AOC y ‘la defensa de la hija’
Nueva York— Brett Kavanaugh la invocó. Mitch Mcconnell también la usó. Matt Damon y Ben Affleck han hablado al respecto y, esta semana, el representante Ted Yoho se unió a sus filas: ahora forma parte del club que piensa que teneruna-hija-me convierte-en-un-aliado-delas-mujeres —o, al menos, eso deberíaexcusar-mi-mal-comportamiento—.
“Habiendo estado casado por 45 años y con 2 hijas, soy muy consciente de mi idioma”, dijo Yoho en un discurso pronunciado en el congreso estadounidense durante la semana pasada. En su intervención negó haber llamado a Alexandria Ocasio-cortez, la congresista novata por Nueva York, “una maldita perra” después de una confrontación en los escalones del Capitolio.
Más tarde, Yoho expresó su pesar por la “forma abrupta de la conversación” en la que le dijo a Ocasio-cortez que sus declaraciones sobre la pobreza y el crimen en la ciudad de Nueva York eran “desagradables”. Pero agregó: “No puedo disculparme por mi pasión o por amar a mi Dios, a mi familia y a mi país”.
El jueves, Ocasio-cortez protagonizó una intervención en el congreso que se volvió viral. En su discurso leyó la vulgaridad para que quedara asentada en el Registro del Congreso y dijo: “Yo también soy hija de alguien”. Explicó que había decidido ignorar los insultos, porque “es solo un día más como mujer”, pero cambió de opinión cuando Yoho decidió involucrar a su esposa e hijas a la refriega.
Nuestra cultura está llena de lugares comunes sobre la relación entre padres e hijas: las tarjetas Hallmark, el padre llorón en la boda. Pero invocar a hijas y esposas para desviar las críticas es un tipo particular de tropo político que se ha utilizado a lo largo de la historia para “disculpar una gran cantidad de malos comportamientos”, dijo la historiadora Barbara Berg.
Se presume que el amor que un hombre siente por los miembros femeninos de su familia, particularmente por su descendencia, tiene un poder especial: humaniza a la otra mitad de la población y le permite imaginar el mundo en el que habitará su hija. A veces, eso sucede. Pero en otras ocasiones, la “excusa de la hija” se usa principalmente como una estratagema cínica.
“Es como si la afiliación familiar, por sí sola, equivaliera a tener actitudes progresistas hacia las mujeres”, dijo Susan Douglas, profesora de Comunicación y Medios en la Universidad de Míchigan. “Es como si decir la frase ‘Tengo un amigo negro’, te convirtiera en una persona antirracista”.
Hay investigaciones en las ciencias sociales que demuestran que hay algo especial en ser el padre de una hija.
En un estudio llamado “El efecto de la primera hija”, Elizabeth Sharrow, profesora asociada de Políticas Públicas e Historia en la Universidad de Massachusetts, Amherst, y sus colegas determinaron que el hecho de engendrar hijas, y en particular las primogénitas, realmente jugó un papel importante en lograr que las actitudes de los hombres hacia la igualdad de género sean más progresivas, particularmente cuando se trata de políticas como la igualdad salarial o los protocolos de acoso sexual. Los investigadores también determinaron que esos padres de hijas primogénitas tenían, en 2016, más probabilidades de apoyar a Hillary Clinton o a una candidata ficticia del Congreso que tenía un discurso similar.
“Nuestro argumento no es que sea la genética o la biología, sino que se trata de la proximidad”, dijo Sharrow. En otras palabras: las hijas ayudan a que los padres vean los problemas que previamente podían haber ignorado.
Un ejemplo es la estrella del baloncesto Stephen Curry, quien ha escrito sobre cómo “la idea de la igualdad de las mujeres se ha vuelto un poco más personal para mí, últimamente, y un poco más real” desde que tuvo una hija.
O Dick Cheney, cuyas opiniones sobre el matrimonio igualitario cambiaron antes de lo que muchos podrían haber esperado debido a su hija, quien es gay.
Y hay muchos otros ejemplos. Las hijas que influyen en las opiniones de sus padres para bien son un caso muy distinto al de los padres que usan a sus hijas como “escudos y excusas para el mal comportamiento”, como Ocasiocortez describió a Yoho en su discurso.
También es diferente de esas situaciones en las que los padres las usan como “accesorios”, como dice Berg, para enfatizar su respaldo con las causas de las mujeres o, por el contrario, su disgusto por los comportamientos que se perciben como opuestos a esos movimientos.
Consideremos el caso de Kavanaugh, quien durante su testimonio ante el Comité Judicial del Senado por las acusaciones de agresión sexual contra Christine Blasey Ford, habló repetidamente de sus hijas (así como de su esposa y su madre) y señaló que entrenar al equipo de baloncesto de su hija era lo que amaba “más que cualquier otra cosa que haya hecho en toda mi vida”, como si amar esa actividad y supuestamente tratar mal a las mujeres durante su adolescencia fueran mutuamente excluyentes.
“A menudo los hombres han mencionado sus relaciones y el amor que sienten por algunas mujeres, especialmente por sus esposas e hijas, para combatir las afirmaciones de que han maltratado a otras mujeres”, dijo Kelly Dittmar, académica del Centro para Mujeres y Política Estadounidenses de la Universidad de Rutgers. “Hemos visto eso tanto dentro como fuera de la política, especialmente cuando los hombres están vinculados a acusaciones de acoso y agresión sexual”.
A raíz de los informes de 2016 sobre los comentarios hechos por Donald Trump sobre la infame grabación de “Access Hollywood”, una gran cantidad de padres de hijas salieron a condenar ese comportamiento. Mcconnell señaló que “como padre de tres hijas”, creía que Trump “necesita disculparse directamente con las mujeres y las niñas en todas partes”, mientras que Mitt Romney dijo que esos comentarios “degradan a nuestras esposas e hijas”. (Quizás valga la pena señalar que Trump también tiene hijas).
Del mismo modo, en respuesta a las revelaciones de conducta sexual inapropiada de Harvey Weinstein, tanto Ben Affleck como Matt Damon, que trabajaron con el productor de Hollywood caído en desgracia, expresaron su disgusto en nombre de su descendencia femenina. “Necesitamos mejorar la protección de nuestras amigas, hermanas, compañeras de trabajo e hijas”, dijo Affleck en Twitter, mientras que Damon explicó: “Como padre de cuatro hijas, este es el tipo de casos de depredación sexual que me mantiene despierto por las noches”.
En ocasiones, las mujeres también han invocado a las hijas de los hombres, y a otras parientes, para tratar de llamar la atención de algunos hombres. Cuando se le preguntó sobre el comportamiento de Yoho, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, dijo: “Puedo decirles de primera mano, me dedicaron insultos por al menos 20 años de liderazgo. Se les decía: ‘¿No tienes una hija? ¿No tienes madre? ¿No tienes una hermana? ¿No tienes una esposa? ¿Qué te hace pensar que puedes ser tan —y esta es la palabra que uso con ellos— condescendiente además de irrespetuoso?’”.
El problema, por supuesto, es la calificación.
“Determinar su indignación contra la misoginia debido a su papel como padre o esposo implica que, sin esos roles, no estaría al tanto o no se preocuparía”, dijo Dittmar.
O como dijo Ocasio-cortez: “Tener una hija no hace que un hombre sea decente. Tener una esposa no hace decente a un hombre. Tratar a las personas con dignidad y respeto hace que un hombre sea decente”. ¿Por qué las hijas todavía tienen que ser un requisito previo para el respeto?