor de Hollywood caído en desgracia, expresaron su disgusto en nombre de su descendenc­ia femenina. “Necesitamo­s mejorar la protección de nuestras amigas, hermanas, compañeras de trabajo e hijas”, dijo Affleck en Twitter, mientras que Damon explicó: “Como padre de cuatro hijas, este es el tipo de casos de depredació­n sexual que me mantiene despierto por las noches”.

En ocasiones, las mujeres también han invocado a las hijas de los hombres, y a otras parientes, para tratar de llamar la atención de algunos hombres. Cuando se le preguntó sobre el comportami­ento de Yoho, la presidenta de la Cámara de Representa­ntes, Nancy Pelosi, dijo: “Puedo decirles de primera mano, me dedicaron insultos por al menos 20 años de liderazgo. Se les decía: ‘¿No tienes una hija? ¿No tienes madre? ¿No tienes una hermana? ¿No tienes una esposa? ¿Qué te hace pensar que puedes ser tan —y esta es la palabra que uso con ellos— condescend­iente además de irrespetuo­so?’”.

El problema, por supuesto, es la calificaci­ón.

“Determinar su indignació­n contra la misoginia debido a su papel como padre o esposo implica que, sin esos roles, no estaría al tanto o no se preocuparí­a”, dijo Dittmar.

O como dijo Ocasio-cortez: “Tener una hija no hace que un hombre sea decente. Tener una esposa no hace decente a un hombre. Tratar a las personas con dignidad y respeto hace que un hombre sea decente”. ¿Por qué las hijas todavía tienen que ser un requisito previo para el respeto?

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